lunes, 30 de junio de 2014

La última copa



Un cóctel más que cerraba una presentación más de un nuevo producto. Corrillos  en los que se hablaba, se reía y se decidían subidas y bajadas en la Bolsa.

Un camarero  me ofreció una copa, aunque esta no era una copa más. Era la última copa de cava . Lucía como el oro, solitaria, en el centro de la bandeja

Fui a cogerla. Mi mano rozó con otra de largos dedos y uñas carmín. Levanté los ojos y me cruce con sus ojos profundos  y  su sonrisa que parecía pintada de coral. Con un gesto cortés  le indiqué que tomara la copa. Ella me lo agradeció con un simple movimiento de cabe.za, manteniendo la mirada.

Lentamente se llevó el dorado líquido a la boca y dio un pequeño sorbo. Luego me la ofreció. 

La recogí como si fuera un cáliz sagrado y bebí, cerrando los ojos, por el mismo lado en el que habían quedado impresas las huellas de sus labios rojos, absorbiendo ese improvisado beso con aroma a burbujas.

Nunca supe su nombre ni la volví a ver, pero siempre recordaré su sabor a fresa y cava.

Sed felices.

domingo, 22 de junio de 2014

Sirena

Descendió con precaución los escalones excavados en la roca viva. El mar lamía suavemente el acantilado, ya reposado. Era el mismo mar que unas horas antes rugía cabalgando sobre el temporal mas fiero que jamás se hubo visto .

Ya en el último peldaño, sintiendo el agua bañando sus pies, se desnudó. Su cabello oscuro flotaba mecido por la  brisa del mar y el sol acariciaba su piel dorada. Sin pensarlo se lanzó de cabeza al agua que en un frío abrazo la recogió.

Con hábiles brazadas comenzó a nadar hacia el horizonte. Siempre le había gustado nadar. Desde pequeña soñó con ser una sirena y surcar los mares rodeada de peces y de corales. Amaba el mar  más que nada en el mundo, o por lo menos así fue hasta que le conoció. Entonces su corazón se llenó de sus ojos, su cuerpo de sus manos y su boca de sus besos  Y olvidó su sueño para entregarse al amor

Siguió nadando hasta que las fuerzas le flaquearon. Se tumbó boca arriba y cerró los ojos evocando su rostro, el mismo que la tormenta le había arrebatado y entregado como víctima propiciatoria al mar. Las olas la  mecían como una madre acuna a un hijo...

Lentamente, se dejo arrastrar hacia el fondo. En el último momento, antes de que sus pulmones se llenaran de agua, pronunció su nombre. Y entonces y para siempre se convirtió en sirena.


Sed felices.

domingo, 15 de junio de 2014

De oca a oca

Siempre me fascinó el juego de la Oca. No solo la dinámica de jugarlo sino el propio tablero, con sus dibujos artísticamente confeccionados- por lo menos en el que yo tenía de niña- que recorrían esa espiral, esa concha de caracol que desembocaba en un jardín idílico como el propio Paraíso. Pero hasta llegar a él había que evitar- eso era lo más emocionante- los peligros de caer en el pozo,  la cárcel, la posada, el laberinto o en el peor de todos, en la muerte, cuya efigie con forma de calavera  te indicaba que había que volver a empezar. La otra cara de la moneda, la fortuna,  la representaban el puente- de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente- , los dados- de dado a dado y tiro porque me ha tocado-, las ocas- de oca a oca y tiro porque me toca-, que nos ayudaban a salvar los riesgos y a alcanzar el triunfo final que representaba la casilla 63, y a la que había que llegar con la tirada justa.

He leído recientemente  que el origen de este juego no está claro, aunque existe desde hace mucho, mucho tiempo. Lo relacionan con el asedio del Troya, la corte de los Medicis e incluso puede ser un simulacro del Camino de Santiago inventado por los templarios. De lo que no cabe duda es que algo hay de similitud en este pasatiempo con la existencia humana, y debió ser ésta, en un momento en que la influencia de lo mágico envolvía al humanidad, la que inspiró su creación.

Peligros, trampas, oportunidades que hay que sortear y aprovechar, a veces al albur del azar y de la imaginación, a lo largo de esta aventura que es la vida y desembocar en ese jardin en que podamos encontrar el reposo y la tranquilidad.

Lanzad los dados y....

Sed felices.




lunes, 9 de junio de 2014

¿Pasado y futuro? No, gracias.

Se sabe, se escribe, se aconseja: vive el presente, carpe diem, a vivir que son dos días....

