Este es un juego infantil que consiste en creer que al cerrar los ojos nos volvemos invisibles. Es decir que es nuestra propia ceguera la que creemos padecen los demás. En estos tiempos difíciles es una práctica que empieza a abundar.
Ayer estuve en una conferencia muy interesante sobre las Instituciones Europeas, en la que se analizó por parte del ponente la gran distancia existente entre la Unión europea y sus ciudadanos y el papel que juega en este momento España.
Las razones que se expusieron fueron varias pero la que más me gustó fue la que hacía referencia a la autocrítica, respecto a nuestra posición actual .
Durante estos años España ha vivido la Fiesta contínua. Los españoles, animados por unas circunstancias económicas importantes, pero inestables, hemos creído que sería el crecimiento económico casi eterno. Pero se han hecho auténticos disparates. Por ejemplo, el sesenta por ciento de las viviendas construidas en Europa lo han sido en España. Mientras, la inversión en I+D+I es casi cuatro puntos más baja que en Finlandia, a la que se toma como parámetro.
Y ahora, se acabó el pastel. Pero nos cuesta entender que para salir tenemos todos que ser conscientes de quienes somos y en donde estamos.
Nos gusta y queremos el estado de bienestar, pero eso no es gratis. No podemos tener servicios como los suecos, pero seguir teniendo el sistema impositivo más bajo de Europa. Y además habrá que redifinir los parámetros de este sistema.
Debemos por tanto abrir los ojos, mirar hacia adelante. La realidad no desaparece por no verla.
Sed felices.
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