El 23 de agosto de 1993 mi madre sufrió un grave accidente que la mantuvo en coma durante veintiocho días. Todo un equipo de intensivistas, neurólogos, Ats, celadores y demás personal se pusieron en marcha para llevar a cabo una preciosa tarea: salvar su la vida.
Tenía un traumatismo craneo encefálico grave, que le produjo un edema que fue necesario reducir. También la intubación prolongada obligó a realizarle una traqueotomía. Asimismo, dadas sus graves lesiones, el riesgo de muerte por infección múltiple tuvo que atajarse mediante un tratamiento, entonces experimental, del que era pionero el hospital en el que estaba ingresada, junto con uno de Munich y otro de Londres.
Cuando salió del coma y la subieron a planta, entró en otra fase del tramiento, en principio poco esperanzador pero que, gracias al empeño de los doctores, el cuerpo de enfermería y de la naturaleza de mi madre, fue teniendo efecto.
El 4 de noviembre de 1993 mi madre salía andando del hospital.
En esos tres meses pude comprobar la profesionalidad y entrega de nuestros médicos, de nuestro personal sanitario. Mi madre volvió a nacer.
El hospital era un hospital público, el Gregorio Marañón.
Y como yo, seguro que hay cientos que pueden contar sus experiencias en la Sanidad pública, que ha sido siempre nuestro orgullo.
Hoy mi corazón se encoge. Veo compañeros encerrados defendiendo el derecho que tenemos todos a nuestra salud y, sinceramente, no lo entiendo.
Valgan estas humilde palabras hoy como apoyo a todos lo que luchan por defender algo que, sin lugar a dudas, se defiende solo.
En mi nombre y en el de mi madre, gracias a la Sanidad Pública.
Sed felices.
Tenía un traumatismo craneo encefálico grave, que le produjo un edema que fue necesario reducir. También la intubación prolongada obligó a realizarle una traqueotomía. Asimismo, dadas sus graves lesiones, el riesgo de muerte por infección múltiple tuvo que atajarse mediante un tratamiento, entonces experimental, del que era pionero el hospital en el que estaba ingresada, junto con uno de Munich y otro de Londres.
Cuando salió del coma y la subieron a planta, entró en otra fase del tramiento, en principio poco esperanzador pero que, gracias al empeño de los doctores, el cuerpo de enfermería y de la naturaleza de mi madre, fue teniendo efecto.
El 4 de noviembre de 1993 mi madre salía andando del hospital.
En esos tres meses pude comprobar la profesionalidad y entrega de nuestros médicos, de nuestro personal sanitario. Mi madre volvió a nacer.
El hospital era un hospital público, el Gregorio Marañón.
Y como yo, seguro que hay cientos que pueden contar sus experiencias en la Sanidad pública, que ha sido siempre nuestro orgullo.
Hoy mi corazón se encoge. Veo compañeros encerrados defendiendo el derecho que tenemos todos a nuestra salud y, sinceramente, no lo entiendo.
Valgan estas humilde palabras hoy como apoyo a todos lo que luchan por defender algo que, sin lugar a dudas, se defiende solo.
En mi nombre y en el de mi madre, gracias a la Sanidad Pública.
Sed felices.
Cuando murió Grace Kelly un neurologo de la residencia de la Vall d`Hebron dijo que si hubiera sido un paciente de la s social y hubiera ido a urgencias se hubiera salvado por que lo primero que hubieran operado seria la hemorragia cerebral, antes que la cadera.
ResponderEliminarEn la sanidad publica había todos los medios y se los estan cargando
Así es, mary, así es. Un abrazo.
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