martes, 17 de julio de 2012

El ruiseñor y la princesa ,un cuento de verano


 Sentados en el jardín, alguien propone contar cuentos, pero que deben ser inventados. Ella comienza uno que dice asi:


Vivía en la torre, encerrada por su padre, el rey, quien desengañado del amor, no quería que su única hija, sufriera lo mismo que él.
Solo una ventana se abría al mundo exterior, y a través de ella contemplaba pasar los días, las semanas, los meses y los años. La servía una criada, quien desde niña, la entretenía contándola cuentos de hadas, en los que bellas princesas como ella, eran amadas por apuestos príncipes, con los que acababan viviendo preciosas historias de amor.
Pero a esta princesa se le había negado ese derecho, ese placer de conocer, como Blancanieves o la Bella Durmiente el sabor de un beso que la despertara para vivir un sueño.
Una noche de verano, asomada ese pequeño hueco, vió posarse un ruiseñor en el alféizar. El pajarillo la miró y abriendo el pico comenzó a cantar. Su sonido se elevó en el silencio del bosque, como una cinta de plata, hasta la luna que, sonriente, asomaba entre los árboles.
La niña sintió, entonces, que algo se le removía dentro, algo que crecía y llegaba hasta sus ojos, para brotar a través de las lágrimas. Jamás había sentido nada igual, una mezcla de emoción y placer.
Las noches siguientes, el ruiseñor volvió, entonando su melodía hasta el amanecer. La princesa esperaba, con impaciencia su llegada. También sufría con la despedida.
Pero una noche de luna llena, cuando el estío llegaba a su fin , la joven vió horrorizada como el ave, a punto de posarse en su ventana, caía atravesado por una flecha de uno de los ballesteros de su padre.
- Por qué? le preguntó a su padre, sollozando.
- Porque vi en tus ojos que te habías enamorado.
- Pero, ¿Cómo me puedo haber enamorado de un pájaro?
- Nos enamoramos de todo aquello que nos hace vibrar, sentir, emocionarnos. Pero yo sé que todo se acaba, y que llegará el invierno y el ruiseñor ya no volverá y tú sufrirás....
- Pero, y ahora ¿qué haré?- se desesperó la princesa.
- Aprender a vivir con su recuerdo y no con su ausencia....
- ¡No, no te das cuenta, no entiendes nada,  aunque llegara el invierno  siempre tendría la esperanza del próximo verano!

¿Y cuál es la moraleja?, pregunta alguién.
En ocasiones-contesta ella-, el miedo a sufrir y perder nos empuja a evitar aquello que nos hace o nos puede hacer felices y, lo que es peor, lo que hace felices a otros. Nada dura para siempre, pero mientras tanto....

Sed felices

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