domingo, 23 de enero de 2011

De traiciones y lealtades


De los valores para mí principales es la lealtad. No entiendo las relaciones humanas sin ella, me da igual que sean de pareja, amistad, laborales....Si la lealtad no se respeta todo se viene abajo. ¿Y que entiendo por lealtad? No actuar a espaldas de aquel a quien debemos ser leal y estamos comprometidos, aconsejar sinceramente, no jugar con doble baraja. No se trata sólo de estar, se trata de ser.
La historia está llena de desleales, de traidores, que en la mayoría de los casos se escudan en el bien común, cuando realmente se trata del bien propio. Suelen ser gente de escaso valor, pero de gran ambición, cuya estrategia de apuñalar por la espalda les convierte en muy peligrosos, alimentados constantemente por la envidia y la frustración.
Muchos de nosotros hemos sufrido las consecuencias de la deslealtad. Y seguramente de aquel o aquella a quien considerabamos persona cercana, en quien confiábamos. Y duele. Sobre todo porque nunca entiendes por qué no vino a tí, y te habló e intentó llegar a una solución antes de asestar el golpe. Y comprendes las palabras de Julio César cuando vió que Bruto era uno de sus asesinos, dolor y estupefacción: ¡Tú, también!
Con la experiencia que dan los años, aprendes a verlos venir, pero alguno todavía se te cuela. Es irremediable a veces, pues son maestros del disfraz y del engaño.
Mi esperanza es que, como Judas, la soga de su conciencia les apriete el cuello, recordándoles lo miserables que son.

Sed felices (y leales)

1 comentario:

  1. Élena, comparto tu opinión, aunque hay que distinguir entre lealtad y vasallaje. Entiendo "el vasallaje" como ir a muerte detrás de un líder, de una ideología, de un programa, de un grupo humano... Esa sumisión cierra los ojos y justifica el fascismo. Sólo hay que oir a los partidarios de Chávez, Le Pen, Castro o Berlusconi...

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