sábado, 5 de junio de 2021

Lo que de verdad importa

 Con los años te das cuenta de que van siendo muy pocas las cosas que de verdad importan. Además, esas cosas, generalmente, no son grandes ni importantes, y muchas veces forman parte de lo cotidiano: escuchar los mirlos en la mañana, saborear un café, ver una nueva flor que ha brotado, sentir que todo va a salir bien, dar los buenos días con un beso o perder la mirada en un atardecer... Contemplar, en resumen la vida. Porque en el proceso en el que nos encontramos, tras un año largo de pandemia, si no hemos aprendido que ante esta situación los grandes proyectos, la pompa y el fuste poco valen, es que nos merecemos la extinción. 

Cuando era niña me apasionaban las grandes aventuras épicas. Era una auténtica apasionada de la mitología griega y, sobre todo, adoraba la Odisea. Me fascinaba leer las aventuras de Ulises, su astucia con Polifemo, su tenacidad para volver a Ítaca. Ahora pienso que muchos nos sentims protagonistas de ese periplo, aunque, paradójicamente sin ir más allá de nuestro domicilio, o de nuestro municipio. Pero es que la Historia, la auténtica, esta protagonizada por héroes anónimos que hiciron los que tenían que hacer y se enfrentaron a sus temores y salieron victoriosos. Creo que hay un Ulises en cada uno de nosotros que decidimos hacer lo que debíamos.

Desprecio a esos héroes y heroínas de pacotilla (preciosa palabra) ya no de papel couché sino de redes sociales, que se hacen un hueco en el imaginario popular sin tener ningún mérito, distrayendo y convirtiendo en falsedad aquello que forma parte de nosotros. Contemplos a los incapaces de escuchar el canto de los pájaros porque sus oídos están taponados con auriculares, sin ver las flores que nacen porque no levantan la cabeza del móvil, sin saber que la vida pasa, y pasa muchas veces de nosotros, harta de darnos oportunidades reales para vivir y nosotros hemos decidido disfrutar de las virtuales.

En fin, quizá quedemos como avis raris unos pocos residuales a los que lo que de verdad nos importe esas pequeñas cosas, puntadas que van cosiendo la existencia , y que como yo, aprovechen una mañana de domingo para contarlo.

Sed felices.


domingo, 23 de mayo de 2021

¿Qué queréis que os diga?

 Hay días que no es que se vea la botella medio llena o medio vacía, sino que, ni siquiera, se encuentra la botella. 

Me creo una mujer de mente abierta, que intenta comprender las situaciones, las actuaciones de las personas, pero últimamente me pesan muchas cosas. Siempre he defendido, sobre todo, la lealtad y la coherencia. La lealtad, porque me parece imprescndible para mantener unas relaciones, ya sean sentimentales o laborales, sinceras, sin fisuras, en las que el diálogo y la puesta común ayuden a mantener el equilibrio. La coherencia muestra que nuestras acciones están acordes con aquello que pensamos, con aquello que decimos.

Sin embargo cada día me encuentro más situaciones en las que veo la carencia de esos dos valores, de esos dos principios, sustituidos por la mentira y la más absoluta incoherencia. Supongo que será cosa de la edad, que hace que con los años, aunque la vista se canse y las piernas también, la mente se agudiza y se instala una especie de radar para ver lo absurdo de muchas situaciones.

Debo deciros, mis queridos lectores, que tengo la fortuna, según me dicen, de tener una apariencia más juvenil de los años que tengo: es posible. Sin embargo, en mi interior, hay días que siento como si un montón de años se me vinieran encima, sin misericordia ninguna. Entonces un cansancio enorme me invade, se me hace un nudo en la garganta y las lágrimas acuden a mis ojos.

¿Qué queréis que os diga? Nunca la vida es lo que una imagina a los veinte años. Ese es uno de sus encantos. Quienes tenemos la mente inquieta y nos gusta la aventura no tememos andar, de vez en cuando, en la cuerda floja. Pero lo que ahora vivimos me parece a veces un pandemonium,  un seismo que ha corrido tierras y ha sacado a luz viejos fósiles, que, como en Jurasic park, han recreado con su ADN viejos monstruos que creíamos extintos. 

