martes, 22 de mayo de 2012

De la Iglesia y y otras lindezas...

Me molesta mucho entrar en ciertos temas, que creo que pueden afectar a las conciencias, pero hay veces que callar es otorgar. Las últimas declaraciones de Rouco Valera me parecen absolutamente despreciables. Jugar con el chantaje emocional de advertir que, si se le obliga a la Iglesia Católica a pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles - algo que por otra parte hacemos todos los que somos propietarios de un patrimonio-, pueden resentirse otras partidas, como la dedicada a Cáritas, en una época en que es más necesaria que nunca, es pasarse siete pueblos, no, ocho.
Decir que es una absoluta vergüenza que este jerifalte católico haga estas declaraciones es decir poco. Pero la verdad es que ya estamos tan curados del espanto que supone la voz de la Conferencia Episcopal referente a tantos y tantos aspectos de la vida, que una más....
Aunque yo, si fuera católica, apostólica y romana practicante-yo lo  soy por mor de la costumbre de bautizarnos a todos- sería la primera en pedir la cabeza de este obispo que conculca todos los principios evangélicos. Porque manda narices que pidan a los demás cumplir los preceptos mientras ellos obvian todos, empezando por el de "dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" y terminando por cumplir con la caridad cristiana, pasándose las enseñanzas de Cristo por el forro de la sotana.
Sin embargo estamos en la misma situación que en otros frentes. La carencia de la más mínima coherencia, de un ápice de moral hace que en todos los estamentos se hayan roto los principios más elementales de solidaridad e igualdad.
Los españoles siempre hemos cargado con el lastre de un país que se denomina laico pero que celebra todas la fiestas religiosas,  los funerales de Estado se hacen en las catedrales,  y en los colegios seguimos dando religión católica como asignatura.
Ellos lo saben. Saben que están inscritos en esa parte de la sociedad que poco a poco está ganando terreno a costa de perder progreso y que suponen una casta privilegiada. Y se frotan las manos, esas manos con las que luego bendicen y dan los sacramentos, que se lavan como Pilatos ante situaciones en las que están en juego derechos civiles, pero que no tienen ningún empacho en elevar al cielo desesperados si les toca el bolsillo.

Hace mucho tiempo que se pusieron al lado del César.


Sed felices

2 comentarios:

  1. Si los curas y frailes supieran, la paliza que van a llevar...

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  2. Ay! Amigo, ¿quién le pondrá de una vez el cascabel a ese gato??
    Abrazos

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