Muchos de mis lectores habrán tenido la oportunidad, el domingo pasado, de leer en el suplemento dominical de un diario de tirada nacional las retribuciones de los consejeros de BFA, Bankia y Cajamadrid en 2011. La banda, que mejor sería la panda, salarial oscila entre el 1.600.000 euros de José Luis olivas (PP) hasta los 173.000 euros de Carmen Cavero (PP), que curiosamente es la esposa de Ignacio González, vicepresidente de Madrid, pasando por toda la escala y adscripción política y sindical : PP, PSOE, IU, CC.OO, UGT.
No sé como este suplemento no se vendía rectractilado, como las revistas porno, para impedir que los niños y jóvenes vieran semejantes obscenidades. Sí, porque es una obscenidad que esta gente se lo lleve crudo, cuando la mayoría de un país las está pasando canutas.
Puede haber alguien que piense que exagero al aplicar este término, obscenidad , pero si buscamos su significado, y así nos lo dice el diccionario, equivale a repulsivo o detestable. Claro, que en este país de meapilas, siempre se ha aplicado a todo lo que tuviera que ver con el sexo y no con conductas como son las que denuncio. Hartos estamos de escuchar a la jerarquía católica clamar contra todo lo que le huela a relaciones sexuales, ya sea homosexualidad, uso del condón o aborto. Pero ni dios, nunca mejor dicho, ha abierto la boca para denunciar semejante inmoralidad.
Lo que ha pasado con Bankia es un robo en toda regla, un pecado, un delito de lesa humanidad. Algunos de sus consejeros multiplicaron por tres o cuatro sus ingresos, sin que ninguno de ellos, ni de derechas o izquierdas, solicitara bajarse los sueldos. Y mientras, miles de pequeñas empresas y autónomos tenían que cerrar sus negocios, porque se les retiraba las líneas de crédito, y ciudadanos veían ejecutadas sus hipotecas de la noche a la mañana, encontrándose sin un techo que les cobijara.
Como decía el poeta, somos un país de charanga y sacristía, devoto de Frascuelo y de María, en el que solo se peca de cintura para abajo y en el que más vale hundir un banco que robar una gallina.
Sed felices...
No sé como este suplemento no se vendía rectractilado, como las revistas porno, para impedir que los niños y jóvenes vieran semejantes obscenidades. Sí, porque es una obscenidad que esta gente se lo lleve crudo, cuando la mayoría de un país las está pasando canutas.
Puede haber alguien que piense que exagero al aplicar este término, obscenidad , pero si buscamos su significado, y así nos lo dice el diccionario, equivale a repulsivo o detestable. Claro, que en este país de meapilas, siempre se ha aplicado a todo lo que tuviera que ver con el sexo y no con conductas como son las que denuncio. Hartos estamos de escuchar a la jerarquía católica clamar contra todo lo que le huela a relaciones sexuales, ya sea homosexualidad, uso del condón o aborto. Pero ni dios, nunca mejor dicho, ha abierto la boca para denunciar semejante inmoralidad.
Lo que ha pasado con Bankia es un robo en toda regla, un pecado, un delito de lesa humanidad. Algunos de sus consejeros multiplicaron por tres o cuatro sus ingresos, sin que ninguno de ellos, ni de derechas o izquierdas, solicitara bajarse los sueldos. Y mientras, miles de pequeñas empresas y autónomos tenían que cerrar sus negocios, porque se les retiraba las líneas de crédito, y ciudadanos veían ejecutadas sus hipotecas de la noche a la mañana, encontrándose sin un techo que les cobijara.
Como decía el poeta, somos un país de charanga y sacristía, devoto de Frascuelo y de María, en el que solo se peca de cintura para abajo y en el que más vale hundir un banco que robar una gallina.
Sed felices...
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