Creo mucho en las conexiones, en las causalidades, que no en las casualidades (un día me detendré a explicarlo), y quizá sea por eso que al llamarme Elena me haya encontrado un troyano en mi casa.
Pero no un macizo efebo, de musculosas piernas y faldita corta, así estilo Brad Pitt en la película Troya, sino un virus c..., que se ha colado en mi ordenador bloqueándome el arranque del sistema. Me he puesto de todos los colores. Era imposible pasar de una pantalla en la que se me solicitaba pagar 100 euros, metiendo, claro, mi número de tarjeta. Pasados los primeros momentos de espeluzne en los que he soltado por la boca improperios que harían sonrojarse al más curtido de los gañanes y se me venía encima todo el globo terráqueo, me he puesto a pensar como poder saltarme semejante engendro de Satanás creado por un programador que debe ser el propio diablo. En fin, que los conocimientos adquiridos en los años que he sido formadora en informática (sí, ese es otro de mis encantos ocultos) me ha posibilitado entrar en el sistema, meter un antivirus y cepillarme al troyano de cuajo.
De menuda me he librado, aunque la lucha contra los virus informáticos es el pan de cada día. No obstante, mientras me dedicaba a la placentera tarea de "matar" al troyano, que ha durado, entre encontrarle y eliminarle, unos cinco minutos, he reflexionado sobre lo alejado que estaba Homero de pensar que siglos y siglos después las batallas que libraron los griegos y los troyanos frente a las murallas de Ilión las pelearíamos desde los escritorios, con un teclado y un ordenador, con menos literatura y más maldad. No se trata de vengar la honra, ni de conquistar ciudades. Se trata de algo más mezquino: de robar datos bancarios o personales.
Pasará el tiempo, pero los seres humanos siempre estamos librando batallas, de un manera u otra. Esta noche yo he peleado la mía y he salido vencedora.... por el momento.
Sed felices.
Pero no un macizo efebo, de musculosas piernas y faldita corta, así estilo Brad Pitt en la película Troya, sino un virus c..., que se ha colado en mi ordenador bloqueándome el arranque del sistema. Me he puesto de todos los colores. Era imposible pasar de una pantalla en la que se me solicitaba pagar 100 euros, metiendo, claro, mi número de tarjeta. Pasados los primeros momentos de espeluzne en los que he soltado por la boca improperios que harían sonrojarse al más curtido de los gañanes y se me venía encima todo el globo terráqueo, me he puesto a pensar como poder saltarme semejante engendro de Satanás creado por un programador que debe ser el propio diablo. En fin, que los conocimientos adquiridos en los años que he sido formadora en informática (sí, ese es otro de mis encantos ocultos) me ha posibilitado entrar en el sistema, meter un antivirus y cepillarme al troyano de cuajo.
De menuda me he librado, aunque la lucha contra los virus informáticos es el pan de cada día. No obstante, mientras me dedicaba a la placentera tarea de "matar" al troyano, que ha durado, entre encontrarle y eliminarle, unos cinco minutos, he reflexionado sobre lo alejado que estaba Homero de pensar que siglos y siglos después las batallas que libraron los griegos y los troyanos frente a las murallas de Ilión las pelearíamos desde los escritorios, con un teclado y un ordenador, con menos literatura y más maldad. No se trata de vengar la honra, ni de conquistar ciudades. Se trata de algo más mezquino: de robar datos bancarios o personales.
Pasará el tiempo, pero los seres humanos siempre estamos librando batallas, de un manera u otra. Esta noche yo he peleado la mía y he salido vencedora.... por el momento.
Sed felices.
Felicidades por tu victoria. Si me pillan a mí y a mis maravillosos conocimientos informáticos, me tienen un mes en jaque mate.
ResponderEliminarLas victorias más costosas son las más recordadas... Sobre los muslos de Brad Pitt, eso me ha superado XD. Algún día te paso un artículo de Chunk Palahniuhk (el autor del club de la lucha) en el que habla de cómo presenció el rodaje de la peli basada en su libro y que lo más improtante para todo el mundo era: lo bien que le quedaba el brillo de labios a Brad Pitt
ResponderEliminarGracias, compañeros por vuestras palabras en este humilde blog, escrito cuando todavía el sudor perlaba mi frente tras la "batalla", que ya hubiera querido fuera entre las piernas de Brad Pitt. Un beso
ResponderEliminarJa, ja, ja. Maravilloso escrito, con ese sentido del humor que tanto te caracteriza y que nos alegra la vida. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Patry. Es un placer escribir, pero mayor es que guste lo que una escribe. Besos.
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