Un amigo dice que soy muy transparente.
La verdad, no sé si lo dice como halago o como señal de ser algo que no me conviene. Más me suena a esto último, pues siempre lo acompaña con cierta socarronería.
Al principio me sentaba mal, no lo voy a negar, porque me hacía pensar que era algo parecido a ser una ingenua, y eso, con la edad que una tiene no es nada interesante, ya que si te caen los años, por lo menos que haya un cierto resabio fruto de la experiencia.
Pero después de una profunda reflexión- porque cuando a mi una cosa no me cuadra la tengo que pensar y repensar- he llegado a la conclusión de que sí, de que soy transparente.¡Vamos!.Qué se me ve venir de lejos.Y nada tiene que ver con la ingenuidad, sino con la capacidad de mostrarme como soy, de ser yo misma. Eso de dejar ver a través mía o dentro de mi lo que pienso y siento.
Y al hilo de ésto, quisiera compartir con vosotros otra reflexión más- sí, porque cuando yo me pongo a dar vueltas al coco...- Si hay personas que somos transparentes, también tiene que haber personas opacas.
Y yo me pregunto:¿una persona opaca, cómo es?¿ Incapaz de decir lo que verdaderamente piensa, por miedo a que los demás lo utilicen como arma arrojadiza? ¿Disfrazará sus sentimientos, tras una vestimenta de contención y disimulo, no sea que si los expresa se vea desprotegido?¿Sólo reflejará, pero no permitirá que ninguna sensación entre en ella? Y lo que más me cuestiona, ¿será feliz dentro de esa especie de concha que le asemeja más a una chirla asustada que a un ser humano? ¡Pues lo siento por ellas!
Es verdad que muchos de los objetos transparentes son frágiles y se les daña con facilidad, sin ir más lejos el cristal, pero también son los que permiten pasar la luz para que veamos y nos iluminemos. Otros, como el agua, son dinámicos y fluidos, capaces de excavar montañas y recorrer grandes distancias, y su fuerza a veces es imparable.
Hoy en día se pide transparencia en la gestión, en la política y en muchos de los ámbitos de la sociedad, pero cuando entramos en el campo de los sentimientos, ahí- piensan muchos-, es peligrosa, pues nos vuelve vulnerables.
Pues eso, que va ser que mi amigo tiene razón y que soy muy transparente. Y para demostrarlo y porque soy coherente, escribo este artículo, en el que lo asumo y además lo predico.
Sed felices.
La verdad, no sé si lo dice como halago o como señal de ser algo que no me conviene. Más me suena a esto último, pues siempre lo acompaña con cierta socarronería.
Al principio me sentaba mal, no lo voy a negar, porque me hacía pensar que era algo parecido a ser una ingenua, y eso, con la edad que una tiene no es nada interesante, ya que si te caen los años, por lo menos que haya un cierto resabio fruto de la experiencia.
Pero después de una profunda reflexión- porque cuando a mi una cosa no me cuadra la tengo que pensar y repensar- he llegado a la conclusión de que sí, de que soy transparente.¡Vamos!.Qué se me ve venir de lejos.Y nada tiene que ver con la ingenuidad, sino con la capacidad de mostrarme como soy, de ser yo misma. Eso de dejar ver a través mía o dentro de mi lo que pienso y siento.
Y al hilo de ésto, quisiera compartir con vosotros otra reflexión más- sí, porque cuando yo me pongo a dar vueltas al coco...- Si hay personas que somos transparentes, también tiene que haber personas opacas.
Y yo me pregunto:¿una persona opaca, cómo es?¿ Incapaz de decir lo que verdaderamente piensa, por miedo a que los demás lo utilicen como arma arrojadiza? ¿Disfrazará sus sentimientos, tras una vestimenta de contención y disimulo, no sea que si los expresa se vea desprotegido?¿Sólo reflejará, pero no permitirá que ninguna sensación entre en ella? Y lo que más me cuestiona, ¿será feliz dentro de esa especie de concha que le asemeja más a una chirla asustada que a un ser humano? ¡Pues lo siento por ellas!
Es verdad que muchos de los objetos transparentes son frágiles y se les daña con facilidad, sin ir más lejos el cristal, pero también son los que permiten pasar la luz para que veamos y nos iluminemos. Otros, como el agua, son dinámicos y fluidos, capaces de excavar montañas y recorrer grandes distancias, y su fuerza a veces es imparable.
Hoy en día se pide transparencia en la gestión, en la política y en muchos de los ámbitos de la sociedad, pero cuando entramos en el campo de los sentimientos, ahí- piensan muchos-, es peligrosa, pues nos vuelve vulnerables.
Pues eso, que va ser que mi amigo tiene razón y que soy muy transparente. Y para demostrarlo y porque soy coherente, escribo este artículo, en el que lo asumo y además lo predico.
Sed felices.
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