Mi querido suegro, un hombre de bondad machadiana, me decía siempre que lo fácil que sería vivir sin meterse con nadie, vivir dejando vivir. Eso es lo que realmente es la esencia de la vida, y, sin embargo, cada vez parece más imposible.

Al cortoplacismo de la recompensa aquí y ahora, a la incapacidad del esfuerzo, a la incomprensión de reconocer a los semejantes, se une al agotamiento de esta pandemia que, demos gracias, parece que va camino de su fin. Y, ante esto, ¿qué queréis que os diga?

Mientras, sigo buscando la botella, esa que antes siempre antes veía medio llena y que, creo, se han bebido otros.

lunes, 10 de mayo de 2021

Cita a ciegas

Siempre digo que la relación entre un escritor y un lector se asemeja a un cita ciegas, en laque ambos están deseando enamorarse a través de un libro. Muchos de mis compañeros en la literatura dicen no pensar en el lector cuando escriben, es decir, que el factor de la aceptación por público no les mediatiza a la hora de crear su obra literaría. De otra manera, me dicen, sería imposible escribir lo que en verdad se quiere.


Sí, no cabe duda que tener el mente como objetivo principal las ventas llevaría a crear solo aquello que sabemos va a ser comercial, restando a la palabra su auténtico fin. Y para eso ya están los best sellers que como churros publican las grandes editoriales, que vienen a ser, al final, el mismo libro con diferente título.


Bien, pues aceptando esta premisa, yo creo que se debe pensar en el lector no como fin sino como parte complementaria y debe tener su lugar en la vida de todo escritor. Los libros sin lectores no son más que objetos onanistas para mayor gloria del ego del autor, en los que cercenamos uno de los dos placeres que tiene que suponer la obra literaría: escribir y ser leído.


No hace falta renunciar a nada por valorar a aquellos que nos llegarán a leer o a los que ya nos leen. No hace falta olvidar que quienes compran nuestros libros están deseando encontrar en ellos las situaciones y los personajes con los disfrutar, las emociones con las que identificarse. Y también se merecen un producto bueno, cuidado, mimado, como recompensa a su confianza.


Últimamente, y más a menudo de lo deseable, veo y leo textos o poemas de poca calidad, defendidos por sus autores con el simple argumento de que es lo que ellos quieren escribir, lo que les “brota de dentro”. Bien, eso es muy respetable, sin lugar a duda, como lo es también el que el encuentro con los lectores sea un acto fallido, simplemente porque no les gusta.


La literatura es un arte y como tal se compone de técnica y de creación. No vale con dejar flotar a las musas a nuestro alrededor. Tenemos que disciplinarlas para que lo que salga de nuestra pluma o de nuestros dedos en el teclado sea de calidad y esas citas a ciegas se conviertan en amores eternos.

Los lectores se lo merecen.


domingo, 2 de mayo de 2021

Madre

 Muchos de vosotros ya lo sabéis, y si no os lo digo, que tengo dos hijos, dos hombres ya: David y Carlos Miguel.

No sé si para ellos he sido una buena madre, supongo que con mis debilidades y mis fortalezas les he ayudado a llegar hasta aquí. Lo que si sé es que ser madre ha sido fundamental en mi vida. Y no solo por lo que lo es naturalmente, por cuidar y proteger a mis hijos, sino porque ha sido un impulso para muchos de mis objetivos en la vida.

Desde el primer momento decidí que ser madre nunca me iba a restar sino sumar, familiar y laboralmente.  Esto me ha exigido, me exigió un gran esfuerzo, pero creo que me ha compensado con creces, porque ahora, con la perspectiva de los años, nuestra relación es muy cercana, pero respetando la libertad de cada uno.

Sé que nunca he sido una madre muy común, tampoco lo soy en mis otras actividades. Quizá porque siempre he entendido que el amor no es dependencia, ni de un lado, ni de otro. Nunca he sentido el síndrome del nido vacío, sino todo lo contrario. El que mis hijos se independizaran y formaran sus familias me hizo muy, muy feliz. De alguna manera sentía que mi ejemplo les había calado.

