domingo, 31 de mayo de 2015

Charanga , pandereta e incoherencia

Decir que el fúbol me importa un pimiento es caer en la reiteración por tantas veces que lo he dicho, pero, es cierto, me importa un pimiento. Por eso ayer sábado, día en que se jugaba la Copa del Rey, encontré muchas otras cosas interesantes a las que dedicarme en vez de ver el partido.

Pero hoy, al leer las noticias, me topo con el hecho de la pitada que se le dio al himno nacional por parte de algunos, imagino que no todos, asistentes. No cabe duda que, como diría el maestro Machado, seguimos siendo un país de charanga y pandereta, además de una incoherencia supina.

No importa que el trofeo que se dispute lleve el nombre del Rey de un país cuyo himno se denosta, no importa, porque se juega con ilusión y cuando se gana se eleva y se celebra con orgullo, aunque minutos antes se haya insultado al himno o a la bandera. Me entero, además, de que es un trofeo que se juega de manera voluntaria. Eso, aquí y en Tombuctú, se llama, repito, in-co-he-ren-cia.

No discuto en absoluto los sentimientos que tenga cada ciudadano respecto a como siente su patria, su territorio, pero no comulgo con las ruedas de molino de la manipulación que supone sacar el espantajo siempre de los nacionalismos cuando hay que despistar de otros problemas más importantes, como es la situación económica o la emergencia social.

 En fin, que tampoco merece seguir dando vueltas a esta rueda de molino. En el día a día todos los que sensatamente pensamos que estamos en un proyecto común, que son mucho más las cosas que nos unen que las que nos separan sabemos que esto no es más que un brindis al sol y que no ofende el que quiere sino el que puede.

Felicidades al Barcelona y ...

Sed felices.

domingo, 24 de mayo de 2015

Elecciones III: el voto y la conciencia

Un camino conocido que por primera vez desde hacía tiempo no recorría temprano, llevando colgada del cuello la acreditación de apoderada de su partido. Por primera vez, desde hacía tiempo no controlaría que las mesas del colegio electoral que la correspondía se formaran de la manera adecuada. Por primera vez, desde hacía tiempo solo era una ciudadana más que se acercaba a las urnas para votar.

Para ella unas elecciones siempre eran un acontecimiento positivo, aunque no hubiera muy buenos augurios para su partido. Pero hoy, mientras caminaba para cumplir con su deber ciudadano, se sentía envuelta en algo parecido a la tristeza.

Lo bueno o  malo de unos comicios municipales es que se conocen a los candidatos no solo como políticos, sino como personas y ella había visto como se habían sucedido extrañas adhesiones a formaciones de quienes habrían dado su mano derecha por lo contrario, aferrados a siglas que se habían convertido en su tabla de salvación para acceder o para mantenerse en el poder fuera como fuera.

No entendía por qué algunos estaban en donde estaban defendiendo  no hubieran defendido un año antes, convirtiéndose en opositores de aquellos de quienes llevaban comiendo mucho tiempo. Y menos comprendía por qué se daba carta de identidad a quien jamas había demostrado ninguna capacidad . Todo envuelto en compromisos con demasiada letra pequeña.

Al llegar a la verja del colegio se paró. Por primera vez en su vida dudó. Los vecinos y vecinas entraban y salían en un devenir constante, pero ella se resistía a traspasar la puerta como si se tratara de un viaje sin retorno.

Entonces se dió cuenta de que, como ella siempre defendía, tenía que seguir luchando desde dentro. Que su única alternativa para defender los valores y los principios de aquellos oportunistas, desleales y charlatanes de feria era seguir las reglas del juego. Que su compromiso no era con su partido, ni con sus vecinos sino con ella misma y con su conciencia.

 Abrió el bolso, sacó el DNI con los sobres preparados desde casa y votó.

Sed felices.


domingo, 17 de mayo de 2015

Elecciones II: el pan para hoy y el jamón para otros

Reconozco que después de años en los que la actividad política me había absorbido, esta vez me siento un poco distante de toda la campaña electoral que estamos viviendo y que culminará el próximo día 24 de mayo.Seguramente la razón sea que  estoy inmersa en otra de mis pasiones, la literatura, y como soy mujer de entregarse en cuerpo y alma, es ésta actividad la que me apresa, alejándome de otras.

No obstante, y ya lo he dicho innumerables veces, amo la política. Me parece una de las actividades más nobles, dirigida a mejorar la vida de las personas.Por eso me sulfura de un manera grandiosa el uso torticero que se da de ella. Claro que puede hacerse porque se consiente.

Llevamos meses desayunando cada día con encuestas con las previsiones de voto, y en todas vuelve a salir aunque no con mayoría absoluta, faltaría más, el Partido popular. Entonces, muchos nos rasgamos las vestiduras y muchos nos preguntamos cómo es posible que gane un partido que ha llevado al país a una situación tan complicada de recortes, de penurias y de estrecheces. Pues gana porque le votan: ni más, ni menos.

No nos engañemos. No somos un país mayoritariamente de izquierdas. Somos un país sin apenas ideología, sin sustrato histórico como ciudadanía. Nos gusta más llamarnos pueblo, en una concepción absolutamente estamental. Y de una manera totalmente posibilista votamos a quien nos saca las castañas más inmediatas del fuego, aunque otras se nos churrusquen del todo. No pedimos más que nos dejen la fiesta en paz y gane nuestro equipo de fútbol.

