viernes, 30 de marzo de 2012

El mar

Allí esperaba el mar. Inmutable y cambiante.
El mar lleno de azules. que se revolvían en espumas blancas cuando el viento le invitaba a bailar.
El mar que bañaba sus pies morenos en los cotidianos paseos por la orilla, en los que sus pensamientos volaban más altos que las gaviotas o se hundían en las más profundas de las simas más oscuras.
El mar, que al cabo generoso, terminaba devolviendo a la orilla aquello que arrebataba.
Sabía que allí estaba  el mar,  con su perfume salobre, que envolvía su cuerpo y depositaba una  fínisma capa de sal en su piel.
El mar,  que guardaba el secreto de un nombre escrito un día en la arena y que quedó prendido para siempre en las olas que se lo llevaron.

 El mar, distinto pero igual, la esperaba. Y ella fue fiel a su cita.

Sed felices.



jueves, 29 de marzo de 2012

Huelga general

Hace cien días hubo elecciones generales.Ganó por mayoría absoluta el Partido Popular
Yo no les voté.
¿A quién votaste tú? O simplemente no votaste.


martes, 27 de marzo de 2012

Troyano

Creo mucho en las conexiones, en las causalidades, que no en las casualidades (un día me detendré a explicarlo), y quizá sea por eso que al llamarme Elena  me haya encontrado un troyano en mi casa.
Pero no un macizo efebo, de musculosas piernas y faldita corta, así estilo Brad Pitt en la película Troya, sino un virus c..., que se ha colado en mi ordenador bloqueándome el arranque del sistema. Me he puesto de todos los colores. Era imposible pasar de una pantalla en la que se me solicitaba pagar 100 euros, metiendo, claro, mi número de tarjeta. Pasados los primeros momentos de espeluzne en los que he soltado por la boca improperios que harían sonrojarse al más curtido de los gañanes y se me venía encima todo el globo terráqueo, me he puesto a pensar como poder saltarme semejante engendro de Satanás creado por un programador que debe ser el propio diablo. En fin, que los conocimientos adquiridos en los años que he sido formadora en informática (sí, ese es otro de mis encantos ocultos) me ha posibilitado entrar en el sistema, meter un antivirus y cepillarme al troyano de cuajo.
 De menuda me he librado, aunque la lucha contra los virus informáticos es el pan de cada día. No obstante, mientras me dedicaba a  la placentera tarea de "matar" al troyano, que ha durado, entre encontrarle y eliminarle, unos cinco minutos, he reflexionado sobre lo  alejado que estaba Homero de pensar que siglos y siglos después las batallas que libraron los griegos y los troyanos frente a las murallas de Ilión las pelearíamos desde los escritorios, con un teclado y un ordenador, con menos literatura y más maldad. No se trata de vengar la honra, ni de conquistar ciudades. Se trata de algo más mezquino: de robar datos bancarios o personales.
Pasará el tiempo, pero los seres humanos siempre estamos librando batallas, de un manera u otra. Esta noche yo he peleado la mía y he salido vencedora.... por el momento.

Sed felices.

domingo, 25 de marzo de 2012

Tempus fugit

Que el paso del tiempo supone para algunos una inquietud y en casos extremos una obsesión no es ninguna novedad. La Historia y la Literatura está llena de ejemplos en los que hombres y mujeres han hecho lo imposible para retener al implacable Cronos en su inapelable viaje hacia los dominios de Tánatos. Basta recordar a Aguirre en su búsqueda de la Fuente de la eterna juventud o los pactos luciferinos que sirven de base a obras como Fausto o el retrato de Dorian Grey, pasando por ejemplos tan dantescos como el  de la condesa Bartholy, llamada la "condesa sangrienta", puesto que como tratamiento rejuvenecedor optó por bañarse en la sangre de doncellas asesinadas.
 Actualmente estos manantiales y contratos diabólicos se encuentran tras la puertas de los gimnasios y centros de estética, en donde las pociones mágicas adquieren los nombres de liposucción, cavitación, "lifting" o botox.
Ser jóvenes, atractivos y sanos se convierte en la tríada  de la sociedad actual.
Pero mira por donde que una serie de investigadores americanos han descubierto que el gráfico del sentimiento de felicidad en el ser humano a lo largo de su vida adquiere la forma de una U, en la que el punto valle se sitúa en  torno a los cuarenta y seis años, para empezar a ascender hasta llegar al punto álgido en la ancianidad entre los setenta y ochenta años, si la salud respeta, por supuesto. La falta de responsabilidades, más madurez al enfrentarse a las circunstancias y sobre todo, más facilidades para ocuparse de uno mismo, son las causas principales de esta situación más placentera.
"Tempus fugit", el tiempo se va, decían los clásicos. Y además inexorablemente. Pero mientras tanto es preferible intentar disfrutar que quejarnos de lo corta que es la vida.
Hoy hemos amanecido con un cambio horario. Habrá algunos que estarán diciendo que nos han robado una hora de sueño; otros se congratularán de una hora más de sol. ¿Quién disfruta más del tiempo?

