Estamos acostumbrados a mirar al cielo, a contemplar aquello que nos rodea, pero no sabemos mirar en nuestro interior. Quizá porque a veces tenemos el temor de que aquello que vamos a encontrar no nos va a gustar.
No sé en donde leí que cada uno de nosotros éramos la suma de como nos veían y de como nosotros mismos nos percibíamos. Casi siempre nos quedamos en la primera premisa, sin intentar ahondar en ese conocimiento propio y necesario.
Hace tiempo que realicé ese viaje interior, que me llevo a enfrentarme a mis propios fantasmas, encarnados en esos miedos, en esos tópicos, en esos tabúes que nos anclan a una realidad que nos nos gusta.Y lo hice para poder evolucionar, para poder cambiar y enfrentarme a un nuevo entorno que mutaba todavía más rápidamente.
Hoy he participado en un taller de marketing personal, y me he podido dar cuenta como muchos de los asistentes, que intentaban buscar o mejorar su empleo, habían llenado el curriculum de cursos y experiencia profesional, pero en ningún momento de cualidades, actitudes y valores.
Claro, que para llegar a saber cuales son esos valores, necesitamos realizar esa prospección de nosotros mismos, con el riesgo de encontrar que somos nuestra mayor dificultad para avanzar.
En una entrada anterior de este blog hablaba de las apariencias. Ese es el meollo. Ante una entrevista de trabajo, comentábamos esta mañana, nos preocupa más dar una imagen, amparada en nuestra cualificación profesional, que expresarnos tal y como somos y mostrar nuestras verdaderas cualidades.
Conocernos es aceptarnos, y aceptarnos es empezar a querernos. Y si nosotros nos queremos y aceptamos, los demás también lo harán.
Está bien contemplar las estrellas, pero sin olvidarnos que dentro de nosotros hay todo un universo.
Sed felices.
No sé en donde leí que cada uno de nosotros éramos la suma de como nos veían y de como nosotros mismos nos percibíamos. Casi siempre nos quedamos en la primera premisa, sin intentar ahondar en ese conocimiento propio y necesario.
Hace tiempo que realicé ese viaje interior, que me llevo a enfrentarme a mis propios fantasmas, encarnados en esos miedos, en esos tópicos, en esos tabúes que nos anclan a una realidad que nos nos gusta.Y lo hice para poder evolucionar, para poder cambiar y enfrentarme a un nuevo entorno que mutaba todavía más rápidamente.
Hoy he participado en un taller de marketing personal, y me he podido dar cuenta como muchos de los asistentes, que intentaban buscar o mejorar su empleo, habían llenado el curriculum de cursos y experiencia profesional, pero en ningún momento de cualidades, actitudes y valores.
Claro, que para llegar a saber cuales son esos valores, necesitamos realizar esa prospección de nosotros mismos, con el riesgo de encontrar que somos nuestra mayor dificultad para avanzar.
En una entrada anterior de este blog hablaba de las apariencias. Ese es el meollo. Ante una entrevista de trabajo, comentábamos esta mañana, nos preocupa más dar una imagen, amparada en nuestra cualificación profesional, que expresarnos tal y como somos y mostrar nuestras verdaderas cualidades.
Conocernos es aceptarnos, y aceptarnos es empezar a querernos. Y si nosotros nos queremos y aceptamos, los demás también lo harán.
Está bien contemplar las estrellas, pero sin olvidarnos que dentro de nosotros hay todo un universo.
Sed felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario