Allí esperaba el mar. Inmutable y cambiante.
El mar lleno de azules. que se revolvían en espumas blancas cuando el viento le invitaba a bailar.
El mar que bañaba sus pies morenos en los cotidianos paseos por la orilla, en los que sus pensamientos volaban más altos que las gaviotas o se hundían en las más profundas de las simas más oscuras.
El mar, que al cabo generoso, terminaba devolviendo a la orilla aquello que arrebataba.
Sabía que allí estaba el mar, con su perfume salobre, que envolvía su cuerpo y depositaba una fínisma capa de sal en su piel.
El mar, que guardaba el secreto de un nombre escrito un día en la arena y que quedó prendido para siempre en las olas que se lo llevaron.
El mar, distinto pero igual, la esperaba. Y ella fue fiel a su cita.
Sed felices.
El mar lleno de azules. que se revolvían en espumas blancas cuando el viento le invitaba a bailar.
El mar que bañaba sus pies morenos en los cotidianos paseos por la orilla, en los que sus pensamientos volaban más altos que las gaviotas o se hundían en las más profundas de las simas más oscuras.
El mar, que al cabo generoso, terminaba devolviendo a la orilla aquello que arrebataba.
Sabía que allí estaba el mar, con su perfume salobre, que envolvía su cuerpo y depositaba una fínisma capa de sal en su piel.
El mar, que guardaba el secreto de un nombre escrito un día en la arena y que quedó prendido para siempre en las olas que se lo llevaron.
El mar, distinto pero igual, la esperaba. Y ella fue fiel a su cita.
Sed felices.