miércoles, 12 de octubre de 2011

"El perro del hortelano....


....que ni come berzas ni las deja comer a su amo...."
Este dicho célebre, algunos autores dicen que refrán sefardí, retrata el comportamiento de algunos que, para mi desgracia, se han cruzado últimamente en mi camino.
No hay comportamiento, en mi opinión, más mezquino. Porque no es el afán de aconsejar lo que conduce a estos individuos, sino un sentimiento subyacente de critica destructiva y sobre todo de frustración, un " si no es para mí, no es para nadie".
Y lo peor es que ni siquiera ellos son felices. Su amargura le consume ante la impotencia de conseguir lo que quieren, y de rechazo amargan la vida a los demás, corroídos por la envidia de no poseer, de no poder alcanzar aquello que otro tiene, y que, a pesar de su mediocridad, creen ser merecedores. Y entonces, sin que medie más que ese objetivo de que a mi me saquen un ojo para que a ti te saquen los dos, se dedican a machacar, a marear, a socavar, hasta producir el más absoluto agotamiento.
Pero esto no es fruto de hoy en día, sino consustancial a algunos seres humanos desde los albores de los tiempos. Ya lo retrató de manera inmejorable Lope de Vega en su comedia homónima:

"....luego que tratamos de esto,
si cuando ve que me enfrío
se abrasa de vivo fuego,
y cuando ve que me abraso,
se hiela de puro hielo?
Dejárame con Marcela.
Mas viénele bien el cuento
del Perro del Hortelano."

Sed felices

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