.... Y no un dios.
Memento mori.
Estas palabras eran repetidas por un esclavo, al oído del general romano victorioso, para recordarle que por mucha que fuera la gloria del momento, no dejaba de ser un hombre.
Tal vez esas palabras , si no fuera por el reparo y el repelús que nos produce pensar que nuestro paso por la vida es un tránsito, con principio y final, debieran acudir a nuestra mente más a menudo . Y entonces, con esa consciencia de nuestros propios límites, aceptaríamos mejor los avatares que nos suceden, y no nos sentiríamos con esa sensación de frustración constante.
Nos han acostumbrado a que somos los reyes de la naturaleza, cuando nos deja tumbados y moqueando un simple e invisible virus; la ciencia avanza a pasos agigantados pero se muestra inerme ante un terremoto o un tsunami ; nos hablan de esperanza de vida y nosotros entendemos certeza de supervivencia o de casi eternidad.
Vivimos angustiados por un futuro y no vivimos el presente. Queremos tener y una vez que poseemos tememos perder lo logrado. Tenemos dinero a base de sacrificar tiempo. Tenemos trabajo y solo pensamos en el momento de jubilarnos; perdemos el trabajo y nos desesperamos. Ciframos nuestra salud en la ingesta de bífidus y fibra y nuestra juventud en la cirugía.
No somos dioses, somos hombre y mujeres, ni mas ni menos, con todas sus grandezas y todas sus miserias, pero capaces de hablar, de pintar, de escribir, componer música, de amar, de llorar y de reír y sobre todo de disfrutar de la vida, de la vida que tenemos y que nos creamos.
Memento mori.... Y mientras...
Sed felices.
Memento mori.
Estas palabras eran repetidas por un esclavo, al oído del general romano victorioso, para recordarle que por mucha que fuera la gloria del momento, no dejaba de ser un hombre.
Tal vez esas palabras , si no fuera por el reparo y el repelús que nos produce pensar que nuestro paso por la vida es un tránsito, con principio y final, debieran acudir a nuestra mente más a menudo . Y entonces, con esa consciencia de nuestros propios límites, aceptaríamos mejor los avatares que nos suceden, y no nos sentiríamos con esa sensación de frustración constante.
Nos han acostumbrado a que somos los reyes de la naturaleza, cuando nos deja tumbados y moqueando un simple e invisible virus; la ciencia avanza a pasos agigantados pero se muestra inerme ante un terremoto o un tsunami ; nos hablan de esperanza de vida y nosotros entendemos certeza de supervivencia o de casi eternidad.
Vivimos angustiados por un futuro y no vivimos el presente. Queremos tener y una vez que poseemos tememos perder lo logrado. Tenemos dinero a base de sacrificar tiempo. Tenemos trabajo y solo pensamos en el momento de jubilarnos; perdemos el trabajo y nos desesperamos. Ciframos nuestra salud en la ingesta de bífidus y fibra y nuestra juventud en la cirugía.
No somos dioses, somos hombre y mujeres, ni mas ni menos, con todas sus grandezas y todas sus miserias, pero capaces de hablar, de pintar, de escribir, componer música, de amar, de llorar y de reír y sobre todo de disfrutar de la vida, de la vida que tenemos y que nos creamos.
Memento mori.... Y mientras...
Sed felices.
"El fuego y viento provienen del cielo, de los dioses del cielo... Pero tu dios es Crom, Crom que vive en la tierra... Antes los gigantes vivían en la tierra, Conan, y en la oscuridad del Caos, engañaron a Crom, y le arrebataron el Enigma del Acero. Crom se irritó...¡y la tierra tembló! El fuego y viento golpearon a aquellos gigantes y arrojaron sus cuerpos a las aguas. Pero, durante el fragor de la lucha, olvidaron del Enigma del Acero en el campo de batalla. Nosotros lo encontramos... Sólo somos hombres. Ni dioses, ni gigantes. Sólo hombres..."
ResponderEliminarNi, más ni menos. Un abrazo, Nueva Orleans.
ResponderEliminarCuanto de verdad hay en tu entrada. Si como el general los políticos
ResponderEliminarde hoy tuvieran un "pepito grillo" hablándoles al oído diciéndole
que son tan humanos como nosotros, creo, solo creo, que no harían
ni la mitad de lo que hacen,
En fin me ha gustado mucho tus reflexiones. muy aleccionadoras.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Paco. Sí, la soberbia se instala con facilidad en algunos. Otro abrazo fuerte.
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