Se reactiva la economía, dicen, y escucho con espanto que uno de los factores es la construcción. Vuelta a caer en la misma trampa. ¿Dónde ha quedado la inversión en I+D+I? ¿ La nueva marca España?

En pan para hoy y hambre para mañana, mientras el jamón se lo comen otros.

Sed felices.




domingo, 10 de mayo de 2015

Elecciones: El bipartidismo y sus mini yo

He estado resisitiéndome como gato panza arriba en entrar al trapo de las elecciones, pero como ya estamos en campaña, y lo de la política lo llevo tatuado a sangre y fuego, voy a dedicar estas líneas al proceso que se nos vienen encima dentro de dos semanas.

Ya, ya sé que la sensación que tenemos todos es que llevamos en campaña desde hace más de un año. No es para menos. Desde la irrupción del primer partido emergente, léase Podemos, han sido un día sí y otro no de encuestas, pronósticos, debates, etc. Y si éramos pocos, parió la abuela. A partir de enero surge como la espuma de la cerveza Ciudadanos. Ambos partidos considerados el malleus malificarum (1) del bipartidismo, o lo que es igual, del PSOE y PP.

No sé vosotros, mi queridos lectores, pero lo que yo contemplo no es un cuatripartito, sino dos partidos y sus mini yo, como el malvado de las películas de Austin Powers.

Cuando Pablo Iglesias comienza aparecer hasta en la sopa su principio inamovible fue acabar con la corrupción: chapó. A partir de su triunfo en Europa con Podemos, hubo que crear una estructura de partido, de dotarle de ideología para salir al ruedo. Pablo Iglesias (el nombre debe  pesar y yo creo que hay algo de complejo de Edipo no resuelto) y su equipo comienzan a decir digos donde hasta entonces dijeron diego. Para mayor abundamiento,  son confesos de querer reproducir el PSOE de los años 80... ¡Ah, cuánta nostalgia! Pero de sustrato ideológico propio cero patatero. De programa volando voy volando vengo.

Entonces, aparece el cuarto en discordia, Albert Rivera, al que conocemos por su desnudez tanto de cuerpo como de lengua, y comienza la reconquista desde Cataluña, con un discurso muy nacionalista español,  tirando a "Santiago y cierra España". Guapo, en eso le lleva ventaja a Iglesias, lo siento, con empaque y don de palabra, ha comenzado a chupar el voto del centro derecha. Pero no nos engañemos, ese estilo ya es conocido. Yo lo llamaba estilo Gallardón por el ex presidente autonómico, ex alcalde de Madrid y ex ministro( ¡jo, que carrera el mozo!) Alberto Ruiz Gallardón. Estilo que muestran ciertos muchachos de derechas "guays", pero que en cuanto tienen cancha se le aparecen el yugo y las flechas .

Pero, me diréis alguno de vosotros, ¿y la corrupción? Pues sí, ambas formaciones emergentes están libres como tales de semejante lacra, todavía no han tocado pelo, pero no así quienes componen las listas. Porque, y eso se nos olvida siempre, no son los partidos corruptos, sino las personas.

Pues eso, un cuatripartito que se resumen en dos: centro derecha y centro izquierda, o sea puro bipartidismo ideológico.

Ya les hemos visto mover ficha en Andalucía impidiendo que gobierne la opción más votada.Lo que nos queda por ver...

Sed felices.


 (1) Malleus malificarum: Martillo de brujas.



domingo, 3 de mayo de 2015

Amor incuestionable

Hoy es domingo, aunque un domingo peculiar. Es el día que se dedica a las madres, por aquello que está bien señalar de vez en cuando la tarea que hacen, bueno que hacemos, aquellas que hemos sido bendecidas por la maternidad.

No puedo decir que me disguste, aunque no soy mujer de conmemoraciones. Soy, como bien sabéis, más del día a día. No obstante, como manda la tradición, mis hijos comerán en casa, y mientras escribo esta entrada el aroma del asado ya sube por la escalera.

Muchas veces me he preguntado si he sido, si soy una buena madre. Tal vez la vida que he llevado, siempre liada con el trabajo, con unos horarios imposibles, me ha hecho temer a veces que no llegara a estar a la altura de las circunstancias. Pero el tiempo, ese gran aliado que todo lo cura y que escribe los mejores finales para nuestras historias, me ha mostrado que no lo he debido hacer tan mal, cuando veo a  los dos hombres buenos y cabales que son mis hijos.

Sé que igual que nos soy una mujer fácil tampoco he sido una madre fácil. Como he dicho mis distintos quehaceres  en el trabajo, la política y luego en la literatura han ido dibujando un retrato de alguien peculiar.

Recuerdo una vez que mi hijo David me llegó a decir que no "era una mamá como otras que sentaban en un banco para comer pipas". No, no lo era. Pero en cambio les escribía cuentos,  jugábamos a la búsqueda del tesoro y veíamos películas de dibujos juntos.

Mis hijos han estado conmigo en momentos muy duros y también muy felices, y su mano en mi mano, su abrazo, su risa, han sido motores en mi vida. Sin ellos, seguro no habría sido lo que soy.

A pesar de mis años, cada día dudo de más cosas, de su realidad, de la verdad. Cuestiono casi todo, excepto  el amor hacia mis hijos. Un amor sin fisura, prieto y dulce como el fruto más sabroso.

E infinito.

Sed felices.