domingo, 24 de octubre de 2021

TIEMPO Y ESCRITURA

Me doy cuenta de que cada vez distancio más el tiempo con que me relaciono con la literatura.

Una novela medias, una obra de teatro a medias, un libro de poemas por corregir me esperan todos los días, pacientemente,  a que vuelva a esa tarea que otrora era mi vida.

Escribir fue durante mucho tiempo mi salvación., y ahora lo echo mucho de menos también. Hay días que lo siento como ese miembro fantasma que cuentan, que aún amputado sigue percibiéndose a veces con dolor.

Pero tengo que reconocer que mi cabeza no da para tanto. Este tiempo político, del que por supuesto no me quejo, sino, por el contrario, me siento orgullosa, me tiene abducido el pensamiento y del él surgen pocas ideas literarias. No obstante me obligo a escribir, como el atleta entrena todos los días.

Quisiera, mis queridos lectores, ser capaz de expresaros este "quiero y no puedo" que me invade cuando, ante la pantalla del ordenador, me exijo escribir aunque sea una línea. Y no, no es cuestión de inspiración, sino, más bien de expiración, de sacar hacia fuera lo que se esconde en mi interior.  Pero a pesar de todo, de estas dificultades que os comento, de mí surgen poemas, relatos, artículos, o post como este que hoy os escribo. Algunos se abren como una flor y exhalan ese perfume literario, otros en cambio, responden más a la técnica adquirida, pero les falta alma. Quizá la pandemia me ha desgastado más de lo que yo creo.

Este fin de semana he recuperado, de alguna manera, ese  latido literario a través de la presencia de Ondina Ediciones en la Feria del Libro de Rivas. De alguna manera, sí, he vuelto a sentirme escritora, y arropada por quienes se acercaron a la firma de mis libros. Verme rodeada de mis novelas, de mi poesía me recordó todas esas sensaciones que, cuando los escribía, me invadían; esa emoción de llegar al último capítulo, esa sensación de cerrar un poema.

Volveré a esos tiempos, seguro. La literatura, la escritura y yo somos inseparables, porque está en mí, aunque algo dormida, como esas semillas que esperan la primavera para germinar. En este caso será el otoño, o quizá el invierno, con su recogimiento los que provoquen que tiempo y escritura vuelvan a coincidir.


Sed felices.



domingo, 3 de octubre de 2021

Como los árboles

 Se avecinan cambios. Los habituales cuando pasamos de estaciones: cambiamos el armario, cambia la climatología, se acortan los días... Son esos cambios a los que, más o menos, estamos acostumbrados. pero también se pueden dar mutaciones de otros tipos. 

Tengo que confesaros, mis queridos lectores, que soy una  mujer cambiante, pero como un árbol. Adoro las sorpresas, los retos, aquello que mata el aburriimiento de lo seguro, de lo que sabemos que, día tras día nos ocurrirá. Pero, también, necesito saber que mis raíces están firmemente arraigadas, que mi tronco es resistente. Así afronto no solo con valentía, sino con ilusión, los numerosos  cambios que en mi vida se han ido sucediendo.

Porque mis raíces son mi familia, aquella en la que me crié con mis padres, rodeada de hermanos, abuelos, primos... Festividades celebradas de casas en casa en la que se cantaba, se reía, se comía, eso siempre. Momentos duros en los que hacíamos piña y sabíamos que no estábamos solos. Raíces en las que aprendí valores y recibí cariño.

Mi tronco creció firme, flexible a los avatares, nutrido por el conocimiento, el amor y la solidaridad, que ha podido expandirse a través de mis hijos y mis nietos. Sobre él, mis ramas, que se abren, con hojas que van del verde al amarillo, pero que siempre tienen la esperanza de la siguiente primavera en donde volverán a brotar.

Sí, como un árbol me siento, quizá por ello me reconforte verlos desde  mi ventana, certezas mutables que me saludan como a una igual. Ambos sabemos que los cambios solo son hitos en el devenir de la vida, aquello que nos permite ser distintos para seguir siendo  los mismos.


Sed felices.