¿El amor como ideal o el amor como realidad?
Abro con esta pregunta mi blog, en este domingo de noviembre, en el que el sol matutino luce tras las lluvias. ¿Y por qué? Pues porque quiero dedicar hoy mi entrada a comentar brevemente la novela que tuve la ocasión de presentar el jueves pasado, junto con su autor, José Guadalajara, La luz que oculta la niebla.
Como yo no soy crítica literaria, no voy a hacer ningún comentario sobre ese aspecto, que ya se han hecho y se harán con mucho rigor, sino hacer una pequeña reflexión sobre la historia de amor que nos cuenta.
Como dije en la presentación, tuve la oportunidad de conocer la novela cuando era un cuaderno con tapas duras y un gusanillo y de disertar posteriormente con el autor, largo y tendido, sobre su contenido. En el fondo, y en mi opinión, la novela es un tratado, escrito con un cuidado exquisito, del amor como ideal.
Y es que los seres humanos siempre nos enamoramos de aquello que creemos es el ser amado, más en la ausencia que en la presencia. Algo parecido a esos monumentos admirados en fotografía, que luego al contemplarlos in situ, nos muestran algunos desconchones y deslucimientos.
No obstante, todos queremos tener al ser amado cerca, tocarle , acariciarle, besarle, y vivimos su ausencia con pesar. Y en esa cercanía de lo cotidiano, a veces ese telón, ese barniz, se desgasta y empieza a dejar al descubiero aquello que no nos gusta o que nos parece con falta de lustre, y acabamos amando más el recuerdo construido con aquello que nos agrada, que a la persona, tal y como es es realidad.
La novela narra una historia de amor y de su recuerdo , en la voz de una mujer, que hace del objeto de esta pasión el centro en el que pivota su vida desde el mismo momento en que lo encuentra.
Tal vez esa sea la felicidad, la búsqueda de ese ideal que impregna nuestros sueños.
Os invito a conocer La luz que oculta la niebla y a descubrir esta preciosa novela, escrita con lápiz de labios.
Sed felices.
Abro con esta pregunta mi blog, en este domingo de noviembre, en el que el sol matutino luce tras las lluvias. ¿Y por qué? Pues porque quiero dedicar hoy mi entrada a comentar brevemente la novela que tuve la ocasión de presentar el jueves pasado, junto con su autor, José Guadalajara, La luz que oculta la niebla.
Como yo no soy crítica literaria, no voy a hacer ningún comentario sobre ese aspecto, que ya se han hecho y se harán con mucho rigor, sino hacer una pequeña reflexión sobre la historia de amor que nos cuenta.
Como dije en la presentación, tuve la oportunidad de conocer la novela cuando era un cuaderno con tapas duras y un gusanillo y de disertar posteriormente con el autor, largo y tendido, sobre su contenido. En el fondo, y en mi opinión, la novela es un tratado, escrito con un cuidado exquisito, del amor como ideal.
Y es que los seres humanos siempre nos enamoramos de aquello que creemos es el ser amado, más en la ausencia que en la presencia. Algo parecido a esos monumentos admirados en fotografía, que luego al contemplarlos in situ, nos muestran algunos desconchones y deslucimientos.
No obstante, todos queremos tener al ser amado cerca, tocarle , acariciarle, besarle, y vivimos su ausencia con pesar. Y en esa cercanía de lo cotidiano, a veces ese telón, ese barniz, se desgasta y empieza a dejar al descubiero aquello que no nos gusta o que nos parece con falta de lustre, y acabamos amando más el recuerdo construido con aquello que nos agrada, que a la persona, tal y como es es realidad.
La novela narra una historia de amor y de su recuerdo , en la voz de una mujer, que hace del objeto de esta pasión el centro en el que pivota su vida desde el mismo momento en que lo encuentra.
Tal vez esa sea la felicidad, la búsqueda de ese ideal que impregna nuestros sueños.
Os invito a conocer La luz que oculta la niebla y a descubrir esta preciosa novela, escrita con lápiz de labios.
Sed felices.
Sí, el fondo que subyace en este artículo, Elena, es ese contraste constante entre la realidad y la idea, que es el que refleja mi novela.
ResponderEliminarPero LA LUZ QUE OCULTA LA NIEBLA también recoge una posibilidad codiciada: vivir siempre el ideal realizado, que es precisamente lo que siente la protagonista de la historia, que ajusta su vida a una serie de ideas y condicionamientos que asume con voluntariedad.
Gracias por esta entrada y por tu cabal acierto en la interpretación de uno de los aspectos de esta LUZ que se oculta entre las nieblas de la vida cotidiana.
Al fin y al cabo, todos acabamos siendo una fotografía,verdad, José?.
EliminarUn abrazo.