Sed felices.


viernes, 23 de marzo de 2012

La donna è mobile

qual piuma al vento
muta d'accento
e di pensiero.


"La mujer es voluble como una pluma al viento, muda de palabra y de pensamiento"
No, no va de ópera esta entrada. Simplemente que la estrofa de una de las más famosas arias, de la ópera Rigoletto, me sirve de excusa para reflexionar sobre la mutabilidad de carácter que se nos aplica a las mujeres y de la que no solamente se han hecho piezas tan sublimes como ésta, sino que ha servido de excusa para chistes y chascarrillos y lamentaciones masculinas.
Amén de  la influencia que la biología tiene en nosotras, y que es indiscutible  que se manifiesta en ciclos, en los que pasamos por distintos estados de ánimo- aunque ya me gustaría a más de uno recomendarle pasar por el S.P.M. (síndrome premenstrual) cada veintiocho días, durante cuarenta años- sería muy simple reducir a esto la explicación. 
Hormonas aparte, este aparente desequilibrio  es más que nada que una herramienta de adaptación al medio y de capacidad de protección de la especie. Las mujeres debemos acomodarnos a distintos ámbitos y sin solución de continuidad pasamos de ama de casa a trabajadora, de trabajadora a cuidadora de ancianos, de cuidadora a amante, de amante a consejera, de consejera a enfermera..... Y así hasta donde queramos llegar, con solo dos manos y un cerebro y en un intervalo a veces de doce horas.
¿Y cómo es posible? Pues eso, generando un carácter capaz de cambiar, capaz de entender todas y cada una de las facetas en cuestión de segundos, ponerse en marcha y buscar las soluciones con los recursos que se tienen.
¿Volubles? No, flexibles. Si no hace tiempo que nos habríamos quebrado.


Sed felices.

miércoles, 21 de marzo de 2012

De leopardos y manchas

Un tío mío, al que motivos que al caso ahora no vienen, le llevaban regularmente a África, me contaba un dicho que tenían allí: "el leopardo nunca cambia de manchas", que viene a ser en versión africana nuestro"genio y figura".
Y es que los seres humanos pensamos siempre que podemos cambiar las actitudes de los otros, que podemos adaptarlos a nuestra forma de ser y de pensar, y cuando no es posible, nos sentimos infelices.
Ya dijo el filósofo que somos nosotros y nuestras circunstancias, y son esas circunstancias las que nos van esculpiendo, tallando nuestro carácter y haciéndonos ser lo que somos. Y lo que somos puede ser que no guste o que a nosotros no nos agrade lo que los otros son, y entonces pretendemos que se acomoden a nuestro parecer o los demás intentarán cambiarnos.
En esto, siento tener que reconocerlo, las mujeres somos más insistentes que los hombres, dado que ellos, y eso ya he tenido la oportunidad de comentarlo en otras ocasiones, suelen quedarse más en la orilla, en lo evidente, en lo más externo - con excepciones, siempre-  sin  ahondar en las causas, mientras que nosotras pretendemos que se amolden a esa imagen de hombre ideal, complaciente, detallista, que nuestra mente forja. Craso error. Porque cuando diseñamos una posible estrategia para llevarnos al otro al huerto nos encontramos que ese otro ya está diseñando la suya para hacer lo mismo, o que, con una resistencia pasiva digna del mismo Gandhi, aguanta el tirón sin inmutarse, y por más que se le diga, sigue convencido de que son los demás y no él, los que tienen que cambiar.
Aunque, por otra parte,  deberíamos pensar que si el leopardo en vez de manchas tuviera rayas, no sería un leopardo sino un tigre.

