sábado, 8 de septiembre de 2012

Venganza caliente, caliente...

Confieso que vengo  siguiendo los comentarios sobre un vídeo, algo subido de tono, de una concejala socialista, y que hasta hace poco no tenía ningún interés para mi. Pero, han sido tantas las entradas en FB y en otros medios de la Red que, como humana que soy, al  final he picado, como una más de  este país de cotillas. Sí, porque somos un país de cotillas, en el que  los programas de más audiencia son aquellos en los que la gente pone encima de la mesa sus higadillos y demás visceras, para que otros los hagan lonchas a la vista de todos,  y en el que estamos perdiendo la perspectiva de qué es derecho a la propia imagen y da igual ya quien sea, inocente o culpable, lo importante es dejarle con el culo al aire, lo que es textual en muchos casos, y más da que hablar una teta que un desfalco.

Resulta que lo del vídeo de marras,  es fruto de un triángulo amoroso, en el que la perjudicada- la sufrida mujer del adúltero presuntamente- ha colgado el vídeo como venganza de la relación de su compañero, futbolista, para mayor topicazo, con la edil, la cual, no anduvo muy lista al enviar al balompédico ligue un vídeo porno casero- no hay nada más cutre, por cierto- en la que ella practicaba, digamos, "el amor propio". La despechada novia cuelga, entonces, la peliculilla y ya está, venganza cumplida. ¡Menudo folletín!. Y no nos olvidemos del cuarto en discordia, el marido deshonrado, carpintero de profesión en una empresa del Opus Dei, y el más discreto en esta historia.

Desde que el mundo es mundo, pero sobre todo en el siglo de Oro, en que las obras de Calderón y Lope de Vega nos pusieron al corriente de que la honra- que siempre se sitúa de cintura para abajo- es solo patrimonio de Dios,  nos sentimos conmovidos e interesados en estos temas, sobre todo por el morbo que conllevan. Don Pedro daba siempre a los protagonistas la oportunidad de lavar su honor, habitualmente con sangre, eso sí. Hoy que estamos algo más adelantados, o por lo menos lo pensamos, tenemos Internet, para ventilar los trapos sucios y tomar justa venganza.

¡Ay, si nuestros autores clásicos hubieran conocido las redes sociales! Tengo la certeza de que  ya hubieran hecho un grupo llamado "Fuenteovejuna está hasta los huevos del comendador" o "Zalamea con su alcalde y al rey que le den morcilla", sin olvidar que seguramente alguien, con el móvil, cogería imágenes del pobre caballero de Olmedo, asesinado alevosamente, antes de que levantarán el cadáver y luego las distribuiría por todos los canales posibles, a la vez que twittearía la noticia .

Los tiempos cambian, pero las costumbres permanecen y la venganza es muy tentadora y más cuando, con lo medios de que disponemos,se tarda tan poco que ya es imposible comerla fría.

Sed felices.

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