Uno de sus recuerdos de su niñez eran los baños en el río Duero,cuando vivía y posteriormente, volvía en verano a Covaleda. Este pueblecito está en la cabecera de dicho río, muy cerca de su nacimiento en Urbión, por lo que su cauce, aunque estrecho, baja con bastante fuerza. Se bañaba en la zona que se denomina el Refugio (*) y casi siempre al lado derecho del puente. En el izquierdo el agua se remansaba formando lo que se denominaba la Poza. Aparentemente su aspecto era tranquilo, sin apenas movimiento, pero todos los niños aprendían enseguida que la corriente corría a más profundidad y formaba remolinos que, en ocasiones, podía empujarte al fondo y ahogarte. Desde pequeña, por tanto, supo claramente, el significado de "no te fíes de las aguas mansas".
Hace poco tuvo la ocasión de comentarlo, esta vez metafóricamente, respecto a la manera de ser de ciertas personas, tranquilas y serenas por fuera, pero que, como la poza del Duero, albergan corrientes interiores, en ocasiones difíciles de descubrir.
Aunque las aguas bravas son más complicadas de navegar, siempre ves a donde te llevan. Las aguas tranquilas son atractivas por su serenidad , aunque oculten en el fondo sus intenciones.Y ella, que en su forma de ser era lo más parecido a un torrente, siempre acababa desembocando en esas pozas tranquilas, como el Duero de su infancia.
Sed felices
*La fotografía es del lugar que se describe, El Refugio, Covaleda (Soria).
*La fotografía es del lugar que se describe, El Refugio, Covaleda (Soria).
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