sábado, 20 de octubre de 2012

Llueve...

Llueve. Siempre acaba lloviendo. A pesar de los augures sempiternos que nos muestran los lechos medio secos de los pantanos, después del estío.


Llueve.Siempre acaba lloviendo. A pesar de la pertinaz sequía que, como el toro de Osborne, es seña de identidad de nuestra tierra.

Llueve. Siempre acaba lloviendo.....

Y cuando lo hace, como siempre, no lo hace a gusto de todos.

Queremos agua en nuestros grifos, queremos agua en nuestros pantanos, queremos agua en nuestros ríos, pero no queremos que ese mismo agua nos moje, ni encharque nuestras calles, ni nuestras avenidas, ni forme con el polvo ese barro que mancha nuestros zapatos.

Hoy, muchos llamarán al agua mansa que cae del cielo, mal tiempo. Y quizá esos mismos se hayan preocupado cuando les han hablado días antes de volumen de agua embalsada, menor del esperado.
Al final, siempre es lo mismo, queremos hacer tortilla sin romper huevos, sin tener que pasar por las incomodidades, por los esfuerzos, queremos los resultados. Prados verdes, en una eterna primavera soleada.

Y mientras, llueve. 

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