Sed felices

domingo, 18 de marzo de 2012

Todos los ombligos son redondos

Me permito encabezar esta entrada parafraseando el título de un libro del escritor y humorista Álvaro de la Iglesia, cuyos cuentos y novelas recomiendo encarecidamente, dicho sea de paso, a aquellos que quieran disfrutar de un humor ocurrente.
 Pero no es el análisis literario lo que me motiva hoy a escribir. El titulo de este artículo, que es una obviedad por otra parte, viene a cuento por servirme de excusa para introducir una reflexión a cerca de las personas que se creen diferentes, distintas, especiales del resto de los seres humanos.
Es verdad que nos encontramos a diario, bueno, casi a diario, con personas brillantes en cierta actividades: científicos, intelectuales, deportistas, que se significan en sus campos. Y eso hace que esos mismos, quizá porque la vanidad es una capa difícil de no ponerse, se consideren por encima de los demás. Hay una frase de Albert Einstein que me gusta de manera especial: "Todos somos ignorantes, aunque, por suerte, no todos ignoramos lo mismo". De tal manera que podemos ver a un cirujano de prestigio incapaz de cambiar un enchufe, o a un escritor de éxito no saber ni freír un huevo.
No se trata, sería absurdo, de renunciar a nuestros propios méritos, alcanzados sin duda con esfuerzo, trabajo y tesón, sino de considerar que si se ha triunfado en un campo, no es demérito de otros no llegar al mismo sitio, pues seguro que nosotros seremos deficitarios en otras habilidades.
Al fin y al cabo, todos tenemos el ombligo redondo, aunque algunos se pasen la vida mirándoselo.


Sed felices.

viernes, 16 de marzo de 2012

Todas las novelas empiezan por mayúscula


Todas las novelas empiezan por mayúscula. Da igual de que letra se trate. Se eleva como el pórtico de entrada a una catedral, como las puertas aladas de Nínive, como el arco del Infierno, guardado por Cancerbero, invitándonos a entrar a lo desconocido. Y tras ella sucederán bellas historias de amor, gloriosas batallas o hazañas de héroes .

Y todas las historias terminan con un punto y final. Tan simple, diminuto, trazado con el toque de la punta de un bolígrafo, muchas veces apenas perceptible, pero fundamental. Es la última puntada, es el remate de la historia, es la conclusión sin marcha atrás, que cierra el relato.

Pero en la vida, pocas veces una historia empieza por mayúsculas. La existencia, habitualmente, está narrada en la letra minúscula de lo cotidiano, sin apenas trazos grandilocuentes que puedan ser escritos tras una entrada con mayúsculas. Como tampoco hay puntos finales. Casi siempre se enlazan las vivencias unas con otras, en una insistente y monótona rutina, como mucho hilvanadas por puntos suspensivos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

De cocodrilos, ñus y el pueblo elegido

Yo creo que he superado mi propia capacidad de asombro. Hace meses me quejaba de mi falta de entendimiento de las cosas que estaban sucediendo. Amanecía todos los días- que no es poco, como decía aquel- con la sensación de que el mundo estaba girando al revés. Bien, pues creo que he llegado al punto de saturación. Contemplo las noticias con la sensación de estar viendo el famoso documental de la 2 de la migración de los ñus, sí, ese en el que se los comen los cocodrilos cada vez que cruzan el río, y que a la octava vez que lo ves, casi los que te caen simpáticos son los cocodrilos. Quiero decir que afronto las noticias con la seguridad de saber perfectamente lo que va a pasar, porque siempre pasa lo mismo, como si contemplara una vez y otra la misma película, con los mismos actores y con el mismo desenlace. 
No sé, quizá sea que se me va un poco la olla, pero me da a veces por pensar si no estaremos siendo objeto de una conspiración para matarnos de aburrimiento.
Porque, jo..., no hay solución de continuidad: crisis, crisis, crisis..... y más crisis, y la gente quejándose, quejándose y quejándose. Pero no contentos con ello, el tiempo nos castiga y no nos manda lluvia, haciendo que maldigamos el sol que nos alumbra, un día tras otro, tras otro....y la gente quejándose, quejándose y quejándose
Cada vez nos parecemos más al pueblo de Israel bíblico que perdido por el desierto  no dejaba de gemir y de quejarse y de pedirle a Moisés- por cierto, que paciencia  la de este hombre- que solucionara todos sus problemas. La diferencia, para nuestra desgracia,  es que los Moisés de turno no traen maná sino recortes y no sacan agua golpeando una roca sino que la privatizan. 

Y mientras, seguimos clamando en el desierto, que así nos luce el pelo....

