Debo confesar que he dudado en escribir esta entrada, porque temía no ser capaz de transmitir mi opinión de una forma "políticamente correcta". Al final he decidido que lo mejor es dejar fluir mi pensamiento de una manera sincera.
Soy madre de dos hijos, ya hombres en la actualidad. Para mi, la maternidad fue algo transcendente en la vida, que me enseñó, entre otras cosas, la responsabilidad que supone asumir este papel, asi como los desvelos que acompañan la crianza de los hijos. Y ahora, cuando contemplo a mis dos muchachos, uno de los cuales ya me hizo abuela, me siento en paz, al saber que he cumplido con uno de los retos más difíciles de mi vida.
Y en mis dos embarazos, a pesar de que las circunstancias, sobre todo del último, fueron muy difíciles, nunca pensé en no seguir adelante. Y por eso, porque sé que significa la maternidad, no puedo por menos que apoyar la interrupción del embarazo en cualquiera de los supuestos. Ninguna mujer, gratuitamente, se plantea no tener un hijo, a no ser que concurran circunstancias muy graves. Eso lo aseguro.
La postura, hipócrita y fuera de la realidad, del ministro de Justicia, sobre modificar la circunstancia de malformación del feto es total y absolutamente un disparate. Hay algunos fariseos que dicen que abortar por esta causa es practicar la eugenesia, es decir, llevar a cabo una selección, como hacían los nazis. Se les olvida que los nazis buscaban una raza perfecta, no seres humanos sanos. Vivir no es solamente estar vivo, sino poder participar de todos y cada uno de los momentos que la existencia te ofrece, de una manera plena.
Eso sí, esta derecha casposa va siempre aplicando el doble rasero: mientras que Gallardón impulsa esta medida, las ayudas a la dependencia son recortadas cada vez más. A Dios rogando y con el mazo dando.
No sé cuanto dará todavía de más este gobierno, pero desde luego la sarta de barbaridades que han ido cometiendo dice mucho de su catadura de doble moral: por una parte dicen apoyar a la vida y por otra nos la amargan a los que ya estamos en ella.
Sed felices.
Soy madre de dos hijos, ya hombres en la actualidad. Para mi, la maternidad fue algo transcendente en la vida, que me enseñó, entre otras cosas, la responsabilidad que supone asumir este papel, asi como los desvelos que acompañan la crianza de los hijos. Y ahora, cuando contemplo a mis dos muchachos, uno de los cuales ya me hizo abuela, me siento en paz, al saber que he cumplido con uno de los retos más difíciles de mi vida.
Y en mis dos embarazos, a pesar de que las circunstancias, sobre todo del último, fueron muy difíciles, nunca pensé en no seguir adelante. Y por eso, porque sé que significa la maternidad, no puedo por menos que apoyar la interrupción del embarazo en cualquiera de los supuestos. Ninguna mujer, gratuitamente, se plantea no tener un hijo, a no ser que concurran circunstancias muy graves. Eso lo aseguro.
La postura, hipócrita y fuera de la realidad, del ministro de Justicia, sobre modificar la circunstancia de malformación del feto es total y absolutamente un disparate. Hay algunos fariseos que dicen que abortar por esta causa es practicar la eugenesia, es decir, llevar a cabo una selección, como hacían los nazis. Se les olvida que los nazis buscaban una raza perfecta, no seres humanos sanos. Vivir no es solamente estar vivo, sino poder participar de todos y cada uno de los momentos que la existencia te ofrece, de una manera plena.
Eso sí, esta derecha casposa va siempre aplicando el doble rasero: mientras que Gallardón impulsa esta medida, las ayudas a la dependencia son recortadas cada vez más. A Dios rogando y con el mazo dando.
No sé cuanto dará todavía de más este gobierno, pero desde luego la sarta de barbaridades que han ido cometiendo dice mucho de su catadura de doble moral: por una parte dicen apoyar a la vida y por otra nos la amargan a los que ya estamos en ella.
Sed felices.
No podría estar más de acuerdo. No soy madre todavía, aunque quiero serlo, pero tengo muy claro que no quiero traer al mundo a otro ser humano a sabiendas de que no va a poder tener una vida plena, y lo que es peor, con la angustia de no saber qué será de él el día que falte yo. Y más con lo que se nos viene encima, gracias a esos politicastros que tanto aprecian la vida prenatal y tan poco la que viene después, que es la que realmente cuenta.
ResponderEliminarPor cierto, si te estás preguntando quién soy XD, he conocido tu blog a través del de Nueva Orleans :).
ResponderEliminarMuchas gracias, Nymeria. Es un placer compartir este espacio contigo y tener ese nexo común que es Nueva Orleans. Un abrazo
ResponderEliminarPuede que fueran los jesuítas de Chamartín de la Rosa, o el trauma de la triste muerte de su Sra. madre, pero lo de Gallardón es inconcebible.
ResponderEliminarGracias por recordarnos a todos que ninguna madre (o por lo menos nadie con un mínimo de sentido común, aunque excepciones haya para todo) se plantea abortar con ligereza, como si fuera al callista. Lo digo porque estos días he oído varias opiniones en este sentido.
ResponderEliminarPor mi parte, estoy de acuerdo contigo en dar a mis hijos una vida lo más plena posible, y para mí (es mi opinión, y es subjetiva, y entiendo que haya quien no la comparta), eso incluye que mi hijo pueda ser autónomo e independiente cuando crezca.
Desgracias pueden acaecer en el curso de su vida que se lo impidan, pero si está en mi mano durante el embarazo el saber por anticipado que va a tener algún problema, me gustaría ser libre para poder elegir si quiero y puedo hacerme cargo en esas circunstancias.
Gracias a tí, Anita, por este comentario hecho con sensatez y sensibilidad. El amor maternal significa querer lo mejor para un hijo, empezando por traerle al mundo sano. Un abrazo
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