lunes, 27 de julio de 2015

Un verano sin tacones.

Un tropiezo en la vida lo tiene cualquiera. Y quien dice en la vida dice en la calle Huertas a las dos de la mañana.

Así comecé este mes de julio infernal, que parece que hilvana un día con otro el recocimiento de cuerpo e ideas. Como muchos sabéis el resultado de mi caída fue un esguince en el metatarso del pie derecho que me ha apeado de mis tacones.

Si, mis queridos lectores llevo casi un mes andando plana, planísima, lo que me ha ocasionado un cambio de perspectiva vital que me tiene totalmente confusa. No encuentro si no otra razón para la sensación que me invade cada día de haber perdido la ubicación, sobre todo en lo que respecta al devenir de este mi país llamado España.

Podía saturaros, que no voy a hacerlo sobre todo porque me da mucha pereza, ahondando en los acontecimientos que me desconciertan. Seguramente los conocéis de sobra, tanto hechos como actores. Baste con señalar la permanente campaña electoral, la fiebre independentista, la crisis europea, bla, bla, bla... Tremendo.

Y pienso que esta especie de desasosiego y ahogo se debe que, a falta de mis tacones, me veo inmersa en este panorama con una especie de visión parecida a la de un niño pequeño en la calle Preciados de Madrid el día antes de Reyes, que ve muchos pies y pocas cabezas.

Aunque no soy la única a la que le falta altura. También le falta a Rajoy como presidente del gobierno para, de una vez por todas, reconocer que preside un partido corrupto, que se ha lucrado de financión ilegal. Le falta a la plataforma independentista catalana para confesar que semejante invento lo único que esconde es el sempiterno problema económico, además de querer ocultar el desgobierno de esa para mi tan querida tierra.Le falta a la Unión europea, incapaz de reconocer de que no es más una  suma de intenciones pero no de acciones ni de programa.

En fin, que todavía me queda un tiempo de estar en estas latitudes, sin mis tacones. Mientras, me tomaré un descanso.

Nos vemos en septiembre. Hasta entonces sed muy, muy felices.


2 comentarios:

  1. genial tu escrito
    te cuento usaba tacones pero descubri que los chatos me daban felicidad
    Vivo para mi escribo para mi
    y camino para mi por lo tanto te entiendo

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    1. Muchas gracias por leerme y compartir tu experiencia. Abrazos.

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