lunes, 30 de marzo de 2020

Carta a los medios de comunicación.

Estimados/as directores/as de los medios de comunicación:

Soy consciente de que la noticia de "perro muerde a un niño" no es tan vendible como la de que "un niño muerde a un perro". Pero si lo que ha ocurrido es lo primero y ustede cuentan lo segundo están falseando la verdad. Todos sabemos lo difícil que ha sido el paso de la información en papel a la digital y que ustedes se han dejado muchos pelos en la gatera, pero también, muchos, la dignidad profesional. 

El que los contratos de publicidad que los sustentan dependan de los clics o de la audiencia ha desvirtuado de tal manera la profesión de periodista que ya es irreconocible, salvo raras y honrosas excepciones. Todo vale para que entremos como moscas a la miel a compartir, a retuitear o desinformarnos con la opinión sectaria  e interesada.

Porque no me vale que ustedes se refugien bajo el paraguas de la libertad de expresión, porque, precisamente, la libertad se nutre de la verdad. Quien miente muestra su esclavitud a quien le debe esa mentira. Y ustedes son esclavos de los grandes grupos de comunicación que los tienen cogidos por las pelotas o los ovarios, que tanto monta.

Cuando su parcialidad se dirigía en el día a al desgaste del gobierno de coalición (que les sentó muchos como un tiro), ente temas económicos o legislativos, o se cebaban con la tesis doctoral de Pedro Sánchez, vaya, que aún siendo tremendamente injusto, el daño era parcial. Pero para muchos de ustedes lo importante era defender la voz de su amo, aunque fuera ensalzar la mediocridad de Pablo Casado  o el trifachito.

Pero. ahora, lo que ustedes están permitiendo hacer, o animando, es no vergonzoso sino malvado. Sí, malvado, porque muchos de ustedes permiten inundar el país con noticias falsas en sus diarios, y otros miran para otro lado en vez de denunciarlo, convirtiéndose en cómplices de este "crimen" de lesa ciudadanía.

Ustedes saben que está el país confinado en sus casas, sino lo está  en hospitales, y que la única manera de asomarnos al mundo son sus publicaciones, y, sin embargo, utilizan los medios de comunicación como lija para desgastar al gobierno y a la población. Sus titulares, los que son ciertos, estan llenos de palabras que alarman más que informan y de verdades a medias, que son en realidad medias falsedades. Otros mienten, y mienten para atacar al Gobierno. Claro, que todo vale para que les entren clics en sus web, o vean los programas.

Pero si su actitud, en una amplia mayoría, es haber tomado la determinación de no colaborar a desestresar y ceñirse a la realidad de los hechos, hay algunos que son auténticos criminales, como es el caso de OK Diario. ¿Qué hacen ustedes que permiten que alguien como Eduardo Inda se ponga a la misma altura que ustedes? ¿Cómo es posible que se le permita seguir ejerciendo cuándo es el rey de la fakes news? A ustedes, los que se les supone más profesionales,  les está pasando lo que al PP con VOX, que cada se parecen más al libelo de Inda, perdiendo credibilidad.

El presidente del Gobierno les dió las gracias el otro día por su colaboración, no creo que se la merezcan del todo. Porque si es cierto que hacen pedagogía con las medidas a tomar como prevención, no lo es más que día a día buscan como retorcer esa noticia para que en vez de alivio siga siendo carnaza para los buitres, aumentando los clics y los shares.

Una pena.





jueves, 26 de marzo de 2020

Carta abierta a Pablo Casado

Su señoría:

Estoy segura de que nunca llegará a leer esta carta, aunque siempre me queda la esperanza. También estoy segura de que lo que diga, si lo llegara a leer, le resbalaría, porque lo suyo no es una cuestión de ideología, sino de ambición de poder, de un poder que usted y todos sus adláteres ansían,  aunque sea a cambio de hacer constantemente el ridículo del que va en pelotas y quiere hacernos creer que lleva un bello traje.

Si no tuvieran detrás el aparato de periodistas afines a ustedes, que se encargan de moldear sus palabras para que parezcan dichas con algún sentido, cada intervención suya sería el centro de un programa cómico, dicho esto con todo el respeto para el que se gana la vida haciendo reír. A usted le pagan por hacer política, no por fabular.

Con la que tienen ustedes encima en Madrid, con la gestión tan nefasta que han hecho, aún tienen la poca vergüenza de pedir al Gobierno de España responsabilidades. Es como si la constuctora de un edificio, al que le ha puesto unos cimientos de pacotilla, pidiera cuentas al presidente de la comunidad de vecinos mientras este intenta sacar a la gente de los escombros. Señoría, usted es indigno del cargo que ocupa, usted y toda la bancada popular. De su socio verde ya ni hablo, porque le doy por perdido.

De nada le van a servir las cortinas de humo que lanza hablando de que el Gobierno está descalificado.  Esto es como el que escupe al cielo y le cae encima.

