Convencida estoy de que esta palabra no existe, pero es la más definitoria para explicar a lo que me refiero. A la terapia relacionada con ir a la peluquería. Ya, ya sé que muchas de mis amigas me dicen que no les gusta ir , que no las dejan bien, que nunca les cortan como ellas quieren... Pero creo que lo dicen con la boca chica. Al final, el ratito que pasamos en esos centros de belleza, dejándonos manejar el pelo, es sumamente relajante.
Creo que no he llegado a comentar en este blog que el estado de mi pelo es una de mis frívolas preocupaciones- la otra, como ya sabéis, son los zapatos-. Parece ser, o por lo menos así me lo cuenta mi madre, que ya desde pequeñita el peinarme o el verme bien peinada tenía tal efecto terapéutico en mi que, cuando me enfadaba, algo que me acontecía bastante a menudo dado mi genio, me metía en el cuarto de baño y me dedicaba a peinarme durante un rato, para después salir sonriente y aplacada.
Pues bien, hoy he pensado que no había una mejor manera de afrontar la vuelta a la rutina de un lunes postvacacional que pasar primero por la peluquería. Y así lo he hecho. Han sido dos horas y media de tintes, cortes y peinados y sobre todo de charla sobre "nuestras cosas".... Y he salido como nueva, tan saneada como mis puntas. La verdad es que verse una arregladita no tiene por menos que levantar el ánimo.
De broma le he comentado a la peluquera lo bien que me había sentado la sesión, y que quizás habría que potenciar mejores peinados y menos "lexatín".
Aunque tal vez no sea tan de guasa.Vernos bien nos hace sentir bien ¿O no?
Sed felices
Creo que no he llegado a comentar en este blog que el estado de mi pelo es una de mis frívolas preocupaciones- la otra, como ya sabéis, son los zapatos-. Parece ser, o por lo menos así me lo cuenta mi madre, que ya desde pequeñita el peinarme o el verme bien peinada tenía tal efecto terapéutico en mi que, cuando me enfadaba, algo que me acontecía bastante a menudo dado mi genio, me metía en el cuarto de baño y me dedicaba a peinarme durante un rato, para después salir sonriente y aplacada.
Pues bien, hoy he pensado que no había una mejor manera de afrontar la vuelta a la rutina de un lunes postvacacional que pasar primero por la peluquería. Y así lo he hecho. Han sido dos horas y media de tintes, cortes y peinados y sobre todo de charla sobre "nuestras cosas".... Y he salido como nueva, tan saneada como mis puntas. La verdad es que verse una arregladita no tiene por menos que levantar el ánimo.
De broma le he comentado a la peluquera lo bien que me había sentado la sesión, y que quizás habría que potenciar mejores peinados y menos "lexatín".
Aunque tal vez no sea tan de guasa.Vernos bien nos hace sentir bien ¿O no?
Sed felices
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