A finales de 2011, una comisión formada por miembros de la Real Academia de la Historia plantearon sus conclusiones acerca de las revisiones llevadas a cabo en el Diccionario Biográfico Español, cuyas referencias a ciertos personajes históricos habían levantado ampollas. Esta obra, llevada a cabo por la misma Academia, ponía sobre la mesa afirmaciones tales como que Franco no fue un dictador o que Escrivá de Balaguer recibía las órdenes directamente de Dios.
Han sido treinta y una reseñas las que, a juicio de los revisores, se deben de corregir. Pero, siguiendo esta costumbre tan española de "mantenella y no enmendalla", la propia Academia decide hacer caso omiso, y eso que hay casos tan flagrantes como el de Carlos Asensio Cabanillas, que llegaría a ser jefe de la Casa Militar de Franco, y que en palabras de su biógrafo,-al que me niego a dar publicidad-"tomó parte en el Glorioso Alzamiento Nacional, Salvador de España" y tomó Almendralejo, pacificando esta ciudad. Pero si consultamos otras fuentes, como la del prestigioso historiador Paul Preston, esta pacificación consistió en la violación de multitud de mujeres y el fusilamiento de más de un millar de personas.
Este diccionario biográfico, que ha tenido un coste de 6,4 millones de euros de dinero público, debería ser un referente para el conocimiento de nuestra Historia. Sin embargo, el afán de algunos de tergiversar los hechos en aras de maquillar y emboscar acontecimientos que, sin duda, no dejan de ser ciertos por ello, hace que la duda planee sobre esta magna obra.
La investigación histórica, y esto ha de reconocerse, como toda acción humana, no puede ser absolutamente objetiva, pero si debe ser fiel a la documentación que se maneje. Las fuentes de las que se nutre el historiador muchas veces son contradictorias, pero ahí está la dificultad y al mismo tiempo el atractivo de esta actividad. Un buen especialista indagará, contrastará y sacará las conclusiones que más se aproximen a la realidad de los hechos. No estamos haciendo ficción, estamos escribiendo Historia.
Lo demás, historietas.....
Sed felices.
Han sido treinta y una reseñas las que, a juicio de los revisores, se deben de corregir. Pero, siguiendo esta costumbre tan española de "mantenella y no enmendalla", la propia Academia decide hacer caso omiso, y eso que hay casos tan flagrantes como el de Carlos Asensio Cabanillas, que llegaría a ser jefe de la Casa Militar de Franco, y que en palabras de su biógrafo,-al que me niego a dar publicidad-"tomó parte en el Glorioso Alzamiento Nacional, Salvador de España" y tomó Almendralejo, pacificando esta ciudad. Pero si consultamos otras fuentes, como la del prestigioso historiador Paul Preston, esta pacificación consistió en la violación de multitud de mujeres y el fusilamiento de más de un millar de personas.
Este diccionario biográfico, que ha tenido un coste de 6,4 millones de euros de dinero público, debería ser un referente para el conocimiento de nuestra Historia. Sin embargo, el afán de algunos de tergiversar los hechos en aras de maquillar y emboscar acontecimientos que, sin duda, no dejan de ser ciertos por ello, hace que la duda planee sobre esta magna obra.
La investigación histórica, y esto ha de reconocerse, como toda acción humana, no puede ser absolutamente objetiva, pero si debe ser fiel a la documentación que se maneje. Las fuentes de las que se nutre el historiador muchas veces son contradictorias, pero ahí está la dificultad y al mismo tiempo el atractivo de esta actividad. Un buen especialista indagará, contrastará y sacará las conclusiones que más se aproximen a la realidad de los hechos. No estamos haciendo ficción, estamos escribiendo Historia.
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