Sed felices.


lunes, 12 de marzo de 2012

De cuerpos astrales y desgracias ajenas

He leído hace poco, en esos artículos  de autoayuda que proliferan tanto y en los que te dan consejos para poder ser feliz, que un método bastante válido es el de contemplarnos en situaciones angustiosas o difíciles como si fuéramos alguien ajeno a nosotros, como si se tratara de otra persona y no pensando que es a  uno mismo a quien  le está pasando semejantes infortunios.
Puede no ser mal consejo, lo que ocurre que veo complicado ese proceso de objetivación, en el que yo pasa de sujeto a objeto, ya que se tiene que producir una  separación de mi yo y del otro "yo". Esto me lleva a recordar un libro que leí cuando era adolescente, cuando como muchos sentía una atracción importante hacia las culturas orientales. Esta obra, que supongo conocida, se llamaba El tercer ojo, cuyo protagonista, un monje budista llamado Lobsang Rampa, narraba sus experiencias y visiones, después de abrirse un tercer ojo en medio de la frente- dentera aparte- que le permitía contemplar el aura de las personas, sabiendo si estaban sanas, eran felices o no. Junto con estas experiencias, también contaba la de los viajes astrales, en la que el cuerpo espiritual se separa del físico, llegando incluso a poder contemplar este último, mientras se flota sobre él, solamente unido por el cordón de plata.
Bien, pues según veo,  años después hemos llegado aquí, en occidente, a la misma conclusión: que para ser felices, debemos abandonar de vez en cuando este cuerpo mísero y dedicarnos a contemplarnos desde fuera, en una especie de bilocación virtual, en un viaje astral, pero sin salida del cuerpo ni cordón de plata, dejando que nuestro "otro yo" sufra como un perro, mientras que nosotros nos quedamos más anchos que largos.
Quizá pueda funcionar. Los españoles siempre hemos sido mucho de contemplar las desgracias ajenas. Y si no, que se lo pregunten a Belén Esteban.

Sed felices.

sábado, 10 de marzo de 2012

Solo un instante...


Fue sólo un instante.
Menos que lo que tarda un parpadeo. Fue eso, un segundo lo que la punta de sus dedos rozó su cara. Una caricia leve, tan leve como un suspiro, como si al tocarle la mejilla temiera que ella desapareciera. Una caricia revestida de ternura,  cercana casi a la condescendencia.
No era el primer contacto que tenían. Un  posar su mano en mi antebrazo para llamar su atención. Los dos besos convencionales de rigor al encontrarse y al despedirse en el departamento.  El brazo pasado por el hombro como señal de camaradería.
No recordaba de que estaban hablando. Realmente lo había olvidado. Suponía que como siempre relatando algunas de sus vivencias mientras él la escuchaba atentamente, observando con esa media sonrisa que habitualmente mostraba, entre divertida y guasona. Tampoco tenía presente que frase desencadenó que su mano se acercara a su cara, y como una ligera brisa se posara en su rostro.
Muchas veces había pensado cómo sería la sensación de encontrarse con su tacto, sobre todo cuando observaba sus manos.
Pues bien, ese roce de ala de mariposa, apartando el mechón de pelo que se empeñaba en cubrir  la mejilla supuso el primero y único momento en el que sus  pieles se encontraron. Su estatus de profesor y alumna se interpuso como una barrera infranqueable.
Con el pasar de los años, a veces le ha recordado, y se ha sorprendido, sintiendo como aquel día, un cúmulo de sensaciones que quedaron prendidas en ese instante.