Hoy es el Día de la Madre, primer domingo de mayo. Hoy soy la única felicitada, porque no tengo ya a quien felicitar. Mi madre se fue hace ya casi cuatro años, pero, como pasa con  mis hijos, yo guardo parte de su ejemplo en mí.

Es bueno dedicar días a quienes queremos, aunque solo sea para que, en esta vorágine de simplezas y tristezas, el amor generoso de una madre adquiera protagonismo, porque esté presente cada día, cada minuto...

Tened un espléndido día junto a vuestras madres o con su recuerdo. Pensad que el amor no se extingue con la ausencia, solo que habla en silencio.

Miro por la ventana, veo el cielo vestido con las nubes primaverales, me vuelvo a sentir niña... y envío un beso. ¡Feliz día, mamá!


sábado, 24 de abril de 2021

¡Izquierda! ¡Adelante!

Hoy os propongo un juego, lectores y lectoras mías.  Os propongo que puestos en pie repasemos los puntos de desplazamiento que podemos hacer: izquierda, derecha, adelante y atrás, como en esas canciones infantiles. Es posible, ¿no? Pero lo que no lo es ir a la izquierda moviéndonos a la derecha, o hacia adelante si retrocemos. No, no es posible.

Para vuestra tranquilidad no es que esté escribiendo este artículo bajo los efectos de la vacuna, que, por cierto, me pusieron el martes pasado, porque, aparte de una sensibilidad en el pinchazo, estuve y estoy como una rosa, no. Lo que quiero demostrar es que es imposible que estando en la derecha se nos prometa hacer una política de izquierdas, o  que proponiendo medidas de retroceso se pueda avanzar. Esto me coloca en la campaña electoral de Madrid.

Pensar en que la izquierda tras un cuarto de siglo puede recuperar la comunidad autónoma no es una utopía, solo depende de una acción: MOVILIZACIÓN. Cuando hemos ido a votar quienes creemos en la democracia y el el progreso se ha ganado. Cuando la abstención, el peor virus de  unas elecciones, nos ha contagiado gana la derecha, porque a esta le da igual el candidato o candidata con tal de que no gane el adversario.

No voy a abundar en el penoso espectáculo que ayer contemplamos y escuchamos en la Cadena Ser. Rocío Monasterio, con una frialdad psicopática, mostró la cara de lo que puede ser un gobierno con ella como vicepresidenta y con Ayuso dirigiendo, y ya sabemos cómo, los designios de Madrid. En serio, ¿lo vamos a consentir?

Sinceramente, sigo teniendo esperanza de ganar, de que somos muchos los que nos colocaremos a la izquierda para avanzar, muchos que sabemos que ni nuestros hijos, nietos, vecinos y vecinas,  se merecen perder los derechos que tanto nos ha costado lograr, porque ha sido gracias al esfuerzo de tantos que creyeron en los derechos y en los valores sociales.

Estamos ante la inminente llegada de los Fondos Europeos y necesitamos para gestionarlos cordura  y honestidad y no correr el riesgo de que sirvan para realizar proyectos faraónicos fallidos que enriquezcan a los mismos, y alimenten reductos donde se cría el odio. 

Por eso, ahora,  conmigo, colocaros a la izquierda y avancemos hacia adelante. Como cargo público, como activista de la cultura, como escritora, os lo pido: no hay otro camino para el futuro.






domingo, 11 de abril de 2021

¿Existen los amantes pluscuamperfectos?

 Una de las cuestiones que más curiosidad ha despertado respecto a mi nueva novela es su título. De hecho, han sido muchas las personas que me han hecho llegar sus reflexiones entorno a él.

Respecto a esto,si me permitís, mis queridos lectores, cierta falta de humildad, tengo fama de ser una escritora que maneja bien los títulos, ya sean de novelas o de artículos, incluso, en mi etapa  de gestora de eventos, los nombres de los mismos. En este caso, el juego con la palabra "pluscuamperfecto", que conocemos casi todos como el tiempo verbal que indica una acción que ha acabado antes de otra acción, se refiere a aquella persona que determina ir más allá de lo que entendemos por perfecto. 

