Levito en la frontera que separa la realidad del sueño, mientras noto como una sensación de algodón envuelve mis huesos.
En mi mente se agolpan impresiones, colores y caras, que componen un puzzle confuso del balance del día.
Me froto un dedo del pié con otro dedo, en un rito infantil que no han conseguido corregir los años, y acompaso la respiración a los latidos de mi corazón.
Sé que me estoy durmiendo, pero con la punta de mis dedos todavía me agarro a esta orilla que me sujeta a lo cotidiano, como si quisiera apurar las horas de la consciencia.
Y en esos instantes previos, viene a mi pensamiento un poema:
Antes del sueño
de los labios dejo caer
muy lentamente
al corazón tu nombre.
En lo alto escucho
como te expandes. (*)
Alargo mis manos, te abrazo, te noto y entonces, me duermo.
Sed felices
(*) Antes del sueño. Libro de Suavidad, de Mariana Colomer.
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