jueves, 8 de marzo de 2012

El día por delante

Siete y media de la mañana  arriba!... jo, cómo me pica la garganta, este catarro no se me termina de quitar..... ¿qué hago hoy de comida?, ves eso me pasa por no haberlo pensado ayer....¿estará ya la ducha libre? mientras voy a abrir el ordenador, por si ya tengo confirmación de la cita, y...¿qué me pongo? ¿hará día de falda?...porque ya me apetece ponerme falda, a ver , ¡qué lento va este ordenador!, le tengo que limpiar un día de estos, bueno el ordenador y los cristales...y sigue sin llover, así tengo yo la garganta, definitivamente me pondré este vestido, pues no, no ha llegado el correo, bueno a la ducha, brrr, que fría el agua, y este gel  no me gusta, dónde he puesto yo... ah, aquí... estoy pensando que voy a comprar luego unos filetes de pollo y hago una ensalada y vamos que chutamos, ahora a buscar unas medias que...no...tengan..carreras...Ah! éstas....me encanta el desayuno, es lo mejor del día....venga, Luni...vamos a la calle, que ya te veo con las patas cruzadas..., la verdad es que hace una mañana maravillosa aunque necesitamos que llueva, con esta carraspera, no sé como voy a poder hablar...., vuelta a casa, ¡por fin! la contestación al correo, no me fastidies, que me pasan la reunión al lunes... en fin, ¡qué remedio!.... pero Paco se tiene que llevar  la comida....¿te apetece un revuelto de champiñones, sí....?.... te dejo hecho el champiñón, luego tu echas los huevos...,, chao, me voy , que tengas buen día... bueno y ahora ¿dónde he metido las llaves del coche?...¿y el coche? ¿dónde lo aparqué ayer? cualquier día no lo encuentro...¿pero dónde han sacado algunos el carnet de conducir? ....tengo que pasar por casa de mi madre a dejarle las sábanas que le compré, mejor ahora por si se me lía la mañana....¡hola, mamá!...., ¿qué tal?, ya, ya que sé que estás fatal, pero muy guapa, eso sonríe... bueno mami... luego hablamos que tengo prisa... vuelta a dar vueltas para poder aparcar cerca del despacho...otra vez el teléfono, luego contesto... debo terminar hoy sin falta el proyecto, aunque estoy algo bloqueada...¿ y si en vez de filetes pollo hago hamburguesas?... ¡por fin! un sitio!....¡buenos días!, vamos a ver si trabajamos un poquito....
En el ordenador un nuevo correo felicitándome el 8 de marzo.... y sólo son las 10 de la mañana....

Sed felices

martes, 6 de marzo de 2012

La caja de botones

Esta mañana, ordenando el costurero, se me ha venido a la mente una caja de botones que tenía mi abuela. Era de hoja de lata, plateada y azul , con unas letras también azules que decía, eso me lo tradujo mi padre que sabía francés, que era de galletas con mantequilla. Pesaba un montón, pues estaba llenita de botones de todas clases y era uno mis entretenimientos favoritos. Botones grandes, pequeños, redondos, ovalados, de nácar, de pasta, con dos o cuatro agujeros. Se me llena el corazón de ternura al recordar esas tardes en las que me sentaba a los pies de mi abuela, cerca del brasero- con cuidado, nena, no te quemes- y abría la caja y volcaba el contenido en la alfombra. Mi abuela repasaba la ropa, zurcía los calcetines con un huevo de madera y mientras yo ordenaba los botones por tamaño, por colores.
- Cuéntame la evacuación a Valencia, yaya- le pedía, porque sabía que a ella le gustaba explicarme como huyó de los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil, con mi madre de un año, a Valencia, en donde nació mi tío y permanecieron hasta el final de la contienda.
- ¿Y como era el camión, yaya?- yo le preguntaba, aunque me sabía de antemano la contestación.
- Pues un camión militar, hija, un poco destartalado- ella me respondía.
- Y pasaste miedo, yaya- continuaba preguntando.
- No tanto como cuando caía las bombas, mi niña. Además, ya ves, de todo se sale.
Y yo seguía colocando los botones, mientras mi abuela seguía zurciendo la ropa y ordenando sus pensamientos hasta que la luz de la tarde se ponía en el patio y entonces encendía una lamparita, se quitaba las gafas y me decía:
- Voy a preparar la cena.
Yo cerraba la caja con cuidado, guardado ya su contenido y apretando bien los bordes, que seguramente volvería a abrir en breve, encontrándome quizá , para mi sorpresa y alegría, con algún botón nuevo.
No sé que fue de esa caja de botones, pero las tardes con mi abuela en las que aprendí, a través de los avatares que tuvo que pasar, que en los malos tiempos no hay más solución que armarse de valor y tirar para delante, a pesar de los pesares,  nunca se me han olvidado. Hoy ordenando el costurero, lo he recordado y me he sentido bien.

Sed felices.

