domingo, 29 de noviembre de 2015

Imaginar que todo es posible



En algún punto de la Historia  en el camino, en la vida, a través de todos los obstáculos que nos íbamos encontrando los seres humanos entendimos que debíamos de supervivir, más allá de la mera subsistencia, que teníamos obligatoriamente que encontrar una vía que en algún momento nos permitiera salir fuera de nosotros y conectar con los demás. Y empezamos a narrar acontecimientos alrededor de una hoguera.  que contaban hechos épicos de lucha, de caza, de muerte.
Pero también descubrimos que había algo más que tenía que brotar de nosotros. Los sentimientos y las emociones se nos agolpaban en nuestro interior buscando  la luz del sol, de la luna, el agua limpia de un manantial o las profundidades del mar, una caricia, un beso, el amor o el desamor. Y empezamos a escribir poesía.

No tengo intención de caer en las categorizaciones académicas de definir lo que es la poesía. Son frías y encorsetadas. No nos paremos a pensar si se  utiliza el verso libre o rimado. Estos son recursos de los que se sirve el poeta para llevar a cabo la construcción artística de un poema que se eleva como un arco de una catedral, sustentado en las cimbras de los versos que se asientan sobre sus emociones. Son los pinceles del pintor o el escoplo y el mallete del escultor. Es cierto que la medida ayuda al ritmo, a las imágenes, la aliteración ayuda a la musicalidad, pero si no hay sentimiento profundo, si no hay autenticidad se queda vacío, porque es incapaz  de inspirarnos y de conmovernos.
El ser humano es el único animal que imagina, y la imaginación es el arma más poderosa para poder crear. Una buena poesía es aquella capaz de hacernos imaginar todo aquello que sentimos y de sentir aquello que el poeta imaginó un día.
Leed poesía, sentid la poesía e imaginad que todo es posible.



martes, 24 de noviembre de 2015

Sobre personas "normales"

¿Cabría la posibilidad de que, como a Caín, un ser supremo grabara en la frente de los asesinos, de los paranóicos, de los maltratadores, el signo de su infamia? Esa es la única posibilidad que contemplo para evitar escuchar una vez y otra, tras la consecución de un delito que el delicuente parecía un buen chico, que era una persona normal.

Lo escuché al hermano de uno de los asesinos de París, de los terroristas que con una sangre fría absolutamente inimaginable habría programado la muerte de decenas de inocentes: "era un buen chico, una persona normal". Lo escuché ayer referente a un individuo, denominado "el Rambo español", condenado a cuatro años de cárcel por atesorar un arsenal de armas y dedicarse a practicar con ellas, grabándose en vídeo, para  luego (además de delincuente es imbécil) subirlo a Internet. También este "buen chico" tenía su casa decorada con tanta parafernalia nazi que parecía la casa de veraneo de las SS. Y como es tan buen chico y tan normal, pues los vecinos de su pueblo piden el indulto.

Buenos chicos, personas normales cosen a puñaladas a sus parejas en plena calle, o matan a sus hijos por venganza , o se deshacen de su progenie recién nacida en un cubo de basura, o abusan sexualmente de niños entre rezo y rezo...

Pues, mis queridos lectores, estoy hasta la peineta de tanto buen chico y de tanta gente normal. Nadie se transforma de la noche a la mañana de santo en Satanás. A lo mejor lo que nos sucede es que, en una sociedad en la que cada uno va a lo suyo, cada vez más individualista,  no se nos ocurre pararnos a observar extraños cambios de comportamientos, mensajes a veces subliminales que son señales de alarma que nos dicen que algo no va bien, que algunos no son  tan normales como parecen; preferimos mirar a otro lado, más que nada para no complicarnos la existencia, que cada uno en su casa y dios en la de todos...

Sed felices.





domingo, 15 de noviembre de 2015

La última Cruzada



Hace ya bastantes años dediqué un periodo de mi vida profesional a impartir español para extranjeros. Uno de los grupos a los que tenía eran trabajadores magrebíes que habían venido a España para buscar trabajo.
Recuerdo que en una de las clases surgió el tema de la influencia musulmana en la cultura española, tanto en la lengua como en el arte o en la ciencia. Me detuve a considerar con ellos cuánto todavía permanecía en nuestra sociedad occidental, en nuestra idiosincrasia, de esa cultura desarrollada en la península Ibérica durante ochocientos años. Hablamos de Al-Andalus, del Califato de Córdoba, de esa maravilla que supone la Alhambra de Granada. Ochocientos años, mucho tiempo para no llevar en nuestro mapa vital genes comunes. 

