viernes, 13 de septiembre de 2013

La venus del espejo

Siempre quiso ser ella desde el día en que cayó en sus manos una estampa que estaba guardada en un cajón cualquiera.

Siempre quiso ser ella, con su nívea espalda, curvada hacia las caderas que acogían la tierra prometida para aquel que quisiera conquistarla.

Soñaba  con estar desnuda, ante el reflejo de su propio cuerpo, para ser contemplada, adorada, envuelta en las miradas lascivas de los hombres.

Cumplió su deseo sobre la blanca y blanda cama de un hotel cualquiera.

A través de  un espejo de mano vio su rostro, su ansia  por poseerla como humana. Pero ella era Venus, la diosa, y él un mero mortal sin derecho a rozarla que pedía, rogaba, suplicaba acercarse al altar de Eros para  atar la cinta rosa alrededor de su fino cuello , acariciar las suaves piernas, besar sus cabellos.

- Mirar solo, - le dijo ella sonriendo-ese es  el juego.

Entonces él, solitario y vencido, consumó  en la distancia su anhelo, tocando sin tocar a la venus del espejo.

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