Siempre me ha intrigado saber como se forman las pelusas. De pequeña, quería creer que debajo de la cama vivían unos extraños enanitos que tejían por la noche los pequeños ovillos de pelusas que producían en los nervios de mi madre un efecto devastador:
- Barra lo que barra, no paran de salir pelusas- clamaba, mientras con vigor arrastraba la escoba debajo de los muebles y extraía esas diminutas bolitas que se movía con el menor soplo de aire.
Confieso que en alguna ocasión llegué a ponerme de rodillas, mirando bajo la cama o el sillón , esperando ver las pequeñísimas tejedoras de pelusas.
Un día supe que era una consecuencia del polvo, pelos y electricidad estática.
Cuando ya tuve mi casa, tomé el relevo de la lucha contra las pelusas que, teniendo en el hogar gatos, adquieren a veces un tamaño espectacular, y en ocasiones no sé si barrerlas o adoptarlas. Además el ventilador produce un curioso efecto sobre ellas. Las convierte en remedo reducido de esos bolondrones que vemos en las películas del oeste cuando alguna cruza majestuosa el salón.
De todas maneras, confieso que prefiero a veces pensar que son el fruto de duendes tejedores que de una mezcla de polvo y pelos de mis gatos. Y quizá por eso paso con cuidado el cepillo por debajo de la cama.
Sed felices.
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