Pero parece ser cierto que el ser humano no aprende. En vez de apelar a aquello que tenemos en común, hemos vuelto a considerarnos enemigos, a enarbolar los pendones  de una nueva Cruzada , de una nueva Guerra Santa sin sentido.

Se blande la el nombre de Dios como bandera para llevar a cabo actos que no son más que barbaridades nacidas de la mentes enfermas y manipuladas por quienes ven en el estado islámico la solución y absolución de sus problemas y pecados, cuando no son  más que meros títeres en manos de crípticos intereses.

Porque hay más, mucho más, estoy segura, detrás de todo este sinsentido. Mercados oscuros de armas, tráficos de drogas, control del petróleo subyacen como serpientes en sus nidos prestos a morder a través de atentados como los sufridos en París.Monstruos que entonan versículos del Corán y empujan a niños a inmolarse en nombre de Alá.

Aunque, no nos engañemos, Occidente no es mucho mejor. Nosotros machacamos a los débiles entonando otros versículos cifrados en las cotizaciones de la Bolsa y adoramos a otros dioses, los Mercados, como los verdaderos. Empujamos a la desesperación a muchos, recortándoles los salarios, desahuciándolos; a otros les condenamos a muerte mientras pensamos si pactamos o no con las farmacéuticas. Cerramos las fronteras, colocamos trampas mortales para alejar a  aquellos que pensamos pueden robarnos el nuevo Santo Grial.

No cabe duda que lo de París ha sido una barbaridad que no entra en la cabeza de gente de bien. Pero no olvidemos que en otros lugares las libertades se nos están muriendo por no comer, por no aprender, por no tener esperanza.

Sed felices

sábado, 7 de noviembre de 2015

Pesadilla



 Nada más angustioso que las pesadillas. A veces una imagen, una palabra o un recuerdo las desencadena, escarbando en nuestras fobias más ocultas.
Os dejo un microrrelato, en este mes  fúnebre y misterioso de noviembre, sobre estas jugarretas del inconsciente que se difuminan al despertar... ¿O no?


PESADILLA

 ¿Qué miras? ¿Nunca has visto a un arlequín en un trapecio?
Ya sé que no te gusta  el circo y mucho menos los clowns. Que te dan grima, como sueles comentar. Te preguntas, también,  quién es la que, aparentemente, sostiene el hilo como si yo fuera una marioneta.
No te engañes: soy  el dueño de la situación.
¿Todavía no te has dado cuenta? Esa figura de porcelana- otra de tus fobias- que aparece a mi lado eres tú, sola y petrificada por el miedo.
Por el rictus de pánico de tu cara, percibo que empiezas a entender. Es lo que tienen las pesadillas, que son absurdas y repelentes. Oscuros sueños que nos sumergen en una angustia incomprensible. Al fin y al cabo, no soy más que un inocente muñeco.
¿Aún sigues mirando?
Tal vez sea mejor que intentes despertar antes de que sea tarde y ya no puedas…

 Sed felices.


domingo, 1 de noviembre de 2015

La vida que queremos vivir

No soy de pensar demasiado en la Muerte, así con mayúsculas. Sé que es algo inapelable, que antes o después me sucederá. Es lo que tiene la madurez, en algunos casos, que hace que puedas abordar ciertos temas desde la certeza de haberte ya enfrentado a ellos en cabeza ajena.

Hoy no quiero extenderme mucho. Sé que abundar en este tema, a pesar de que son muchos los que no tienen problema en abordarlo, ocasiona cierto reparo en otros.

Solo deciros,  mis queridos lectores, sería bueno que se transformemos este día en un día  de la Vida, con mayúscula. De una Vida que permanece en cada uno nosotros, que nos hace reír, amar, llorar y sentir cada momento, cada sentimiento, cada rayo del sol que ilumina los árboles que veo desde mi ventana. Quienes nos precedieron, si supieron hacerlo, se habrán ido con la tranquilidad de aquellos que han cumplido su destino.Una Vida, que sea  la nuestra, la que queremos.

Quiero dejaros unas palabras de mi padre, al que no  dejo de recordar no solo hoy, sino en ningún día de mi existencia, que me dijo un tiempo antes de dejarnos. De él aprendí a vivir y ,  también, como morir con dignidad y sabiduría.

-" Hija, sé que cuando no esté ya, te sentirás triste, pero no te desesperes por mí. La vida ha sido muy generosa conmigo. Me  voy habiendo vivido la vida que he querido vivir".

Sed felices.