Estaba claro. Desde el principio de la Humanidad las mujeres estábamos predestinadas a jugar con desventaja. Si leemos el Génesis, no es equiparable las maldiciones que Jehová lanza a Adán con las que promete a Eva, ante el pecado original. Vamos, que no tiene nada que ver "ganarse el pan con el sudor de la frente", cosa que al fin y al cabo se soluciona enjugándolo con un pañuelo y más tarde con desodorantes, a "parirás con dolor tu descendencia" que hasta la aparición de la epidural- a la que servidora no llegó, cumpliendo así, a pelo con el mandato bíblico- nos obligaba a pasarlas canutas para prolongar la especie.
Y desde el confín de los tiempos, las mujeres hemos ido cumpliendo con aquello que la naturaleza nos demandaba, multiplicarnos, en colaboración, a veces voluntaria y otras inconsciente, de los hombres.
Pero hace tiempo que la mujeres tenemos la posibilidad de elegir ser o no madres. Y eso me parece bien. Porque la maternidad no es fácil, no es sencilla, no es ese jardín de rosas que nos pintan las películas, las novelas.... o por lo menos para mi no lo ha sido. He tenido que ir creciendo en mi mente, junto con mis hijos, viviendo experiencias para las que no estaba preparada, con miedos, incertidumbres, sobresaltos.... la terrible adolescencia...., aunque siempre apoyada en ese instinto, casi animal de protección y sobre todo del amor más grande que se puede sentir hacia alguien al que has tenido dentro de ti, abrazado, besado, cuidado, y que ha sido para mi el salvavidas ante momentos duros. Todavía recuerdo la emoción de escuchar a mis hijos por primera vez decir "mamá".
Quizá no sea la mejor madre del mundo, seguro que no. Pero lo que si sé es que la maternidad abrió en mi una parte, desconocida hasta entonces, de generosidad y entrega.
Una vez más, el amor conjura una maldición. O tal vez faltaba una segunda parte que al final no se escribió:
"Parirás con dolor tu descendencia, pero la maternidad te redimirá"
Mañana es el Día de la Madre: basta con un beso y un "te quiero".
Sed felices.
Y desde el confín de los tiempos, las mujeres hemos ido cumpliendo con aquello que la naturaleza nos demandaba, multiplicarnos, en colaboración, a veces voluntaria y otras inconsciente, de los hombres.
Pero hace tiempo que la mujeres tenemos la posibilidad de elegir ser o no madres. Y eso me parece bien. Porque la maternidad no es fácil, no es sencilla, no es ese jardín de rosas que nos pintan las películas, las novelas.... o por lo menos para mi no lo ha sido. He tenido que ir creciendo en mi mente, junto con mis hijos, viviendo experiencias para las que no estaba preparada, con miedos, incertidumbres, sobresaltos.... la terrible adolescencia...., aunque siempre apoyada en ese instinto, casi animal de protección y sobre todo del amor más grande que se puede sentir hacia alguien al que has tenido dentro de ti, abrazado, besado, cuidado, y que ha sido para mi el salvavidas ante momentos duros. Todavía recuerdo la emoción de escuchar a mis hijos por primera vez decir "mamá".
Quizá no sea la mejor madre del mundo, seguro que no. Pero lo que si sé es que la maternidad abrió en mi una parte, desconocida hasta entonces, de generosidad y entrega.
Una vez más, el amor conjura una maldición. O tal vez faltaba una segunda parte que al final no se escribió:
"Parirás con dolor tu descendencia, pero la maternidad te redimirá"
Mañana es el Día de la Madre: basta con un beso y un "te quiero".
Sed felices.
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