Todo el mundo conoce la experiencia del perro de Pavlov. Me refiero a la de aquel científico que realizó un experimento con su perro, al que le daba de comer al tiempo que tocaba la campanilla. Repetida la secuencia las veces suficientes, el perro, aunque no le sirvieran la comida, al oír la campana empezaba a salivar.
¿A que viene este comentario? Bien, a que me da la impresión de que somos, o a veces parecemos, una sociedad tan condicionada como el perro de Pavlov. Y paso a explicar por que.
Noticias en la televisión, noticias económicas en las que nos explican como de mal nos va todo. Acto seguido imágenes de un terremoto, con unos pocos muertos, unas inundaciones, con otros poco fallecidos, un atentado terrorista o dos, el Consejo de ministros de turno, en el que se nos comunican más recortes en todo lo habido por haber y de pronto, chan, chan..., la locutora o locutor cambia y aparece un caballero sonriente o una señorita más sonriente aún que nos cuenta lo emocionante que está la liga, la Champion o el premio de fórmula uno. Automáticamente nuestra cara se distiende, nuestro rostro se relaja y contemplamos la vida desde la perspectiva de que nuestro mayor problema es que el equipo de nuestros amores no descienda o que Alonso vuelva a ganar el Mundial.
Y esto un día tras otro, produciendo en el telespectador la misma reacción: un bloqueo ante las noticias graves y una aceptación de aquello que se nos vende como el remedio de nuestra angustia.
Nadie hace dos años sabía lo que era la prima de riesgo y ahora nos han condicionado de tal manera, a base de repetir y repetir, que somos incapaces de tomar el café de la mañana sin enterarnos a cuánto se subasta la deuda. Lo mismo con la Bolsa y el famoso Ibex 35, que ocupa nuestro interés y preocupación, cuando la mayoría de los mortales no jugamos en ella, ni jugaremos jamás....
Condicionar es controlar. Y quien controla tiene el poder, no lo olvidemos.
Sed felices.
Cierro el blog hasta el mes que viene. Volveré el 3 de mayo. Feliz puente!!
¿A que viene este comentario? Bien, a que me da la impresión de que somos, o a veces parecemos, una sociedad tan condicionada como el perro de Pavlov. Y paso a explicar por que.
Noticias en la televisión, noticias económicas en las que nos explican como de mal nos va todo. Acto seguido imágenes de un terremoto, con unos pocos muertos, unas inundaciones, con otros poco fallecidos, un atentado terrorista o dos, el Consejo de ministros de turno, en el que se nos comunican más recortes en todo lo habido por haber y de pronto, chan, chan..., la locutora o locutor cambia y aparece un caballero sonriente o una señorita más sonriente aún que nos cuenta lo emocionante que está la liga, la Champion o el premio de fórmula uno. Automáticamente nuestra cara se distiende, nuestro rostro se relaja y contemplamos la vida desde la perspectiva de que nuestro mayor problema es que el equipo de nuestros amores no descienda o que Alonso vuelva a ganar el Mundial.
Y esto un día tras otro, produciendo en el telespectador la misma reacción: un bloqueo ante las noticias graves y una aceptación de aquello que se nos vende como el remedio de nuestra angustia.
Nadie hace dos años sabía lo que era la prima de riesgo y ahora nos han condicionado de tal manera, a base de repetir y repetir, que somos incapaces de tomar el café de la mañana sin enterarnos a cuánto se subasta la deuda. Lo mismo con la Bolsa y el famoso Ibex 35, que ocupa nuestro interés y preocupación, cuando la mayoría de los mortales no jugamos en ella, ni jugaremos jamás....
Condicionar es controlar. Y quien controla tiene el poder, no lo olvidemos.
Sed felices.
Cierro el blog hasta el mes que viene. Volveré el 3 de mayo. Feliz puente!!
Yo me pregunto, en mi gustosos papel de amante de las teorías conspirativas y de los "iluminati" ¿de qué nos están distrayendo?
ResponderEliminarPues, mira me querido amigo. Yo tampoco creía en las teorías de la conspiración, pero empiezo a pensar que , como las meigas, haberlas, háilas.
ResponderEliminarEn fin, nos queda, como en este blog, el recurso del pataleo de comentarlo.
Recuerdo a los gatos y al busto. Y a ti, un beso.