Como todo el mundo sabe la anorexia es un trastorno alimentario que consiste en que la persona se ve más gorda de lo que está, y esto le lleva a dejar de comer y puede determinar, si el proceso es llevado hasta sus últimas consecuencias, la muerte.
Nada más lejos de mi intención que tomarme a guasa este gravísimo problema, pero no encontraba una comparación mejor para hablar de ciertas personas que, para desgracia de propios y ajenos, se cruzan más de lo que desearía en mi vida. Son aquellos que , en una especie de distorsión de su propia capacidad intelectual, se ven brillantes, inteligentes, ocurrentes, pero no reconocidos por su semejantes. Esto les lleva adoptar una postura de amargados que, si solo les influyera a ellos y a sus parientes, pues, mira, qué le vamos a hacer. Pero no, despliegan toda suerte de medios para ir metiendo el dedo en el ojo de todo aquel que consideran que, sin ningún mérito, les han suplantado en el lugar que por derecho, si esta sociedad de envidiosos y malnacidos les reconociera, tuviera que haber ocupado ellos. Es decir son objeto de una gran injusticia.
Son peligrosísimos, porque se sustentan en el peor de los defectos, la envidia y se envuelven en una de las peores carencias, la falta de autoestima. Y con esta combinación explosiva pueden socavar los cimientos de cualquier proyecto si se les deja.
Pero curiosamente, solo reaccionan ante un antídoto, la generosidad. En cuanto les des la oportunidad de demostrar esa pléyade de virtudes que, según ellos, no están reconocidas, recularán hasta su guarida, donde se quedarán agazapados, mordiéndose las uñas, a la espera de otra víctima.
Sed felices.
Nada más lejos de mi intención que tomarme a guasa este gravísimo problema, pero no encontraba una comparación mejor para hablar de ciertas personas que, para desgracia de propios y ajenos, se cruzan más de lo que desearía en mi vida. Son aquellos que , en una especie de distorsión de su propia capacidad intelectual, se ven brillantes, inteligentes, ocurrentes, pero no reconocidos por su semejantes. Esto les lleva adoptar una postura de amargados que, si solo les influyera a ellos y a sus parientes, pues, mira, qué le vamos a hacer. Pero no, despliegan toda suerte de medios para ir metiendo el dedo en el ojo de todo aquel que consideran que, sin ningún mérito, les han suplantado en el lugar que por derecho, si esta sociedad de envidiosos y malnacidos les reconociera, tuviera que haber ocupado ellos. Es decir son objeto de una gran injusticia.
Son peligrosísimos, porque se sustentan en el peor de los defectos, la envidia y se envuelven en una de las peores carencias, la falta de autoestima. Y con esta combinación explosiva pueden socavar los cimientos de cualquier proyecto si se les deja.
Pero curiosamente, solo reaccionan ante un antídoto, la generosidad. En cuanto les des la oportunidad de demostrar esa pléyade de virtudes que, según ellos, no están reconocidas, recularán hasta su guarida, donde se quedarán agazapados, mordiéndose las uñas, a la espera de otra víctima.
Sed felices.
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