
Acaba el 2012, que todo hay que decirlo, tampoco ha sido como para tirar cohetes aunque,en lo que a mi se refiere, sí ha colocado algunas cosas en su sitio, a pesar de que mentiene varias incógnitas.
Ante mi se abre otro año que tiene que asumir por subrogación aquellas cosas que este año viejo, en el que por cierto, no se acabó el mundo, deja como flecos.
Eso sí, los mismos propósitos del año pasado y de éste los quiero mantener para el venidero. Ocuparme de aquello en lo que puedo tener capacidad de resolución, tener salud, intentar ser lo más feliz posible, sabiendo que mi felicidad nace de la coherencia de mis actuaciones con mis sentimientos, trabajar para tener lo necesario que me satisfaga no más allá de esa felicidad que busco y sobre todo, cultivar la amistad y el cariño de aquellos que realmente sé que me quieren.
En fin, creo que no son malos propósitos para afrontar este 2013 que, a poquito que se esfuerce, mejorará con creces el año que despedimos.
Y hoy, como siempre, mi deseo más sincero: sed felices.
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