sábado, 30 de abril de 2022

Fakes news, el otro “virus”

 

Una de las más grandes lacras que llevamos sufriendo los demócratas son las noticias falsas que pululan por todos los medios de comunicación distorsionando la verdad para favorecer interese particulares y espúreos. Pero, también, las fakes news son ante todo una amenaza para el periodismo. Aunque hay que señalar que las hemos sufrido antes y, si no tomamos medidas, las seguiremos sufriendo cuando esta crisis  haya pasado.

Según opinión del MIT de Masachusetts el poder de la fakes news es tan preocupante que mucha gente reconoce tener dificultad para distinguir lo que es verdad de los que no lo es. El afán de conseguir seguidores, clics, o de compartir contenido hace que, incluso cuando no haya malicia por medio, exista el riesgo de no tener tiempo de contrastar las fuentes, y por tanto muchos medios de comunicación están publicando noticias sin el rigor que debieran. Esto genera, como ya se ha señalado, la amenaza de la pérdida de confianza por parte de los lectores.

Llevado lo anterior a nuestro país,  86% de los españoles tiene dificultades para distinguir entre 'fake news' y noticias verdaderas tal y como nos muestra ‘EI Estudio sobre el Impacto de las Fake News en España'[1]. También se importante señalar que cuanto más avanzada es la edad más complicado es distinguirlas. Y no olvidemos que la falta de formación también es un terreno abonado para la credulidad de estas noticias falsas.

¿Cuál es el motivo de estas fakes news? Un 90% de la personas que las distribuyen creen que no son dañinas; un 7% por razones comerciales; sólo un 3% reconocen que lo hacen por hacer daño o menoscabar la fama de alguien.

Pero no todo son porcentajes. En esta distribución de la falsedad hay que sumar un concepto que surge en 2017: la posverdad, que no es más que la circunstancia en que lo objetivo influye menos en la gente que las emociones. De esta manera se pueden explicar fenómenos tales como las victorias de Trump y el Brexit, o el ascenso de la ultraderecha en España, cuyos discursos no soportan un análisis racional, pero sin embargo conmueven los tejidos más internos de nacionalismos y patrioterismos.

Curiosamente es este factor emocional el que hace que repliquemos mucho más las noticias que nos prov
ocan ira que las que nos provocan tristeza. Esto confirma que las falsas noticias se crean para exaltar sentimientos negativos que pueden provocar llevado al extremo, odio, y que son aprovechadas por facciones políticas cuyo nombre no viene al caso, pero que está en la cabeza de todos.

¿Qué hacer para protegernos de estas fakes news? Pues como con todos los virus intentar no entrar en contacto con ellas, si es posible. Suele dar resultados aplicar el sentido común.  Antes de compartir como locos, comprobemos la fecha de la noticia, veamos si las imágenes que presenta están pixeladas o retocadas, si el texto tiene faltas de ortografía o no. También suele ser positivo acudir a las fuentes que se aluden. Y, sobre todo, huir de aquellos medios sospechosos, como blogs desconocidos, o perfiles que quieren imitar a los de personajes conocidos, pero deformando el nombre.

No son buenos tiempos para la verdad, pero con sensatez podemos vacunarnos y dedicarnos a lo que compete, que es acabar con esta crisis y retomar nuestra vida, colaborando desde nuestras casas para que pronto volvamos a recuperar el pulso y la normalidad, el abrazo y  el encuentro.

 



[1] Realizado por la empresa de estudios de mercado Simple Lógica y el grupo de investigación en Psicología del Testimonio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), dirigido por Antonio L. Manzanero (2017)

 

 

domingo, 24 de abril de 2022

Ser buena

Este ha sido un fin de semana lleno de experiencias muy variadas entre la gastronomía y la literatura, y de ellas he dado  cuenta en redes.

Pero también he llevado a cabo otra, que me es muy gratificante, y que consiste en oficiar bodas. Tuve tres el sábado. Una vez terminadas, y antes de marchar, estuve hablando con una persona que me acompañaba en las tareas de vigilancia. Comentábamos situaciones y  decisiones, cuando esta persona me interrumpió diciéndome:

- Debería dar charlas...

