Vaya por delante que este post está hecho desde el más absoluto respeto y cariño hacia mis congéneres del género masculino y simplemente es una analogía sin malicia.
Dicho esto explico mi teoría de los hombres y los sofás. No es más que una categoría que me inventé un día para explicar el grado de confortabilidad al ahora de estar con ellos. Por ejemplo, está el hombre sofá de tres plazas: suele ser muy raro encontrarle, excepto cuando está nuevo, muy nuevo; con el tiempo tiende a convertirse, con suerte, en uno de dos asientos. Como tal de tres plazas, te encuentras tremendamente cómoda, amplia y con libertad para moverte. Luego podemos observar el de dos plazas. Tiene bastante alto grado de confort, pero ya debes adaptarte un poco a su forma y manera, quedando a veces un poco corto, si no te encoges. Pasemos a una tercera categoría: el hombre sillón : es decorativo, algo cómodo si se adapta a tu forma y no es duro ni rígido o tan estrecho que te encorsete, pero no deja mucha libertad de movimientos, y generalmente, si podemos, terminamos buscando un sofá. Para finalizar, el hombre taburete, que simplemente sirve para descansar un rato y punto.
Bien, como en todas las categorías, no existen grados puros, e incluso algunos evolucionan, como antes he dicho de sofás de tres plazas hasta llegar, en el peor de los casos, a taburetes de tres patas.
Yo personalmente prefiero el sofá de tres cojines, suave, cómodo, acogedor, con una estructura fuerte y sólida y que la tapicería esté todavía de buen ver. ¿Vosotras no?
Sed felices
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