martes, 8 de marzo de 2011

Rosa y Teresa, mujeres


Nacieron ambas el mismo año, una en la primavera y otra al finalizar el otoño. Rosa hija de obrero de una fundición, la mayor de nueve hermanos, quedó huefana de madre con quince años y dejó de trabajar para cuidar su casa ya que a los once años había entrado de obrera en una fábrica de muñecas. Teresa estudió el bachillerato en el Liceo Francés. Su padre, hombre de negocios le dió todos los caprichos, hasta que un mal envite le arruinó.
Rosa y Teresa afrontaron la Guerra Civil. Rosa en Valencia, evacuada con sus dos hijos. Teresa soportó los bombardeos de Madrid, con sus tres hijos pequeños y la sola ayuda de su madre, ya que su marido la abandonó.
Ambas, a su manera, lucharon para salir adelante. Rosa economizaba hasta el último céntimo del sueldo que le llevaba su marido para poner el plato en la mesa. Teresa se convirtió en el "hombre de la casa" y salió a trabajar fuera.
Jamás se quejaron de su suerte. Y cuando la vida por fin les hizo justicia, y vieron a sus hijos convertidos en hombres y mujeres de bien, se sintieron satisfechas. Amaron a los suyos con todo su corazón y ese amor les fue devuelto ciento por ciento. Y cuando les llego el momento de marchar, fueron ellos, sus hijos e hijas, nietos y nietas e incluso en el caso de Teresa, sus bisnietos, los que las acompañaron en el final.
Hoy, día 8 de marzo, día de la Mujer, he querido recordar en estas dos mujeres valientes, luchadores y sobre todo ejemplares, a todas las que han hecho posible que con su esfuerzo, trabajo y cariño hayamos llegado muchas a ser lo que somos.
Rosa y Teresa fueron mis abuelas.

1 comentario:

  1. Son dos nombres propios entrañables y anónimos pero la literatura está lleno de sustantivos que han hecho posible el milagro de la creación. Recordemos a Zenobia Camprubí, Rosa Chacel, Ana María Matutes, María Teresa León... tantos que su presencia es un río de verdades contra el paso del tiempo

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