Escribo esta entrada en un paréntesis en el trabajo, en lunes y después de un fin de semana un poco peculiar.
Podría contaros que por fin llueve, a pesar de los agoreros que ya clamaban por la enésima sequía, o hablaros del frío, que como siempre en Madrid, se nos echa de golpe y porrazo. También de como el viento agita las ramas de los árboles que veo desde la ventana de mi despacho, ya más tintados de amarillo que de verde, mientras su gran estatura se recorta sobre un cielo gris plomizo, que refleja una luz pálida. O que mis gatos ya se acurrucan cerca de los radiadores, buscando el calor.
Pero todo ello no es más que el devenir cotidiano de un día de otoño, de un día del mes de octubre que da la bienvenida ya a noviembre, y no cabe más asombro, ni tampoco menos, por todo lo descrito que el saber que el tiempo transcurre en su orden correcto, las estaciones se suceden y que yo, un año más, veré caer las hojas desde mi ventana, y las veré nacer en primavera y lucir otra vez en todo su esplendor, en el ciclo maravilloso de la vida.
Y os lo contaré....
Sed felices
No hay comentarios:
Publicar un comentario