¿Es el proceso de creación una agonía? ¿Es necesario que el creador, ya sea escritor, pintor o cualquier otro artista necesite del sufrimiento para crear?
El título de esta entrada replica el de una película de mediados de los sesenta que narraba el proceso de realización de las pinturas de la capilla Sixtina por el gran Miguel Ángel, el cual, encarnado por el actor Charlton Heston, uno de mis iconos de infancia antes de que me enterara de su apoyo a las armas, transmitía al espectador todo el suplicio que acontece al artista ante el reto de su obra. Recuerdo las imágenes en las que tumbado bajo el techo de la que con los siglos sería reconocida como su más grande obra, gemía y suspiraba por encontrar esa magia que proveniente de su mano diera realidad al elenco pictórico más famoso.
Agonía proviene del griego agonós, que significa lucha. De ahí que el final de nuestra existencia se identifique con esta palabra, en la que la vida entabla la postrera batalla con la muerte. Pero últimamente me he encontrado con creadores cuyo combate es a brazo partido con las emociones, con los miedos y con las inseguridades por su obra, y que se debaten en una total y auténtica agonía.
Por ello, me vuelvo a preguntar si es necesario sufrir para crear y llegar a la segunda parte de la ecuación, el éxtasis, el clímax que conlleva ver tu obra terminada. Pero, al contrario de lo que podríamos pensar, esa satisfacción es poco duradera, y el artista vuelve a sentir la angustia de esa necesidad de volver a imaginar, a escribir, a pintar....y otra vez entra en ese círculo que se parece al suplicio de Sísifo: subir la piedra a la montaña, para que vuelva a caer. Se debaten por tanto entre esa agonía y ese éxtasis incomprensible para los demás mortales.
Es como si los dioses, envidiosos de la belleza y el sentimiento que algunos humanos son capaces de crear con la literatura, la pintura o la música, hubieran decidido lanzar una maldición:
"Harás que se conmuevan, que lloren, que rían, que se enamoren con tu arte, pero tú.... sufrirás"
Sed felices.
El título de esta entrada replica el de una película de mediados de los sesenta que narraba el proceso de realización de las pinturas de la capilla Sixtina por el gran Miguel Ángel, el cual, encarnado por el actor Charlton Heston, uno de mis iconos de infancia antes de que me enterara de su apoyo a las armas, transmitía al espectador todo el suplicio que acontece al artista ante el reto de su obra. Recuerdo las imágenes en las que tumbado bajo el techo de la que con los siglos sería reconocida como su más grande obra, gemía y suspiraba por encontrar esa magia que proveniente de su mano diera realidad al elenco pictórico más famoso.
Agonía proviene del griego agonós, que significa lucha. De ahí que el final de nuestra existencia se identifique con esta palabra, en la que la vida entabla la postrera batalla con la muerte. Pero últimamente me he encontrado con creadores cuyo combate es a brazo partido con las emociones, con los miedos y con las inseguridades por su obra, y que se debaten en una total y auténtica agonía.
Por ello, me vuelvo a preguntar si es necesario sufrir para crear y llegar a la segunda parte de la ecuación, el éxtasis, el clímax que conlleva ver tu obra terminada. Pero, al contrario de lo que podríamos pensar, esa satisfacción es poco duradera, y el artista vuelve a sentir la angustia de esa necesidad de volver a imaginar, a escribir, a pintar....y otra vez entra en ese círculo que se parece al suplicio de Sísifo: subir la piedra a la montaña, para que vuelva a caer. Se debaten por tanto entre esa agonía y ese éxtasis incomprensible para los demás mortales.
Es como si los dioses, envidiosos de la belleza y el sentimiento que algunos humanos son capaces de crear con la literatura, la pintura o la música, hubieran decidido lanzar una maldición:
"Harás que se conmuevan, que lloren, que rían, que se enamoren con tu arte, pero tú.... sufrirás"
Sed felices.
Cierto como lo que más...
ResponderEliminarEn quien crees que estaba pensando??? Un beso.
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