-¿Sobre?- dije yo.

- Sobre ser buena persona. Tú lo eres y mucho.

Perdonad mis queridos lectores si esto que escribo suena a vanidad, pero os puedo decir que me causó una gran asombro. No el que me consideraran buena persona sino que me elevaran por ello sobre otros. Hay muchas buenas personas, muchas, pero no se las oye, ni se las ve como a las que no lo son tanto. Porque, en mi opinión,  es mucho más costoso ser mala que buena persona, y eso llama la atención. 

Cuando era una niña y me hacían una faena echaba algo de menos no tener la capacidad de ser vengativa o de portarme mal, y alguna vez se lo trasmití así a mi padre. Siempre me respondía que ser malo cuesta mucho, tanto que te convierte en un ser infeliz.  La maldad se nutre de ambición, de envidia, de frustración: con estos compañeros de viaje no ha lugar para la felicidad, aunque aparentemente los villanos luzcan una sonrisa de hiena y de triunfo.

Ser bueno cuesta, cuesta mucho y a veces hasta lágrimas, pero hemos de pensar que lo que está en juego es nuestra paz de espíritu y el ejemplo que damos a los demás. Además, porque no creer en ello, está el karma que, en mi caso, siempre ha sido generoso. Quizá porque nada hay, a estas alturas, que me haga traiciona mis valores, sobre todo la lealtad y la coherencia.

Así que, mientras nadie me indique lo contrario seguirá siendo como soy, parece ser que buena,
a pesar de algunos o quizá por ellos...

Sed felices: hoy luce el sol.


domingo, 3 de abril de 2022

HUBO UN TIEMPO

 Hubo un tiempo en que este blog era mi refugio diario, el lugar en donde volcar mis pensamientos, mis temores, mis deseos. Hubo tiempo en el que este espacio me permitió empezar a dirigirme a los demás, a permitir que leyeran mis palabaras antes de publicar mi primer libro.

Han pasado ya doce años desde mi primera entrada. El devenir de mi vida ha ocasionado que me haya alejado de esa costumbre de escribir. Hoy me he dado cuenta de que ha pasado casi un mes desde mi última entrada.

Pero es que los días, las semanas y los meses cada vez pasan más rápido. Ya sé que puede sonar a tópico, pero tengo la sensación de que voy detras de cada momento intentando que me dé la existencia, intentando no abandonar los hábitos que tanto me sirvieron para no perder a veces el sentido de la vida, esa vida que es demasiado corta para ser solo una.

Releo algunas de los artículos de esta bitácora, que llamé en su momento MI VIDA EN TACONES por esa pasión mía por los zapato altos. Paradoja vital es que ahora ya no puedo presumir con tanta altura, mis rodillas se acaban resintiendo.

Bien, pues como digo, hago un repaso y me doy cuenta de que personas o acontecimientos que tanto fueron en su momento en mi vida poco a poco han ido quedándose en ese rincón en donde se van acumulando los recuerdos. Eso me produce una sesación agridulce, ya que, por una parte, fueron importantes en mi vida, pero por otra han terminado siendo solamente un retazo en el lienzo de mi memoria.

Quizá tenga que ser así: quizá tegamos que dejar huecos cuando el interés decae para que otras personas y otros asuntos ocupen esos lugares, y entonces vuelvan a encender la pasión que motive a contar ,a abrir el alma y dejar salir las emociones.

Sí, hubo ese tiempo en el que la vida se me quedaba muy corta, en el que las pérdidas se sucedieron en mi vida y los sentimientos brotaban a flor de piel. Y como ya os he dicho, mis queridos lectores, este lugar me acogió para permitirme empezar encontrarme con aquella que fui y que, por avatares del destino, deje de escuchar.

A  pesar de que ahora deje pasar el tiempo, siempre es consolador pensar que existe este lugar y las palabras para no sentirme sola entonces y ahora.