Venir descansada de las vacaciones es casi una obligación, aunque en mi caso es una muy grata realidad. Cosa rara en mi, he podido desconectar. Y digo que es extraño porque entre mis variada virtudes no se halla la de tener la capacidad de aislarme, de abandonar los problemas y las rutinas, y tiendo a meterlas en la maleta cuando me marcho unos días. Pero esta vez lo conseguí. Incluso el ordenador se quedó en casa, esperando mi vuelta.
Me hacía falta. Estaba en un punto de saturación en el que la concentración empezaba a fallarme. Ha sido un trimestre muy intenso en lo laboral y en lo personal, y necesitaba vaciar mi mente, dejar huecos que llenaran otras actividades.Porque cuando la mente está llena de cuestiones, de asuntos que se aprietan unos con otros como piojos en costuras, estorbándose e impidiendo que se vean las cosas claras, es el momento de parar, tomarse un respiro y recordar que, como los césares, somos mortales.
Los paseos por la playa, la lectura y sobre todo el dibujo han llenado mis horas de asueto.¡Hacía tanto tiempo que no dibujaba disfrutando de ello! Deslizar el lápiz, ver como la forma que tienes en tu mente va saliendo del papel, de la nada en blanco,es un placer que muy pocas veces me permito en estos últimos tiempos, quizá porque para ello el pensamiento debe dirigir la mano para ejecutar el trazo, y mi pensamiento andaba de aquí para allá, en danza constante.Pero en estas vacaciones, lo he hecho, he vaciado mi mente de preocupaciones y he permitido que mi mano volara libre. Como decía mi padre, la magia existe en la punta de un lápiz. Y esa magia ha hecho que yo haya regresado con ganas, con fuerza y dispuesta a seguir.
Sed felices.
Me hacía falta. Estaba en un punto de saturación en el que la concentración empezaba a fallarme. Ha sido un trimestre muy intenso en lo laboral y en lo personal, y necesitaba vaciar mi mente, dejar huecos que llenaran otras actividades.Porque cuando la mente está llena de cuestiones, de asuntos que se aprietan unos con otros como piojos en costuras, estorbándose e impidiendo que se vean las cosas claras, es el momento de parar, tomarse un respiro y recordar que, como los césares, somos mortales.
Los paseos por la playa, la lectura y sobre todo el dibujo han llenado mis horas de asueto.¡Hacía tanto tiempo que no dibujaba disfrutando de ello! Deslizar el lápiz, ver como la forma que tienes en tu mente va saliendo del papel, de la nada en blanco,es un placer que muy pocas veces me permito en estos últimos tiempos, quizá porque para ello el pensamiento debe dirigir la mano para ejecutar el trazo, y mi pensamiento andaba de aquí para allá, en danza constante.Pero en estas vacaciones, lo he hecho, he vaciado mi mente de preocupaciones y he permitido que mi mano volara libre. Como decía mi padre, la magia existe en la punta de un lápiz. Y esa magia ha hecho que yo haya regresado con ganas, con fuerza y dispuesta a seguir.
Sed felices.
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