Tender a la perfección no es algo que todo el mundo haga, empezando porque es difícil, como suele suceder en todo criterio humano, saber dónde se halla, y mucho menos en el amor. ¡Ay, el amor! Ese sentimiento que nos arrebata, que buscamos debajo de las piedras solo para sentirnos especiales o para cumplir nuestros anhelos y deseos, pero que, a pesar de ser un concepto universal tiene mil y una interpretaciones. Entonces, ¿qué sucedería cuando alguien intenta dar una vuelta de tuerca a lo que llamamos Amor? Si esa persona entendiera que con esas emociones que nos embargan cuando estamos enamorados no es suficiente y que no importa a dónde llegues si consigues unirte con quien adoras, sea cual sea el coste, quizá llegara a ser el amante pluscuamperfecto.

El protagonista de mi novela, el escritor Ricardo Alba, necesita alcanzar esa perfección, aunque el camino que transite esté lleno de intrigas, misterio, y, en ocasiones, horror. Siempre he dicho que en ocasiones el amor y el terror van de la mano (basta con ver las reacciones fisiológica que se acercan mucho). pero en este caso acaban convirtiéndose en un espejo.

Creo que no está del todo mal ser imperfecto, estar todavía en el devenir de moldearnos, de asimilar aquello que nos puede mejorar y que nos acerca a los demás. Por mucho que la "plucuamperfección" nos atraiga, hay puertas que, quizá, mejor no abrir.

Si queréis conocer más sobre "El amante pluscuamperfecto" ya sabéis: pedidos@ondinaediciones.com , y os lo haré llegar dedicado a casa.

Sed felices.


domingo, 4 de abril de 2021

De sueños y pérdidas

 No suelo tener pesadillas. Me refiero a esos sueño terroríficos que sí acudían a mí hace años, sobre todo en mi época de adolescente. Sin embargo, sufro sueños recurrentes en los que pierdo cosas tales como el coche- no sé en qué lugar lo tengo aparcado-, el bolso con dinero o, como esta noche, unos zapatos que necesitaba para una representación.

Obviamente, y porque es fácil y lo tenemos todos a mano, buscas información en internet y lo que te cuentan es que soñar con pérdidas es, más o menos, que te encuentras en una encrucijada en la que no te hallas del todo, en la que te sientes inquieta, en la que buscas un cambio. Es posible, la situación que nos rodea no podría generar sueños menos complicados.

Hoy hace un espléndido día de primavera, una mañana aún fría, pero que promete una tarde de agradable paseo. Sin embargo, si una tiene la tentación de asomarse a las noticias, a la realidad circundante, el panorama seguirá siendo el mismo: elecciones, pandemia, cifrás, contagios, encuestas... Raro es, entonces, que la inquietud no haya tomado al asalto el descanso nocturno. 

Quienes me conocéis un poco más de cerca, queridos lectores, sabéis que suelo ser mujer a la que el ánimo no le falta, pero últimamente me siento un poco perdida, como ese coche, esos  zapatos o ese bolso de mis sueños.  A pesar de que una parte de mí gusta de la aventura y la improvisación, otra parte- y así es como he podido gestionar familia, trabajo, política, arte, literatura- ha necesitado siempre saber que tengo el control... Hasta hoy.

Estoy cansada, creo que eso, simplemente. Cansada de no ceder al desánimo, a la tentación de reconocer que mi vida nunca será la misma y que he de doblegarme a un entorno a veces hostil, en el que los valores, mis cimientos para crecer como persona y que comparto con muchos de vosotros, son manipulados y retorcidos en intereses espúreos. Sí, estoy cansada de no ceder al miedo, incluso a ese universal de la enfermedad y la muerte, para que no me arrebate ni un solo instante de vida.

Por eso, cuando llega la noche, mi inconsciente se rebela y decide introducirme en esos paisajes extraños en donde me esconde aquello que necesito, en un tránsito onírico que me causa, en ocasiones, angustia. Es posible que sea cierto, pues a veces me siento un poco verso suelto ante las situaciones que se me plantean cada día, fruto de un inconformismo que los años no han logrado apaciguar. 

No obstante, seguiré soñando, dormida y, sobre todo, despierta, para poder sobrellevar este largo camino en el que  pierdo cosas o me pierdo yo.

Sed felices.