domingo, 4 de marzo de 2012

Bebidas de lujo

Acabada la comida, dicho sea  de paso, menú del día, tras una sobremesa suficiente, se lleva a cabo el habitual ritual de abonar la cuenta. Y así lo hacemos. Vemos el total y....¡ Oh cielos! ¿de dónde sale semejante precio?
Atónitos y perplejos llamamos al camarero y le preguntamos. El, muy amablemente nos señala un concepto: A.D.G., que arroja 30 euros
- ¿Qué es esto? ¿Un nuevo impuesto?- alcanzo a decir.
- No, señora- me dice el camarero solicito- es la bebida que han pedido.
- Perdone, pero nosotros no hemos pedido ninguna bebida. Nos han puesto dos jarras de agua corriente.-  replico algo indignada.
El camarero me mira condescendiente, como el que mira a un niño pequeño, y me explica:
- Exactamente: Agua Del Grifo....A.D.G
- Pero...pero...¿desde cuando se cobra el agua del grifo como si fuera un vino de gran reserva?
El camarero nos observa con atención y pregunta:
- ¿Ustedes no son de Madrid?
- Pues no, hemos llegado hoy a una visita de trabajo, y estaremos una semana. Somos de Valencia. Y allí solo podemos beber agua mineral y como nos habían hablado tan bien del agua de Madrid, que si era de la sierra, natural, pues por eso la hemos pedido.- contesta mi compañero.
- Pues desde que Esperanza Aguirre privatizó el canal de Isabel II, más vale que pidan whisky de treinta años- contesta el camarero- Ya me parecía a mi que, para un menú del día era una bebida de demasiado fuste, pero, claro, uno ya ha visto de todo. Si me hubieran preguntado, tenemos un Marqués de Riscal a la mitad de precio, pero como me pidieron agua del grifo... Nosotros en mi casa ya nos lavamos y fregamos con agua mineral que nos sale mucho más barato, eso sí, hace peor jabón, pero limpiar, limpia. Y por cierto, que no le hemos cobrado el hielo, eso corre por cuenta de la casa.
Resignados, pagamos la cuenta.
Nos dirigimos al hotel, con la intención de descansar. Cruzamos el hall hacia los ascensores, cuando oímos la voz del recepcionista que nos llama.
- Disculpen, pero tenemos una pequeña duda con su reserva.
-¿ Duda?- preguntamos.
- Sí, porque nos hemos dado cuenta de que no han hecho reserva con el suplemento de ducha.Serían unos 120 euros más....
- ¡Cómo, si la habitación con desayuno cuesta ochenta euros!- exclamo, al borde de la indignación.
- Si, pero no incluye ducharse, solo el agua de la cisterna. Es un servicio aparte. Claro que si se hacen Amigos del Canal de Isabel II, tienen un 10% de descuento en cada ducha y un 5% en el agua de lavarse los dientes.... La tarjeta cuesta solo 30 euros al año. Pero yo creo que si se duchan más de dos días durante su estancia,  les trae cuenta....

¡¡Y en Valencia nos quejábamos de los trajes de Camps!!

Sed felices.

Siempre hay que poner un poco de humor a las situaciones graves y esta situación es pura ficción (por ahora), pero tenemos que impedir como sea que nos arrebaten un bien tan preciado como el agua. NO A LA PRIVATIZACIÓN DEL CANAL DE ISABEL II.










viernes, 2 de marzo de 2012

Grata incomodidad

Todos lo que me conocen saben que soy una apasionada de los zapatos. De hecho, este blog se denomina Mi vida en tacones en parte como homenaje a esos adminículos que rematan  mi atuendo. En este momento que escribo, descanso de una jornada en la que, junto con las amigas, hemos salido de compras y a comer. Y, obviamente,¿ qué es lo que me he comprado?: unos preciosos zapatos de charol color cereza, divinos de la muerte. Cuando me los he probado me he dado cuenta de que quizá no fueran fáciles de domar, pero, ¡son tan bonitos!.
Estoy deseando estrenarlos. No me importa pasar por lo que yo denomino grata incomodidad, que es cuando, por ejemplo, en este caso, te puede apretar un zapato, pero luce tan bien, que no te importa ese pequeño sacrificio. Las mujeres estamos acostumbradas. Si no de qué someternos a tanto ritual, adornos y prendas de ropa que en algunos casos emboscan situaciones que serían declaradas torturas en algunos países. Plataformas imposibles, depilaciones, perforaciones, dietas, tintes ....todo en aras de nuestra apariencia física.
Y si todo acabara en la estética, bien estaría, pero estamos habituadas a ser tan sacrificadas que incluso esa abnegación la llevamos al terreno personal, siendo capaces de aguantar relaciones que a veces aprietan más que unos zapatos estrechos, pero que en el fondo nos producen esa grata incomodidad a la que antes hacía referencia, y a pesar de que en ocasiones con gusto nos descalzaríamos, no podemos evitar sentirnos atraídas por ellas por que nos gustan y creemos poder adaptarnos.
En fin, que sí, que voy a estrenar esos zapatos y cuando acabe la noche, haber quien ha podido más, si ellos o yo.

Sed felices.