lunes, 30 de septiembre de 2013

De de gorilas y toros: sufrimiento cotidiano.

Veo en una red social una foto que me conmueve: sobre unos palos en cruz, atados con unas cuerdas, los cadáveres de unos gorilas, sacrificados para loa de unos bárbaros y cuyo aspecto antropomorfo hace todavía más trágica la escena. Esta fotografía a la que me refiero venía con un texto explicativo: la matanza de animales para convertir el Virunga en un gran pozo de petróleo. Terrible.

Pronto también veremos, como todos los años, las sangrientas imágenes de caza de las focas, o de delfines que tiñen las aguas de rojo y que a todos los que tenemos sensibilidad y cariño por los animales nos espeluznan.

No obstante, después de condolerme, como no podía ser menos, me pregunté: ¿qué tiene un gorila, una foca o un delfín que no tenga un toro? Curiosamente, la persona que había colgado esa foto no es un detractor, precisamente, de las corridas de toros.

Durante semanas el repugnante tema del toro de la Vega ha recorrido como la pólvora- causa perdida de antemano- los foros pidiendo que se aboliera una costumbre tan bárbara como es la de perseguir y lancear a un pobre animal indefenso. ¿Indefenso? Sí, indefenso, porque no es una lucha limpia e igual, aunque lo llamen torneo, en un afán de lavarle la sangre de la cara con un nombre medieval. Y para justificarlo he oído de todo: tradición, belleza, mantenimiento de una raza… Nada que ver con la realidad, que es la matanza de una animal como espectáculo. Mientras se nos mueve el corazón con la imagen de apartadas tierras.

Aunque, no sé de qué me extraño. Cotidianamente contemplamos como se nos encoge el ombligo, se nos saltan las lágrimas escuchando y viendo testimonios de sufrimientos lejanos, mientras olvidamos que la tristeza y la desesperación son vecinas nuestras y viven en la casa del al lado,  en los soportales de nuestra plaza o duermen en un banco del parque cercano.

¿Tal vez el sufrimiento cotidiano es menos sufrimiento?

Sed felices.

1 comentario:

  1. Hace mucho tiempo leí un artículo de Marguerite Yourcenar titulado "Una civilización de compartimentos estancos" que decía que la gente por un lado no se entera de los crímenes cometidos a escondidas y por otro se insensibiliza ante los crímenes cometidos en público, pero que en este segundo caso, por lo menos, cabe la posibilidad de que algunas personas se conciencien, y conciencien al resto.
    Y yo estoy de acuerdo, aunque no sé qué posibilidades hay en este momento de que esa minoría concienciada pueda hacer algo.

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