jueves, 19 de enero de 2012

Puzzle

Cuando tenía unos once años participé en un concurso  de puzzles de unos grandes almacenes. Ya entonces me encantaban y me entretenían horas y horas, cosa extraña ya que era una niña inquieta. Recuerdo una estancia, varias mesas con sus correspondientes sillas y en cada una un montoncito de piezas. Me senté donde me indicaron y esperé a que comenzara el certamen. De pronto y con gran pasmo por mi parte, vi que no había modelo, no estaba la plantilla en la que me tenía que fijar para resolver el rompecabezas. Me debía de guiar por la forma de las piezas.
No gané, pero quedé en un honroso tercer puesto.
En estos últimos tiempos, he tenido este recuerdo más de una vez. Han sido muchas las circunstancias que han ido borrando la plantilla que tenía que seguir en mi vida, y que en principio sustentaban ese puzzle  existencial aparentemente concluido y ha sido necesario que me fuera fijando en cada vivencia, en cada experiencia, en cada motivo que formaban las esquinas de las piezas nuevas que me iban surgiendo para que, poco a poco, fuera apareciendo el dibujo de esta nueva etapa.
Quizá a veces nos empeñamos en seguir intentando encajar las partes en la imagen antigua que tenemos de nosotros ,  forzándolas hasta el límite, cuando los fragmentos ya responden a otra realidad.
Paciencia, coherencia y constancia, y al final obtendremos el resultado.

Sed felices.

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