martes, 6 de noviembre de 2012

El bien más preciado

Dicen que los dioses, reunidos en el Yggradsil y hartos de las quejas de los humanos, a los que habían colmado de dones y de privilegios sobre otras criaturas de la creación, decidieron darles un escarmiento.

Para ello llamaron a los gnomos y les encargaron que escondieran el bien más preciado, la Felicidad, en el lugar más recóndito, para que así, los hombres y las mujeres, tuvieran que esforzarse en encontrarla.

La siguiente cuestión a dilucidar sería en donde ocultarla.

La diosa Hela, cuyo dominio estaba en el lo más subterráneo, en el noveno mundo, debajo del Árbol sagrado, sugirió enterrar la Felicidad lo más profundo que se pudiera, para que de esa manera, quienes quisieran encontrarla tuvieran que trabajar duro para ello.

 Fregg, la clarivendente, y esposa de Odín, manifestó que el lugar mejor sería en lo alto de los abetos más altos del más arcano bosque. También así, la humanidad tendría que empeñarse en su búsqueda.

Otras opiniones  fueron a su vez aportadas: hundida en el fondo del mar,  colgada en las  nubes, al borde del fin del mundo...,  y todo ello en medio de  una gran algarabía.


Entonces se oyó la voz de Odín, padre de los dioses, sobre todas las demás:

- Todos esos lugares serían posibles, pero lo que haremos será guardar la Felicidad en el interior de cada hombre, de cada mujer. Y así, solo aquellos que sean capaces de mirar en si mismos, de buscar dentro de su corazón, podrán obtenerla.

Así me lo contaron, así os lo cuento.

Sed felices.



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