Hace un tiempo me sucedió una anécdota curiosa y muy gratificante al mismo tiempo. Fuí con un amigo, coach de profesión, a una conferencia que daba una antigua profesora y que se denominaba "La pasión de vivir". El título lo decía todo. Minutos antes de iniciar la charla, mi amigo me presentó a la ponente, quien me saludó de una manera muy cariñosa.
Fue una experiencia muy, muy interesante. A través de las palabras de la conferenciante, se dibujó el panorama de la triste vida de aquellos que no sienten pasión por lo que hacen, por lo que sueñan, por lo que son. Gente tóxica que no solo se amargan la vida, sino también se la amargan a los demás y de la que debemos huir como de la quema.
En la vida,- nos dijo la profesora- se ha de sentir pasión por ella, para poder alcanzar nuestro último objetivo, que es la felicidad. Yo- comentó- he conocido hoy a una mujer apasionada.
En ese momento, mi amigo me susurró al oído:
-Eso va a por ti.
Me quedé asombrada. Y más, cuando en el cóctel que siguió al acto, la misma ponente me lo confirmó.
- ¿Cómo es posible que sepas eso de mí, cuando nada más hemos cruzado un saludo?- la pregunté.
- Simplemente, por como miras, sonríes y te comportas. La pasión por la vida es una actitud que no se puede ocultar, ni se debe. Sentirla es una de la mayores gratificaciones. ¡Enhorabuena!.
He querido contaros esta anécdota hoy, a sabiendas de los momentos tan complicados que muchos estáis pasando y que hacen que los días pesen a veces como piedras. Pero nada debe hacernos perder la capacidad de poder disfrutar de aquello que tenemos o que somos. Y os aconsejo huir de los profetas del desastre que solamente ponen en evidencia aquello que está mal, intentando chuparnos cual vampiros, la energía interior. Yo hace tiempo que lo pongo en práctica.
Haced cosas interesantes, buscad la compañía de personas interesantes, que os enseñen
y aporten. Vivid con pasión vuestra existencia, y si no os gusta, cambiadla.
Sed felices.
Fue una experiencia muy, muy interesante. A través de las palabras de la conferenciante, se dibujó el panorama de la triste vida de aquellos que no sienten pasión por lo que hacen, por lo que sueñan, por lo que son. Gente tóxica que no solo se amargan la vida, sino también se la amargan a los demás y de la que debemos huir como de la quema.
En la vida,- nos dijo la profesora- se ha de sentir pasión por ella, para poder alcanzar nuestro último objetivo, que es la felicidad. Yo- comentó- he conocido hoy a una mujer apasionada.
En ese momento, mi amigo me susurró al oído:
-Eso va a por ti.
Me quedé asombrada. Y más, cuando en el cóctel que siguió al acto, la misma ponente me lo confirmó.
- ¿Cómo es posible que sepas eso de mí, cuando nada más hemos cruzado un saludo?- la pregunté.
- Simplemente, por como miras, sonríes y te comportas. La pasión por la vida es una actitud que no se puede ocultar, ni se debe. Sentirla es una de la mayores gratificaciones. ¡Enhorabuena!.
He querido contaros esta anécdota hoy, a sabiendas de los momentos tan complicados que muchos estáis pasando y que hacen que los días pesen a veces como piedras. Pero nada debe hacernos perder la capacidad de poder disfrutar de aquello que tenemos o que somos. Y os aconsejo huir de los profetas del desastre que solamente ponen en evidencia aquello que está mal, intentando chuparnos cual vampiros, la energía interior. Yo hace tiempo que lo pongo en práctica.
Haced cosas interesantes, buscad la compañía de personas interesantes, que os enseñen
y aporten. Vivid con pasión vuestra existencia, y si no os gusta, cambiadla.
Sed felices.
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