Uno de los pecados capitales, de los diez de la Ley de Dios, es el de no tomar el nombre del Padre en vano, es decir, no poner a Dios por testigo cuando sabemos que aquello que queremos apoyar por mediación divina, no se sostiene.
No, no teman mis lectores, que no vamos a dar una lección de catequesis, pero si quiero centrar el tema y este modelo cristiano me parecía clarificador.
Para una parte de la ciudadanía estos mandamientos han quedado obsoletos, puesto que hay una mayoría, a pesar de lo que parece con tanta parafernalia eclesiástica- que una cosa es predicar y otra dar trigo- , que están dentro de una dinámica laica o atea. Y tal vez por eso, por lo que ciertas personas asuman como lo más natural decir, pronunciar o expresar palabras en vano.
Llevo tiempo, y los que están más cercanos lo saben, en un estado de estupefacción casi permanente. Leo y escucho intervenciones y discursos que desdicen de una manera descarada aquello que hace un tiempo era una verdad absoluta. Y no me refiero a los políticos, que a esos siempre se le atribuye tan triste condición, sino a personas cercanas que, o fruto de un Alzheimer prematuro o del mayor de los cinismos, donde antes decían digo, ahora dicen Diego.
Para justificar las contradicciones hemos inventado algo tan socorrido como que son "`puntos de vista", lo mismo que para expresar diferencias, hablamos de "matices". Es lo políticamente correcto.... cuando lo que son realmente son mentiras como puños.
Hay una expresión que dice que "el papel todo lo sostiene" y así podemos comprobar como, por parte de personas o colectivos, cuando se escriben o dicen palabras en el ámbito que sea, a la hora de llevarlas a cabo, las diferencias son palmarias. Nada que ver con la verdad, pero tampoco nada que justificar.
Claro que tenemos la tranquilidad de que no iremos al infierno, porque no creemos en él... y al final, nunca pasa nada, las palabras se las lleva el viento.
No, no teman mis lectores, que no vamos a dar una lección de catequesis, pero si quiero centrar el tema y este modelo cristiano me parecía clarificador.
Para una parte de la ciudadanía estos mandamientos han quedado obsoletos, puesto que hay una mayoría, a pesar de lo que parece con tanta parafernalia eclesiástica- que una cosa es predicar y otra dar trigo- , que están dentro de una dinámica laica o atea. Y tal vez por eso, por lo que ciertas personas asuman como lo más natural decir, pronunciar o expresar palabras en vano.
Llevo tiempo, y los que están más cercanos lo saben, en un estado de estupefacción casi permanente. Leo y escucho intervenciones y discursos que desdicen de una manera descarada aquello que hace un tiempo era una verdad absoluta. Y no me refiero a los políticos, que a esos siempre se le atribuye tan triste condición, sino a personas cercanas que, o fruto de un Alzheimer prematuro o del mayor de los cinismos, donde antes decían digo, ahora dicen Diego.
Para justificar las contradicciones hemos inventado algo tan socorrido como que son "`puntos de vista", lo mismo que para expresar diferencias, hablamos de "matices". Es lo políticamente correcto.... cuando lo que son realmente son mentiras como puños.
Hay una expresión que dice que "el papel todo lo sostiene" y así podemos comprobar como, por parte de personas o colectivos, cuando se escriben o dicen palabras en el ámbito que sea, a la hora de llevarlas a cabo, las diferencias son palmarias. Nada que ver con la verdad, pero tampoco nada que justificar.
Claro que tenemos la tranquilidad de que no iremos al infierno, porque no creemos en él... y al final, nunca pasa nada, las palabras se las lleva el viento.
Cuando un político tiene la cara de decir: ya han pasado las elecciones, podemos decir lo que en verdad pesamos, es para echarse a temblar...
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