Son las 8,45 de la mañana. Suena el "Va pensiero" cantado por Nina Mouskuri, que ayer colgé de Facebook, como homenaje a los mineros que llenaron las calles de Madrid de reivindicación y dignidad.
El sol entra por la ventana en este miércoles de julio, mientras me calzo las zapatillas para salir a mi paseo diario.
Un día mas....
Resisto, como siempre y por propia salud mental, ver u oír las noticias, hasta la vuelta, cuando el caminar a buen paso me habrá ya cargado las pilas para poder aguantar las miserias, mediocridades y absurdeces con las que día a día nos regalan estos gobernantes de medio pelo, advenedizos del poder, llegados en la cresta de una ola producida por el cansancio, el agotamiento y la desesperanza de un pueblo, que como yo, saca de sus entretelas las fuerzas para seguir andando.
En la mesa me esperan las citas del día, las llamadas a los clientes. Ojeo la agenda, que hoy, es bastante escueta, lo cual me alivia.
Oigo la voz que me requiere para salir a la calle e iniciar ese paseo que ayuda a abrir los sentidos y a desempolvar el cerebro de las telarañas nocturnas.
Debo de concluir.
Espero que el día sea tranquilo, sin sobresaltos y sobre todo que cuando llegue la noche y haga ese balance diario que desde hace muchos años suelo llevar a cabo antes de dormir, resulte cuanto menos agradable. Seguro que sí. Al fin y al cabo será aquello que yo quiera que sea. Como buena jugadora de cartas sé que, aun no eligiendo las cartas, si puedo decidir como jugarlas.
Sed felices.
El sol entra por la ventana en este miércoles de julio, mientras me calzo las zapatillas para salir a mi paseo diario.
Un día mas....
Resisto, como siempre y por propia salud mental, ver u oír las noticias, hasta la vuelta, cuando el caminar a buen paso me habrá ya cargado las pilas para poder aguantar las miserias, mediocridades y absurdeces con las que día a día nos regalan estos gobernantes de medio pelo, advenedizos del poder, llegados en la cresta de una ola producida por el cansancio, el agotamiento y la desesperanza de un pueblo, que como yo, saca de sus entretelas las fuerzas para seguir andando.
En la mesa me esperan las citas del día, las llamadas a los clientes. Ojeo la agenda, que hoy, es bastante escueta, lo cual me alivia.
Oigo la voz que me requiere para salir a la calle e iniciar ese paseo que ayuda a abrir los sentidos y a desempolvar el cerebro de las telarañas nocturnas.
Debo de concluir.
Espero que el día sea tranquilo, sin sobresaltos y sobre todo que cuando llegue la noche y haga ese balance diario que desde hace muchos años suelo llevar a cabo antes de dormir, resulte cuanto menos agradable. Seguro que sí. Al fin y al cabo será aquello que yo quiera que sea. Como buena jugadora de cartas sé que, aun no eligiendo las cartas, si puedo decidir como jugarlas.
Sed felices.
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