Hoy os propongo un juego, lectores y lectoras mías. Os propongo que puestos en pie repasemos los puntos de desplazamiento que podemos hacer: izquierda, derecha, adelante y atrás, como en esas canciones infantiles. Es posible, ¿no? Pero lo que no lo es ir a la izquierda moviéndonos a la derecha, o hacia adelante si retrocemos. No, no es posible.
Para vuestra tranquilidad no es que esté escribiendo este artículo bajo los efectos de la vacuna, que, por cierto, me pusieron el martes pasado, porque, aparte de una sensibilidad en el pinchazo, estuve y estoy como una rosa, no. Lo que quiero demostrar es que es imposible que estando en la derecha se nos prometa hacer una política de izquierdas, o que proponiendo medidas de retroceso se pueda avanzar. Esto me coloca en la campaña electoral de Madrid.Pensar en que la izquierda tras un cuarto de siglo puede recuperar la comunidad autónoma no es una utopía, solo depende de una acción: MOVILIZACIÓN. Cuando hemos ido a votar quienes creemos en la democracia y el el progreso se ha ganado. Cuando la abstención, el peor virus de unas elecciones, nos ha contagiado gana la derecha, porque a esta le da igual el candidato o candidata con tal de que no gane el adversario.
No voy a abundar en el penoso espectáculo que ayer contemplamos y escuchamos en la Cadena Ser. Rocío Monasterio, con una frialdad psicopática, mostró la cara de lo que puede ser un gobierno con ella como vicepresidenta y con Ayuso dirigiendo, y ya sabemos cómo, los designios de Madrid. En serio, ¿lo vamos a consentir?
Sinceramente, sigo teniendo esperanza de ganar, de que somos muchos los que nos colocaremos a la izquierda para avanzar, muchos que sabemos que ni nuestros hijos, nietos, vecinos y vecinas, se merecen perder los derechos que tanto nos ha costado lograr, porque ha sido gracias al esfuerzo de tantos que creyeron en los derechos y en los valores sociales.
Estamos ante la inminente llegada de los Fondos Europeos y necesitamos para gestionarlos cordura y honestidad y no correr el riesgo de que sirvan para realizar proyectos faraónicos fallidos que enriquezcan a los mismos, y alimenten reductos donde se cría el odio.
Por eso, ahora, conmigo, colocaros a la izquierda y avancemos hacia adelante. Como cargo público, como activista de la cultura, como escritora, os lo pido: no hay otro camino para el futuro.
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