- Tras su sinceridad escondía en ocasiones, agazapada, la justificación a la crítica más agria.
- Gustaba de pedir consejos, siempre que las respuestas cabalgaran en el eco.
- Solo admitía en el otro su propio reflejo del espejo.
- El mundo no le parecía lo suficientemente grande, sin saber que lo miraba a través de su propia cerradura.
- Tan alta opinión de si mismo tenía que, cuando le halagaban, pensaba la mayoría de las veces que se quedaban cortos.
- Como Narciso, se enamoró de su propio reflejo en los otros.
- Tras su tolerancia habitaba la certeza de que pocos merecían el desgaste de su enfado.
- No solo escondía la mano, tras tirar la piedra. También escondía la piedra.
- Conjugaba todos los verbos en primera persona del singular, sin una sola falta.
- No amaba al prójimo como así mismo, porque jamás encontró a ningún prójimo que estuviera a su altura, aunque tampoco lo odiaba, ya que le parecía una pérdida de tiempo.
- Tan vanidoso era que ni siquiera se consideraba como tal.
Sed felices
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