Habrá, claro, quien culpe al Gobierno, de eso y de que no funciona el semáforo de su calle. Estamos acostumbrados. Pero también lo estamos a que ustedes se refugien en los muertos para hacer oposición, sin ir más allá, sin haber aportado su granito de arena a soluciones. Veáse la señora Ayuso que va perdiendo aviones con mercancías y equipamiento sanitario, después de haber prometido que esto iba a ser Jauja. Tanto, que una jueza ha impuesto medidas cautelares para que se provea a los hospitales de Madrid ante el caos. En cambio, el tribunal Supremo no ve necesario incoar al Gobierno las misma medidas, pues piensa que se están haciendo todos los esfuerzos.

Señor Casado, su papel no es mejor que el de muchos que inundan las redes dando lecciones y sin alternativas. Perece mentira que sea usted el jefe de la oposición, cuando sus palabras no van más allá de la de muchos, que seguramente les votan: odio eterno a Pedro Sánchez. La moción de censura y dos derrotas electorales se le han enquistado.

Don Pablo, señoría, debería usted medir bien sus pasos, porque en el otro lado, en ese que usted tanto critíca, detrás de la primera línea visual, hay miles de profesionales que saben a ciencia cierta lo que ha ocurrido, pero ahora están en lo importante y en silencio. Cuando esto haya pasado, muchos ya no se callarán y todo  el fango que llevamos arrastrando en España en materia de Sanidad durante tantos años subirá a la superficie.

Llevamos tres años con un Gobierno sin presupuestos, ejecutando el último que dejó su partido, esa es la realidad. Y en Madrid, región donde ustedes llevan gobernando más de 20 años que quiere que le cuente.

En fin, que tengo la intuición de que cómo no cambien las tornas, no es precisamente el futuro muy halagüeño para usted. Repito, aquellos a quienes ha obviado tanto tiempo tienen el foco social  puesto sobre ellos y hablarán.

Cuídese, que aunque el país no le necesita, su familia,  sí.

PD. Le recomiendo ver las ruedas de prensa de los responsables todos los días, para que compruebe el "abandono" de la situación por parte del Gobierno.

domingo, 22 de marzo de 2020

MALDITA HEMEROTECA La sanidad víctima de los recortes.


(Diario 16- 2018)


La crisis provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria y el consiguiente hundimiento del sistema financiero que llevó a España al rescate bancario se cobró la primera víctima de forma casi inmediata: la sanidad pública. La mayoría de los economistas coinciden en que el buque insignia del Estado de Bienestar en España, su sistema sanitario universal y gratuito, ha conseguido resistir a duras penas el vendaval de la crisis y los consiguientes recortes del último Gobierno del Partido Popular, aunque si lo ha hecho ha sido en buena medida gracias al esfuerzo de los profesionales que trabajan en el sector, tanto médicos, como enfermeros y personal auxiliar que se han dejado la piel en hospitales y centros de salud −generalmente en condiciones precarias, cobrando los salarios más bajos de Europa y haciendo horas extraordinarias−, para seguir ofreciendo el mejor servicio a los pacientes. Sin embargo, pese al esfuerzo del personal y su loable tarea en defensa de la sanidad pública, el daño que ha sufrido nuestro sistema sanitario ha sido muy importante, quizá irreparable. 

Desde el año 2009 hasta el día que Rajoy cayó en una moción de censura, el porcentaje del PIB que el Estado ha invertido en la salud de los españoles ha pasado del 6,9% en 2012 al 6% en 2017, lo que ha supuesto una pérdida de entre 10.000 y 15.000 millones de euros en los presupuestos generales del Estado durante ese período negro. España terminó siendo el tercer país que menos gasta en sanidad, por detrás de Grecia y Luxemburgo. Además, cerca de 10.000 médicos, muchos de ellos jóvenes, es decir, nuestro mejor capital humano en conocimiento y talento, han sido despedidos, y las plazas de los facultativos que se han jubilado no se han cubierto adecuadamente, según denuncian fuentes consultadas por Diario 16 en la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM). Consecuencia inmediata: la sobrecarga de trabajo de los médicos se ha trasladado al paciente −primer damnificado de la difícil situación al recibir un servicio sanitario cada vez de peor calidad−, las consultas por enfermo ya no sobrepasan los cinco minutos de media, las listas de espera han aumentado de forma considerable, numerosos quirófanos, ambulatorios y unidades especializadas han terminado por cerrarse, la investigación contra enfermedades y tratamientos se ha visto seriamente afectada, la inversión en la compra de aparatos y nuevas tecnologías se ha estancado, el precio de los medicamentos se ha disparado peligrosamente (castigando el bolsillo de los más débiles, sobre todo enfermos crónicos y pensionistas) y todo el sistema exitosamente construido durante los últimos cuarenta años se ha resentido y ha hecho aguas por los cuatro costados.

jueves, 19 de marzo de 2020

LO IMPORTANTE

A veces los seres humanos carecemos del sentido de la ponderación, de conocer, realmente qué es lo importante, para pararnos en aquello que nos produce disfunción a nuestro propio ombligo, o nos ponemos  a reivindicar lo que no toca.