No sirve:  seguimos, indefectiblemente, mirando hacia el pasado y pensando en el futuro, unos aferrados a aquello que alguna vez les  hizo felices, creyendo que quizá lo vuelvan a encontrar; otros regodeándose masoquistamente en el dolor pretérito y proyectándolo en todas sus actuaciones futuras.

Es difícil, muy difícil intentar vivir solo hoy. Nos han enseñado a que debemos trabajar el presente para asegurarnos el futuro, de tal manera, que nos olvidamos de que eso no existe, solo es una necesidad de imaginar para salir del tedio que nos invade en el día a día.

Cualquier tiempo pasado fue mejor, nos dice el poeta en su elegía. No es cierto, más allá de nuestra memoria selectiva, que en algunos casos solo recuerda los momentos felices de un ayer- que no va a volver-, precisamente porque el el hoy no nos llena.

Pasado y futuro: dos conceptos acuñados para que nos agarremos a ellos como tablas de salvación cuando no sabemos gestionar el presente. Tendríamos que ser conscientes de que si nos instalamos en la añoranza de un pasado en el que situamos nuestra juventud, a las personas que han desaparecido y que no tiene ya posibilidad de volver a nuestra vida,- aquellos maravillosos años de las pandillas y de la falta de obligaciones-, solo conseguiremos caer en una depresión frustrante. Nada vuelve.


Por el contrario, al mirar el futuro como una incógnita que nos solucione nuestro momento actual, la ansiedad se apoderará de nosotros. Es esa zanahoria delante de nosotros que nunca se alcanza y que los políticos manejan hábilmente para ocultar su ineficacia en solucionar los problemas presentes.

Hay que vivir ahora, en este momento, querido lector, que pasas tus ojos por estas palabras: ahora, no hay más.

Sed felices.

lunes, 2 de junio de 2014

Hombres (*)

¿Todos los hombres son iguales? ¿Es el cromosoma Y tan impositivo que hace que las conductas masculinas, salvo ligeras variaciones, se repitan de padres a hijos, de generación en generación?¿No importa que seas un guerrero batusi o un urbanita de Nueva York para que se respondan a los mismos estímulos primarios?

Estas preguntas se abren paso en mi mente en este primer día del mes de junio, cuando el sol y el azul del cielo nos abre ya la puerta para que vislumbremos el verano.

No se piense que este post va a ser una crítica del comportamiento masculino, ni una reivindicación feminista, no. Simplemente es, como muchas de mis entradas, una reflexión nacida de alguna que otra circunstancia por la que se ha desarrollado el fin de semana.

Como muchos de los que están cerca de mi saben, los hombres han sido fundamentales en mi vida porque siempre he estado rodeada de ellos. No, no, no voy por ese camino (sonrisa pícara). Mi relación proviene desde mi más tierna infancia, ya que soy la única chica de una familia de cuatro hermanos. Luego, la naturaleza me bendijo con dos hijos varones, por lo que puedo presumir de conocer un poco, aunque solo sea por supervivencia (sonrisa irónica), el género masculino.

También profesionalmente he tenido la oportunidad de establecer relaciones más con hombres que con mujeres, e incluso en el plano de la amistad he llegado a decir en ocasiones que muchas de mis mejores amigas son hombres ( sonrisa de complacencia). Pero siempre me he encontrado en situaciones en las que, de manera metafórica, sea cual sea su origen o condición, los hombres se golpean el pecho cual gorilas del Virunga, haciendo brotar esa condición que les persigue desde el homo erectus: poner los co... sobre la mesa.

Bien, pues después de todo esta disertación, se entenderá que, a estas alturas, todavía no alcanzo a comprender muchos esos comportamientos masculinos.Y yo creo que se trata, únicamente de un problema de comunicación, de apertura de las exclusas cerradas a las emociones abiertas y sinceras. Cuando una mujer pide explicaciones, el hombre suele cerrarse como una chirla a la que le echas limón o salir del embolao con un "mujer que caracter tienes" o " no entiendo porque te molesta tal y cual".... Y eso ya sean parejas, hijos, padres o hermanos.

Tengo  certeza de que los hombres y las mujeres sí somos iguales intelectualmente, pero estamos a años luz emocionalmente.

En fin, que a pesar de todo y de todos, como dice la coplilla: "ni contigo ni sin ti...."

Sed felices.

(*)La autora de este artículo es consciente de las excepcionalidades. Cualquier parecido con algún conocido de la autora es pura coincidencia.