No tengo hoy nada que contaros, o quizá serían tantas cosas....
Como una es disciplinada y tiene la costumbre de escribir cada dos días, me veo en la obligación de afrontar el vacío de este blog y llenarlo de palabras, aunque esas palabras no tomen forma por que las ideas se han acomodado en el fondo de mi mente y se niegan a salir en un orden lógico.
Bueno, tampoco es del todo cierto que no pueda hablar de cosas, conocida es mi capacidad verbal, pero no sería interesante y además estaría mi exposición teñida de un cierto excepticismo por las cosas y las personas, sobre todas por algunas que hasta ahora formaban parte de mi existencia diaria.
Últimamente mi espíritu está inquieto, bueno siempre lo está, pero en estos últimos tiempos más, con ganas de volar, de alejarse de una cotidianeidad que se me presenta un tanto gris y monótona. Y eso no es nada bueno para mi, pues si hay algo que me mata es el aburrimiento.
Sé que de cara a la galería mi vida puede parecer de todo menos aburrida, si la medimos por los parámetros de la mayoría. Pero como la vara es la mía, no puedo por menos que sentir que me acerco a ese límite en el que el cuerpo y el espíritu me pide un giro, quizá un nuevo horizonte.
Seguro que muchos de mis lectores estarán pensando en lo mismo: año nuevo, vida nueva , y haciéndose promesas de cambio en algunos aspectos, ya sean físicos (el clásico dejar de fumar) o anímicos (romper o retomar relaciones) en esa búsqueda constante de la felicidad.
Y es que la vida es muy corta para aburrirse ¿no? O quizá es que yo pido mucho. No lo sé, pero esta inquietud que me ronda y que me empieza a susurrar al oído es muy tentadora, y reconozco en ella lo que siempre me ha impulsado a abordar nuevas metas cuando he creído agotadas las presentes.
En fin, que por delante tengo varios día para reflexionar si con el nuevo año cerraré algunas puertas que ya no tienen interés y abriré nuevas ventanas que dejen entrar el aire fresco de los nuevos proyectos.
¡Qué tentación!
Sed felices. Solo quedan 29 días.
Como una es disciplinada y tiene la costumbre de escribir cada dos días, me veo en la obligación de afrontar el vacío de este blog y llenarlo de palabras, aunque esas palabras no tomen forma por que las ideas se han acomodado en el fondo de mi mente y se niegan a salir en un orden lógico.
Bueno, tampoco es del todo cierto que no pueda hablar de cosas, conocida es mi capacidad verbal, pero no sería interesante y además estaría mi exposición teñida de un cierto excepticismo por las cosas y las personas, sobre todas por algunas que hasta ahora formaban parte de mi existencia diaria.
Últimamente mi espíritu está inquieto, bueno siempre lo está, pero en estos últimos tiempos más, con ganas de volar, de alejarse de una cotidianeidad que se me presenta un tanto gris y monótona. Y eso no es nada bueno para mi, pues si hay algo que me mata es el aburrimiento.
Sé que de cara a la galería mi vida puede parecer de todo menos aburrida, si la medimos por los parámetros de la mayoría. Pero como la vara es la mía, no puedo por menos que sentir que me acerco a ese límite en el que el cuerpo y el espíritu me pide un giro, quizá un nuevo horizonte.
Seguro que muchos de mis lectores estarán pensando en lo mismo: año nuevo, vida nueva , y haciéndose promesas de cambio en algunos aspectos, ya sean físicos (el clásico dejar de fumar) o anímicos (romper o retomar relaciones) en esa búsqueda constante de la felicidad.
Y es que la vida es muy corta para aburrirse ¿no? O quizá es que yo pido mucho. No lo sé, pero esta inquietud que me ronda y que me empieza a susurrar al oído es muy tentadora, y reconozco en ella lo que siempre me ha impulsado a abordar nuevas metas cuando he creído agotadas las presentes.
En fin, que por delante tengo varios día para reflexionar si con el nuevo año cerraré algunas puertas que ya no tienen interés y abriré nuevas ventanas que dejen entrar el aire fresco de los nuevos proyectos.
¡Qué tentación!
Sed felices. Solo quedan 29 días.
Amiga, por mi parte, tengo claro lo que voy a hacer este año nuevo: conquistar a mi chica los 365 días, demostrar que soy un buen poeta y narrador, 350 días, al menos, ver la televisión media semana y fumar ni un segundo.
ResponderEliminarQuerida Elena, el escepticismo no es negativo en sí mismo, es sólo un indicio de madurez. Si el cuerpo pide cambio, cambia; los horizontes son amplios e Ítaca está en cualquier sitio donde se renueve la ilusión, el afán de superarse y los deseos de nuevas experiencias.
ResponderEliminarEs normal que lo diario decepcione porque contrapone realidad y deseo. Nos sucede a todos.
Un abrazo.
Buenos propósitos, Luis Rafael, y sí, José Luis,la madurez te vuelve escéptica de esas verdades absolutas y de esas cuestiones que parecen inamovibles. Ser un ser mutable me parece una buena opción para una vida que, mientras no se demuestre lo contrario, es única.
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