Esto no va de señalar a quien ha tenido un comportamiento dehonroso cuando se le suponía, o mejor dicho se le exigía que fuera otro. Tampoco de que nos levantemos con el sistema de Estado cambiado, mientras tenemos en las UCIs a compratiotas luchando por su vida, mientras otros, en una pelea menos trágica, intentamos mantener la calma a pesar de los agoreros, de los pesimismtas vestidos de realismo, de los virólogos intitulados, de los cientos de "presidentes de gobierno" que ya conocían la situación incluso antes de que sucediera, y que ahora se sacan su frustación a tirones denostando todo lo que se  está haciendo.

Decía William Shakespeare que lo que temía no era su miedo sino el miedo de los demás, porque ese no lo podemos controlar, y lo mismo  hace que se vacíen los supermercados con una bolsa de plástico en la cabeza, como que se roben mascarillas, o se lancen bulos constantes en las redes con el solo objetivo de destruir los pequeños escudos de voluntad y firmeza que tejemos cada día.

Nadie se había imaginado esto, nadie. Pero en otro tiempo, el tiempo, valga la redundancia, estaba lleno de tragedias personales que pasaban desapercibidas en el devenir diario: deshaucios, violencia contra las mujeres, empleo precario, ancianos muriendo en soledad, listas interminables de espera para ser antendidos por la Sanidad pública, recortes en la educación, migrantes muriendo en pateras... Una lluvia fina que a muchos les calaba hasta los huesos .Ahora hemos de afrontar un temporal que nos está empapando todos, aunque algunos sigamos abriendo los paraguas de la esperanza.

Pero no nos afectaban porque teníamos trabajo, viviamos cómodamente, llenábamos los carritos y nuestros hijos conocían al dedillo los pasillos de los centros comerciales. Un realidad en la que Primar se había convertido en la catedral del consumo. Porque es eso, en definitiva lo que nos han quitado a quienes, por suerte, aún no padecemos la enfermedad: la posibilidad de consumir; pero no la vida.

 Cuando esto pase espero hacer balance y encontrar que mi actitud fue la de ser responsable con la sociedad, y haber contribuido a hacer más llevadera esta situación. Haber sido paraguas y no granizo.

Y eso es lo único importante. Lo demás, puede esperar.

martes, 10 de marzo de 2020

MURALLAS DE PAPEL HIGIÉNICO

No tengo miedo, estoy indignada. Y siento una impotencia enorme frente a una situación que se nos está escapando de las manos. Los mensajes apocalípticos ya han tenido como consecuencia las reacciones de pánico, ante lo que no es causa. ¿Qué sociedad es está que esquilma los comercios presa de un  miedo irracional?

Aunque a nadie nos guste la enfermedad, por supuesto, (esto es una verdad de perogrullo), los virus conviven con nosotros desde que el mundo es mundo, y la mortalidad es la única certeza que, como seres humanos, tenemos.

Nuestro cuerpo, esa maravillosa máquina, con ayuda de la medicación o solo, es capaz de enfrentarse a los contagios y superar la batalla contra estos seres microcóspicos. Y esta vez no va a ser menos. Pero para lo que nuestro cuerpo y mente no está entrenado es para padecer durante semanas titulares alarmantes, escalas de contagios y cifras de muertos, sin solución de continuidad. Todo vale para mantener los índices de audiencia y los clics.

Esto no es una pelea contra el CORVID-19, es una pelea para no perder el norte y la serenidad. Y en este momentos, muchos, la han perdido. La imágenes de los supermercados me han puesto los pelos de punta, más que las cifras de contagios. ¿Qué sentido tiene comprar decenas de papel higiéncio? ¿Alguien ha hablado de desabastecimiento? Personas que hasta ahora las tenía como sensatas elevan a la enésima potencia la catástrofe.

Y por si fuera poco señalan que la situación bursátil  es igual que cuando la caída de Lheman Brothers, sabiendo que ni las causas, ni el tipo de producto es el mismo. Pero da igual, hay que mantener a la gente hipnotizada ante la TV y con el dedo en el ratón.

Quizás ahora sea el momento de recordar que en Madrid hay cantidad de hospitales con plantas cerradas, con falta de personal, gracias a la política de Partido Popular y adláteres, que en este momento paliarían el riesgo de colapsar el sistema si aumentan los enfermos.  Es mejor amendratar a la población para que se pertrechen en sus casas tras una muralla de papel higiénico.


Estoy absolutamente desconcertada, porque mi capacidad de comprensión se ha visto superada. Pero una vez más me aferro a la idea de que pasará, como tantas cuestiones han pasado. Las vacas locas, la Gripe A, la Gripe Aviar.... 

Pero, igual que entonces, no aprenderemos...