Poco a poco, entre fiestas y puestas al día, vamos consumiendo este mes de enero que, como pasa con otros meses, sigue con esa especie pereza postvacacional.
Siempre hablamos de la cuesta de este mes, más relacionado con lo económico, que tras los gastos de cenas, comidas y regalos, y mucho más con este secano de pagas extraordinarias, recuerda el tormento de Sísifo.
Pero a mi me gusta más verlo como una pendiente, sí, que me lleva cuesta abajo, para coger la carrerilla necesaria y abordar el nuevo año.
Un año que se presenta con más de trescientos cincuenta días sin vivir, y que debemos ir pavimentando, que ya lo dijo el poeta, se hace camino al andar.
Durante mucho tiempo, como todos los que se dedican a la docencia, el tiempo lo medí por cursos y no por años, y quizá por eso mi conciencia de año nuevo se despertaba más en octubre que en enero.
Pero nuestro calendario gregoriano nos dice que este mes frío es el primero del año, y por eso hay que considerarlo el pórtico de lo que nos queda por venir.
Aunque, y creo que he tenido oportunidad de comentarlo, llevo tiempo en que no me gusta hacer planes muy anticipado, si tengo costumbre de proyectarme en un futuro, de planificar, de organizar y sobre todo de sembrar de ilusión ese camino que recorrer.
Hace frío y los árboles muestran sus ramas desnudas, pero dentro de ellas ya está el germen de lo que en breve tiempo serán las hojas, como en mi ya está el germen de lo que quiero que sea este año.
Sigamos este camino que hemos iniciado convirtiendo la cuesta en una pendiente suave y placentera, que haga de este año el mejor de nuestras vidas. Así os lo deseo. Mientras....
Sed felices.
Siempre hablamos de la cuesta de este mes, más relacionado con lo económico, que tras los gastos de cenas, comidas y regalos, y mucho más con este secano de pagas extraordinarias, recuerda el tormento de Sísifo.
Pero a mi me gusta más verlo como una pendiente, sí, que me lleva cuesta abajo, para coger la carrerilla necesaria y abordar el nuevo año.
Un año que se presenta con más de trescientos cincuenta días sin vivir, y que debemos ir pavimentando, que ya lo dijo el poeta, se hace camino al andar.
Durante mucho tiempo, como todos los que se dedican a la docencia, el tiempo lo medí por cursos y no por años, y quizá por eso mi conciencia de año nuevo se despertaba más en octubre que en enero.
Pero nuestro calendario gregoriano nos dice que este mes frío es el primero del año, y por eso hay que considerarlo el pórtico de lo que nos queda por venir.
Aunque, y creo que he tenido oportunidad de comentarlo, llevo tiempo en que no me gusta hacer planes muy anticipado, si tengo costumbre de proyectarme en un futuro, de planificar, de organizar y sobre todo de sembrar de ilusión ese camino que recorrer.
Hace frío y los árboles muestran sus ramas desnudas, pero dentro de ellas ya está el germen de lo que en breve tiempo serán las hojas, como en mi ya está el germen de lo que quiero que sea este año.
Sigamos este camino que hemos iniciado convirtiendo la cuesta en una pendiente suave y placentera, que haga de este año el mejor de nuestras vidas. Así os lo deseo. Mientras....
Sed felices.
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